La presencia

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Terminando de arreglarme para ir al colegio, aun con las emociones a tope y con una seria incredulidad de lo que acababa de descubrir, bajé de mi habitación. Como siempre, mamá esperándome para darme un beso en la frente y la bolsa con mi desayuno .
Seguramente un sándwich de mantequilla de maní o mortadela cómo acostumbraba darme cada jueves. Le agradecí y me despedí de ella y de papá.
Traté de actuar lo más normal posible, aunque por dentro aún no hubiera terminado de asimilar lo que me acababa de pasar. Lo último que quería era preocuparles.

—Me voy padres, gracias y cuídense mucho en sus trabajos— dije mientras abría la puerta de casa.
Respiré un poco de aire puro y cuándo estaba apunto de echarme a caminar —hijo espera—la voz de mi padre me detuvo.
—Dime papá ¿pasó algo?—
—Sabes, te veo algo extraño. La verdad anoche estabas pálido pero creí que pasaría. Sin embargo ahora bajas y tu semblante se ve aun peor... ¿estás bien?—
—Sí papá, estoy bien—respondí algo cortante pues no quería que la conversación se extendiera aun más.
—No lo sé, sigo creyendo que te ves un tanto mal. Toma lleva un poco más de dinero por si algo se te antoja y no se te olvide llamarnos si algo malo sucede—
—Estoy bien papá no me pasará nada malo—le respondí mientras tomaba la plata que me ofrecía. Porque un poco de dinero extra a nadie le cae mal.

Caminé por el jardín hasta la rejilla de la cerca que rodeaba mi casa la abrí y me dispuse a hacer la peregrinación que llevaba repitiendo cada semana, de lunes a viernes, durante algunos años de camino al colegio.
Bastaron  no más de dos cuadras para que la sensación que había comenzado a sentir unos días atrás me envolviera de nuevo. «¡Demonios! otra vez siento que alguien me sigue».
Volteaba hacia todas las direcciones pero no podía ver a nadie extraño observándome o escondiéndose de mi. «¿Será que sigo nervioso? Tal vez eso es».
Continué caminando, pero la sensación en mi cuerpo no desaparecía. Era como si mi mente me susurrara "Óliver alguien te sigue, alguien te observa. Vamos, tienes que darte la vuelta".
Pero siempre que lo hacia no era mas que para ver unos cuantos compañeros de colegio que venían con su novia, sus amigos o sus padres.  
«Seguro estoy paranoico, además ¿quién querría seguirme? ¿Alguna chica!?... «No, tú no eres tan popular Óliver» Me dije sonriendo «Si alguien te sigue seguro es porque está loco y quiere tu dinero, secuestrarte o mucho peor; tal ves quiere quitarte el dinero, secuestrarte y vender tus órganos» Mi mente daba vueltas sobre porqué me sentía así.
«Probablemente estoy quedando loco y los poderes que creo tener también son invento de mi imaginación». 

Sea como fuere, decidí seguir caminando. Llegando al colegio, entré a mi primera clase.

«Es hora de experimentar» me dije. No hice mucho. Tan solo que la bragueta del más popular se bajara cuando estaba exponiendo frente a todos. Y quizá también que el bravucón del colegio resbalara con una cáscara de plátano, que misteriosamente se atravesó en su camino, fue mi culpa.
Pero fuera de eso no quise experimentar nada más. Debo admitir que hasta cierto punto era divertido; pero también me daba miedo lastimar a alguien. 

Eran las 4 de la tarde cuándo llegué a casa. Mis padres aun no habían regresado,  así que subí a mi habitación, me quite los zapatos, me puse los audífonos (ya que tenia días que no escuchaba música por el dolor intenso de cabeza)  y empecé a relajarme mientras soñaba que se sentiría ser una estrella de rock; de repente un aire frío entró por la ventana. Salí y pude ver cómo el cálido sol había sido cubierto por unos nubarrones oscuros...
«Parece que hoy lloverá, quien lo diría» Me dije mientras cerraba la ventana.
De nuevo puse mis audífonos pero esta vez lo hice con mis poderes. Uno entro demasiado y me lastimo el oído. «Valla, debo tener mas cuidado, aún no puedo controlar esto. ¡Es más! ¿qué es esto oliver?¿Qué vas a hacer? Si algo sé de esto es que ¡rayos! ¡no es normal! Bueno... tranquilo, ya pensarás qué hacer después. No lo sé ¿tal vez puedas salvar al mundo? Ser una especie de super-héroe»me decía.

Sea como sea, necesito descansar, este dolor de cabeza no es tan agudo como días anteriores pero sí que molesta a la larga.
Cerré mis ojos, mientras tarareaba mi canción favorita, y de repente ahí estaba ese sentimiento de sentirme observado; de nuevo invadió mi cuerpo.
«Pero ¿cómo? aquí en mi habitación está todo cerrado»  Abrí mis ojos y pude ver cómo los libros levitaban a mi alrededor. Mi ropa, mi balón de soccer; prácticamente todo objeto suelto de la habitación flotaba frente a mí.
«Esto no lo estoy haciendo yo, de eso estoy seguro» me dije.

—En efecto, esto no es obra tuya—dijo una voz pesada, algo fuerte y gruesa, que casi parecía desgarrar el aire alrededor. De inmediato giré y pude ver en una de las esquinas de mi cuarto, justo a un lado de mi cama, a una figura humana, envuelta en una gran capa verde oscuro de piel desgastada, sentada en una silla del rincón de la habitación donde solía poner mi ropa sucia, libros y demás objetos.
—¿qui.. quién eres tú?— le dije con un miedo tal que sentía que en cualquier momento me iba a desmayar. 
—¿quién soy yo? Bueno yo soy "Éracan" mago del "Este" miembro de la orden de los cuatro magos. Pero la verdadera pregunta es ¿quién eres tú?—
—Yo, yo soy Óliver y vivo aquí.. Esta.. esta es mi habitación—Respondí un tanto tartamudo. El ambiente era pesado, el aire casi se podía cortar. Tal vez era mi imaginación pero mi habitación parecía mas oscura de lo habitual.
—De acuerdo "Óliver" ¡nos vamos!—Me dijo con un tono mas de orden que de petición.
—Lo siento pero no puedo hacerlo; mis padres no están y se molestarían mucho si...—De repente e interrumpiendo lo que estaba diciendo esa figura se levantó de la silla...era sorprendente mente más grande y robusta de lo que me pude haber imaginado; una barba total mente encanecida asomaba del gorro de la capa color verde y un tanto desgastada que no dejaba ver más allá de la boca y mandíbula del inesperado visitante. Empuñaba un bastón hecho de algo que parecía roca solida y en el extremo superior una esfera azul brillante. Las puntas inferiores de su capa parecían medio elevarse cómo todo lo demás en el resto de la habitación dándole un aspecto aun más imponente, intimidante y aterrador. De la manga izquierda de su capa sacó su mano; su piel parecía algo vieja, pero los músculos debajo de ella eran grandes.
También noté que estaba llena de símbolos extraños escritos con tinta negra en toda la palma de su mano y se extendían hasta la yema de cada uno de los dedos.
Uno de ellos parecía adoptar un tenue color azul mientras lo estiraba en mi dirección. Y pude ver como un humo espeso me envolvía a la vez que el aire me faltaba. Mi vista empezó a oscurecerse y, sin más, caí desmayado.

La Orden De Los Cuatro MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora