Capítulo 6

98 10 0
                                    


Entonces escuché el sonido de la cremallera de su pantalón bajando, y derramé lágrimas.

Socorro...

Entonces escuché el sonido de la cremallera de su pantalón bajando, y derramé lágrimas.

Socorro...

No os hacéis una idea del dolor que supusieron para mí los segundos siguientes, no le deseo a nadie lo que estaba viviendo con Tsuzuku dentro de mí. Ardía, dolía, solo quería que terminara rápido, y lo único que salía de mi boca eran gritos que se apresuraba en acallar apretando su mano fuertemente contra mi boca. Recuerdo su olor a alcohol...distinto al de antes...recuerdo sentir el cálido líquido rojo fluyendo entre mis piernas, y marearme de nuevo.

Llegados a este punto, empecé a pensar en si había sido una buena idea venirme a Tokio, en qué hacía yo aquí.... Pensé en mi pequeño pueblo...en la casa de mis padres, en mis hermanos, mi cama... Pasaron por mi cabeza todos los amantes que había tenido, todas las noches de sexo salvaje de ''oh, sí, me gusta que me duela'' Pero no tanto, joder...

''Ryoga, qué haces, tú eres fuerte, no te dejes amedrentar''

''Qué vergüenza, con lo que tú has sido''

Una y otra vez frases como esa rondaban por mi cabeza. Yo, Ryoga, que nunca me callo, que nunca dejo de discutirle a nadie... Aquí, siendo violado por detrás por un impresentable gilipollas con problemas mentales al que acabo de conocer.

Pues no me sale de la polla. Reuní todas las fuerzas que me quedaban para salir de mi trance y resistirme. Le había pillado de sorpresa, el pobre diablo se había relajado. Lo aparté de mí echándome hacia atrás fuertemente, cosa de la que me arrepentí cuando salió de mí con la misma fuerza.

-¡Joder!-no pude evitar gritar

Iba a volver a abalanzarse sobre mí, pero le di un puñetazo por reflejo, y salí como pude de allí, acomodando mi ropa a medias y llamando a gritos a un taxi en mitad de la carretera, que afortunadamente acudió en mi ayuda.

-Al hospital más cercano por favor-

-En seguida-

Invertí todos mis esfuerzos en no desmayarme en el taxi; era consciente de que mi pantalón se estaba manchando y rezaba por no manchar la tapicería y tener que pagarla. Antes de darme cuenta llegamos al hospital y salí sin preocuparme de cuánto dinero le había dejado a ese amable hombre en el asiento de atrás. Después de eso me enfrenté a un bochornoso momento de explicar por qué venía con un reguero de sangre chorreando por mi culo. De cualquier modo me atendieron, me anestesiaron y no supe nada más hasta horas después.

No había nadie en mi habitación; normal. Toda mi familia está a kilómetros y kilómetros de aquí y no es que me vaya a morir, un vuelo sería demasiado caro sin antelación ninguna. Me incorporé, gracias al cielo no me dolía nada, pero supuse que tampoco sería bueno para mí mantenerme sentado, así que volví a tumbarme y me coloqué de lado esperando a que viniera un médico. Cuando llegó me dijo que me habían suturado y me dio unos cuantos consejos para cuidarme tales como hacer vergonzosos baños calientes de asiento...No. Le pregunté por cuánto tendría que quedarme allí y me dijo que al menos un par de días, que debía guardar reposo absoluto. Pues sí que estaba jodido, sí. También me aclaró que no habían encontrado ningún cuerpo extraño en mi recto.

Ya, ya lo sé señor, no acostumbro a meterme nada raro por el culo. Me jode que solo por el hecho de que no soy una maldita mujer sobreentiendan que he estado jugando y a nadie se le ocurra ofrecerme asistencia psicológica o siquiera preguntar si me han violado. Pero nada, así va el país, puedo comprar revistas de niñas de doce años semi desnudas pero no puedo denunciar una violación. En fin, de todas formas no pensaba hacerlo. Denunciar a un compañero de trabajo mucho más experimentado que yo podría suponerme el despido.

Sweet P. ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora