—Janis —Ni siquiera espero que yo le abriera la puerta, no toco, entró como si este lugar le perteneciera, es cierto, es dueña de la casa, pero jamás lo será de mí.Tal como me había dicho, vino bastante tarde a mi habitación, justo cuando ya se habían ido mis hermanas y habíamos terminado de cenar, es lógico, a ella le encanta planear y controlar.
«Sin contar el hecho de que puede y lo hace».
Ignoro a Brooke en este momento, sólo me quedo estática, esperando que mi madre siga hablando.
—Bueno, a juzgar por tu rostro, puedo deducir que estás enojada, pero no te he dado ninguna razón para que lo estés —Su voz suena suave, lenta, segura y sin ninguna pizca de culpa.
—No estoy enojada, es sólo que... —«Di que te duele algo, que estabas enferma del estómago, que te duele la cabeza»— Estaba con dolor de cabeza, como me has despertado mientras intentaba descansar, me he molestado, eso es todo.
Me mira como si estuviera analizando mis palabras, después sonríe, toca mi frente, acariciándola, se levanta y se va, es extraño, no menciona nada.
«No creo que se haya tragado esa mentira».
Supongo que pensamos lo mismo, pero quizás en realidad se preocupo y prefirió dejarme sola. Iba a seguir hablando con Brooke, cuando mamá entra junto a nuestro padre, trae una bandeja de madera entre sus manos, la cual tiene un vaso de agua y un frasco de pastillas de colores.
—¿Es cierto que estás enferma, cariño? —Pregunta mi padre, hago un pequeño movimiento de cabeza indicándole que es cierto.— Tranquila, es normal.
—Por supuesto que lo es, ten, Janis, traje algo que te quitará el dolor de cabeza —Del frasco quita una pastilla de color azul, tienen unas letras grabadas, son iniciales "AU", es extraño, no conozco ningún laboratorio médico que tenga esas iniciales.
«No tomes nada».
—Gracias —Me limitó a sonreír y me echó la pastilla a la boca, papá me extiende el vaso, finjo tragármela, pero sólo bebo el agua, la pastilla se encuentra debajo de mi lengua.
—Tomala cada ocho horas, pero sólo las azules —Dice mi padre, parece desconfiar un poco de que me haya tomado la pastilla, ya que frunce el ceño.
—No te preocupes, puedes dárselas tu mismo, así ella no se confundirá, ¿verdad?
—Claro, eso sería lo mejor —No puedo forzar ni una mueca, los penetrantes ojos caoba de mamá parecen perforar mi alma.
«No te dejes engañar, Janis. No tomes ninguna pastilla».
—Bueno, tesoro, debemos decirte algo —Mi padre se sienta en la cama al lado de mamá, juntos me miran dedicándome una sonrisa.
—¿Qué sucede? —«¿La mejor manera de engañar es actuando como ignorante según tú?»
—Mañana me iré, por una semana. Tengo asuntos importantes que realizar en la embajada de Suiza, ya sabes, las típicas conferencias con cientos de científicos.
—¿Por qué? —Esta vez ha sido natural, me confunde que deba ir allí y de manera tan repentina.
—Ya sabes, entregan premios a los mejores científicos, quizás hasta un premio Nobel —Agrega información papá, con esa sonrisa tan característica de él, como si no sucediera nada extraño.
«No creo que sólo vaya por los premios».
Ni yo, mamá ya ha ganado bastantes, es conocida por sus logros y avances científicos, no es necesario que deba asistir.
—Pero bueno, sólo era eso. Descansa, Janis, volveré dentro de una semana —Ambos se levantan, besan mi cabeza, papá no se olvida de tomar el frasco, mamá la bandeja con el agua, se despiden para luego abandonar mi habitación, no espero ni tres segundos para escupir la pastilla y lanzarla al suelo.
Me levanto cuidadosamente para no hacer mucho ruido, para poder ver bien las letras grabadas en la pastilla, pero al notarla esta desintegrada, sólo parece un pequeño montón de arena color azul, la razón es porque estaba debajo de mi lengua, la saliva más el agua lograron que se deshiciera, eso significa que parte de esa pastilla logró entrar a mi sistema, me vuelvo a acostar en mi cama, sin olvidar apagar la luz.
«Te dije que no tomarás ninguna pastilla que te dieran ellos, ahora atente a las consecuencias.
Dulces pesadillas, Janis».
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Janis © | Libro #6 |
Short StoryRebelde, explosiva, llena de vida. Era la sexta hija, un verdadero desastre. Odiaba al perfecto de su hermano, él la quería por dañarlo. ¿Le gustaba hacer sufrir a los demás? No. Simplemente no se podía controlar. Apenas podía controlar a Brooke, el...