1.

64 5 2
                                    

No sabe ni cuántas copas lleva pero poco le importa ese dato, lo único que quiere es olvidar lo que ha pasado por un rato aunque por la mañana se le venga el mundo encima otra vez. Se da la vuelta en el taburete y apoya un codo sobre la barra, pasea su mirada por el pub una y otra vez buscando a alguien que le parezca interesante sin éxito, por lo que vuelve a pedirse otra copa esperando que el nivel de alcohol en sangre baje sus expectativas o que entre alguien decente en el local. Sus plegarías no logran ser escuchadas pese a que la muchacha fija su mirada en un punto cercano a la entrada, lo justo para no parecer una desesperada, pero lo necesario para conseguir ver a todo el personal que entre al local.

Cuando acaba su copa y vuelve la vista al frente, se encuentra con que el barman le ha tendido una nueva sin haberlo pedido ella. Al preguntarle, el susodicho le indica el origen de esta con un simple movimiento de cabeza. Aiko mira en la dirección indicada, descubriendo así con que un chico —bastante atractivo en su opinión— la está mirando con una sonrisa en la cara. Ella enarca una ceja y da un sorbo, el trago no es algo que haya probado antes pero está bastante bueno, podría decirse que de tal palo tal astilla. Se relame los labios para aprovechar al máximo las gotas y de refilón ve la sonrisa del chico hacerse aún mayor. Dos rubias que tenía al lado se levantan de sus asientos y se dirigen a la pista. Da otro sorbo y cuando el fondo del vaso toca la barra él se mueve hasta colocarse a su lado.

Antes de darle si quiera una oportunidad de hablar al chico, Aiko se despide de él con un "gracias, me hacía falta" y se va hacia la pista, dejándolo con la palabra en la boca. Antes de perderse entre la multitud, la chica se gira sobre su eje y le dedica un guiño al de antes al recordar que va escasa de dinero y que si quiere ahogar sus penas esta noche en la bebida, que le invite a otra después no le vendría mal. El muchacho le responde con una sonrisa socarrona e inmediatamente dirige su mirada al pecho de la chica, la cual toma tal gesto como una señal para empezar a mezclarse con la gente y darle más juego a la lengua que con tan solo el filo del vaso que vaya a tomar.

Aiko busca entre la gente alguna cara conocida, aunque se alegra al no encontrar ninguna. "No podría soportar que alguno de clase me restregara lo que ha pasado esta mañana" piensa para sus adentros, incitándola aún más a buscar otra copa por culpa de la rabia. Pero no hay tiempo para eso, sus ojos se detienen en una de las mesas del pub, una chica está sentada sola en una de las mesas más apartada, Aiko no sabe si es el alcohol o el simple hecho de que le recuerda a sí misma en ese momento, el caso es que se abre paso entre la gente a duras penas hasta llegar a donde se encuentra, luego duda un par de segundos en si ha sido buena idea o no acercársele y al final acaba por sentarse.

Al contrario de lo que se esperaba, la chica la recibe con una amable sonrisa, achinándole más aún los ojos, ya rasgados de por sí. Un camarero pasa por al lado de la mesa y Aiko lo para para pedirle una copa "de lo mismo" que su compañera.

—Perdón por sentarme así tan de repente y sin avisar, pero eres la única persona decente que hay por aquí a estas horas.

La chica le responde con un "oh, no te preocupes, me ha encantado que vinieras a hacerme compañía" y atusa su negra cabellera para deshacerse de esos pelufos rebeldes que se le han pegado en la frente. Entre sorbo y sorbo, ambas chicas intercambian sus nombres y alguna que otra sonrisa furtiva al darse cuenta que la otra la estaba mirando de reojo.

—Me encanta esta canción, ¿vienes a bailarla conmigo? —la invita Aiko cuando lo único que queda en el vaso son unas gotas al fondo—.

—Encantadísima, algo tendré que hacer si los otros cabrones me han dejado sola.

—¿Quiénes han sido los capullos? —pregunta la del pelo negro teñido mientras la toma de la mano y la guía entre la gente—.

—Mi hermano y su amigo, querían sacarme de casa porque estaba un poco decaída, pero supongo que han encontrado mejor compañía con la que pasar la noche, tú ya me entiendes —le guiña un ojo justo en el momento en el que encuentran un lugar entre la multitud—.

—Bueno, creo que tú la has encontrado ahora —le dice Aiko al oído, aprovechando la escusa del baile para acercársele más—.

La música sigue sonando y abriéndose paso en el ambiente cada vez más cargado y mientras, las chicas siguen bailando ignorando las miradas lascivas que hombres —si es que se les puede llamar así —no se cortan en echarles. Aiko ve su oportunidad cuando la canción pasa del típico "estilo eléctrico" al que se estaba acostumbrado a una con un toque más "picante". Empieza a mover sus caderas de una manera más sugerente hacia su nueva amiga y poco a poco, acerca su boca al valle entre el hombro y la cabeza de esta, depositando un suave beso. Aiko desvía su mirada hacia arriba esperando —en el mejor de los casos —la aprobación de Mali, y al ver que esta le sonríe, lo toma como una invitación a seguir. Sus labios viajan desde su clavícula hasta la comisura de sus labios, y poco a poco, Mali toma la iniciativa y es ella la que inicia el baile, ahora de sus lenguas.

Pero su goce termina cuando Aiko siente un tirón en el hombro y se ve obligada a separarse, preparada para gritarle a sea quien sea el gilipollas que osa interrumpirlas.

Playing God; 5SOS #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora