Capítulo 8

72 10 4
                                    


Los días se sucedieron uno detrás de otro; intenté esforzarme para compensarle a Yamada las horas perdidas durante mi estadía en el hospital, y todas mis clientas parecían muy contentas con mi vuelta y mis servicios, empezaba a crearme una lista de ''princesas fieles a mí'' y eso me gustaba, me gustaba mucho. Aunque claro seguía siendo el novato y de vez en cuando me tocaba hacer algún que otro trabajo asqueroso de la limpieza, pero bueno, ganaba bien y estaba contento con mi trabajo más o menos, no es algo que todo el mundo pueda decir hoy en día, ¿no?

Por fin llegó el día señalado; 14 de febrero, San Valentín, donde conmemoramos...no sé qué conmemoramos pero en japón nos dan chocolate las chicas a las que les gustamos. En el instituto me ponía morado de ellos, una pena que no fuera a ir al club esa noche, ¿me dejarían mis clientas alguna bolsita con ellos? Los quiero. Me enfundé en mi mejor traje, bien abrochado, gomina, maquillaje... La verdad es que cada vez se me daba mejor arreglarme; y más me valía porque Yamada nos había advertido de que no había podido preparar un equipo que nos arreglara; todos sus efectivos estaban en el club. No escatimé en perfume para esa noche, si tenía que follarme a una cincuentona menopáusica para quedar por encima de Byou lo haría, no tenía ningún problema.

Nada más llegar al club Koichi me recibió en la puerta.

–¿Pero qué te has hecho, hombre?–sacó su siempre necesario kit de maquillaje y empezó a arreglarme

La verdad es que aún después de cómo se comportó la fiesta del sábado había seguido siendo igual de amable conmigo, así que lo tomé todo como un simple efecto de las drogas y nada más.

–Gracias Koi.–un pequeño beso en sus labios

Oh, ¿no os lo había mencionado? Hemos cogido confianza estos días.

–¿Y cuando nos vamos?–le pregunté

–Ahora viene a recogernos una limusina, cielo.–

–Uooo...–

Mi cara de ''en mi puta vida me he subido en una'' debía ser muy graciosa porque Koichi no paró de reírse en un rato.

–¡No te burles de mí!–

–Es que eres un poco inútil Ryoga, no me culpes.–se encendió un cigarrillo, él, al contrario que yo, era todo un cosmopolita, con su ropita de niña elegante, sus accesorios y su teléfono móvil de última generación

Hakuei y el resto de hosts que nos acompañarían salieron del local poco a poco, pero seguía faltando alguien...

–Esto... ¿y Tsuzuku?–no pude evitar preguntarlo

–Creo que...llegará algo tarde hoy.–

–¿Ah? ¿Por qué?–

Y a ti qué te importa Ryoga, y a ti qué te importa. No lo sabes ni tú, eres retrasado. Ya ni siquiera es un ''me pone Tsuzuku'', es un ''estoy acojonado, no quiero que me pase nada así que intento mantener triangulada su posición''. Por supuesto Koichi no tiene ni idea de lo que me pasó, tenemos confianza pero no tanta.

–Cosas...suyas.–al parecer Koichi tampoco quería darme mucha información, sería algo personal entonces

La limusina llegó a por nosotros y me subí el primero, emocionado como el que más. Tomé asiento y Koichi se puso a mi lado; teníamos todo el champagne que pudiéramos beber, pero me abstuve hasta llegar al local, a pesar de que Koichi quiso que brindara con él. ''Si llego borracho a la fiesta empezamos mal'' le había dicho. El trayecto duró más o menos una hora, pero esta ciudad es tan grande que podrías conducir durante tres y no haber salido aún. El coche se detuvo y fui el último en salir, detrás de Koi, por supuesto. Nada más posó sus pies en el suelo las pequeñas alzas de sus zapatos hicieron un ruidito y se puso las gafas de sol aunque hubiera entrado ya la noche.

Sweet P. ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora