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Se gira, preparada para soltarle un par de insultos al gilipollas que la ha separado de su conquista de esa noche.

-Mali, nos vamos -escucha una voz ronca antes de tenerle a tiro-.

-¿Pero de qué coño vas? -pregunta o mejor dicho, protesta Aiko al verse frustrada-. ¿Quién coño te crees?

-Es mi hermano -dice la muchacha respondiendo por él-.

-Pues dile a tu hermano que se deje las tonterías que yo estaba muy a gusto contigo a solas -espeta Aiko, remarcando la última palabra-.

-¿Pero con qué derecho te has creído tú que tienes para liarte con mi hermana en mis puñeteras narices? -Calum escupe, empezando a elevar el tono de voz, haciendo por consecuente que la gente empezara a prestarle más caso a esa pelea momentánea que a sus propios quehaceres-.

-Ah, espera, ¿estamos hablando de esas narices de cerdo que me llevas? -ataca sin dudarlo un segundo-. Para tu desgracia, tengo todo el derecho del mundo, ¿te crees que la chica se va a quedar quieta cuando la has dejado tirada?

-Mira, niña, no sé de dónde coño has salido o quién coño te crees que eres pero déjanos en paz -en el fondo de Aiko algo hace crack, ni siquiera ella sabe a dónde pertenece o quién es-.

-El polvo rápido te ha sentado muy mal, chaval, ¿el coche era incómodo?

En cuanto pronunció la última sílaba apareció otro chico que se interpuso entre ellos, llevaba el pelo alborotado y los labios hinchados.

-Vamos, Calum, deja de montar una puta escena -reprimió a su amigo que hizo una seña a su hermana, la cual se vio arrastrada a marcharse tras él-.

-Puedes irte con tu amiguito si quieres, yo total, ya paso.

El enfado crece conforme Aiko ve a su anterior ligue irse por la puerta del local, y ya por pura resignación, bufa y le da una patada a un taburete, tirándolo así al suelo. Iba a seguir pateándolo cuando ve que el chico que cortó la pelea anteriormente, aunque no había advertido su presencia hasta ese momento. El muchacho se agacha hasta el lugar donde se encuentra el taburete pateado y lo pone donde estaba anteriormente, cortando así la única manera de escape que tenía la furia momentánea de Aiko.

-Bonitas patadas, ¿acaso te creías karateka o cómo iba la cosa?

Ante la burla del chaval, Aiko le enseña con mucho ahínco el dedo corazón y le dedica una sonrisa de dientes afilados.

-¿Ves esto? -le dice acercándole más aún la mano a la cara.- ¿Si? Pues mira, lo haces con tu mano, te lo metes por donde te quepa hasta el fondo, y cuando ya tengas toda la mano dentro, la abres, y por favor, ahórrame los detalles de la experiencia.

-Ni a él le sentó bien follar ni a ti la falta de hacerlo, madre mía.

-Veo que a ti te ha sentado muy bien, Señor No-sé-borrarme-bien-el-rastro-de-carmín -dice Aiko rodando los ojos mientras él toma asiento y la invita con una seña-. ¿Ahora te vas a hacer el bueno?

-Nunca me hice el malo -la contradice-. Venga, chupitos a mi cuenta.

Ella asiente sin soltar palabra alguna y él le guiña un ojo antes de llamar al barman un par de veces sin éxito hasta que se decide por hacerle un gesto con la mano. El pobre hombre suelta un "ya voy, ya voy" y con dos vasos fríos en las manos se dirige hacia la nueva pareja, el chico pidiendo ya el especial de la casa, un chupito "infernal". El camarero les limpia el lugar y con una botella de alcohol fluorescente hace un signo de infinito en la barra, en cuyos centros coloca ambos vasos rellenos del mismo líquido azulado. Con una cerilla y mucho arte, el barman prende fuego al infinito y con un spray lleno de a saber qué líquido inflamable juega con las llamas a su antojo hasta que estas remiten. Con un simple gesto, el pobre hombre les indica que ya pueden beberse los chupitos -los cuales estaban algo calientes de más al tocarlos, pese a que estos nunca tocaron las llamas -, y se va a atender a los demás clientes.

-Si me prometes que para el próximo chupito no va a haber tanta floritura, aceptaría encanta otro.

-Acepto el trato con una condición.

-Dispara -suelta Aiko con una mueca final, debido al ardor que le ha ocasionado el pequeño trago-.

-Por cada chupito, te hago una pregunta, ¿vale?

-Oh, pero eso es tan típico -se burla la chica de él-. Pero bueno, tampoco voy a quitarte la ilusión, no acabes con coma etílico por querer preguntarme cosas.

Los vasos vuelven a llenarse y ambos toman el segundo trago a la vez y en exactamente el mismo tiempo. Él le concede el primer turno para "hacerse el caballeroso con la dama" y ella tan solo se ríe en su cara preguntándole por su nombre.

-Coño, es verdad, ni nos habíamos presentado-dice él con sorpresa-, soy Michael.

-Señor No-sé-borrarme-bien-el-rastro-de-carmín era mejor -dice ella-, podría abreviarlo en Señor Carm o algo por el estilo y sonarías a protagonista de malísima película porno.

-Me siento atacado de todas las formas posibles -espeta sin tomárselo en serio-. Tú nombre -pide con una sonrisa-.

-Aiko.

-¿Es un apodo? -levanta una ceja Mike-.

-Para nada -contesta-, es más real que mis ganas de partirle la cara a tu amigo.

-Vaya, se nota que te ha dolido el no follar esta noche, ¿verdad?

-O follaba, o le daba una hostia a alguien, y por tu culpa -remarca clavándole el dedo índice en el pecho -, no he podido hacer lo último.

-¿Y si vamos a mi casa y de camino planeamos joderle la noche a mi amiguito?

-No serás un violador en serie, ¿verdad? -espeta levantando una ceja acusadora-.

-Si lo fuera, no tendría la cara llena de carmín precisamente.

-Touché.

Playing God; 5SOS #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora