CAPITULO 3

13 2 2
                                        

- ¿ Cuánto tiempo se tiene que quedar en el hospital?

- Yo diría que tres meses es poco, tiene magulladuras y heridas graves que quiero vigilar... a parte de... bueno ya sabes...

- Ya... ¿No hay ninguna cura?

- Hay tratamientos, pero cada caso es cada caso y habría que adaptar el tratamiento a ella. Esa es la idea principal

Abro los ojos, no se si esa conversación es un producto de mi imaginación o en realidad hay alguien más en la habitación, de todas formas no entiendo a que se refieren esas voces. Miro a mi alrededor y no veo a nadie. Intento estirarme para coger el mando que llama a la enfermera, pero una punzada en el abdomen hace que ahogue un grito de dolor y me encoja. Tendré que esperar a que entre alguien. Mientras, levanto la sábana y exploro las heridas que tengo por el cuerpo. La herida del abdomen es la más grande y la que parece ser más grave. Uno de los puntos de la herida se ha soltado con el movimiento que acabo de hacer y la herida ha empezado a sangrar. Me mareo al ver las gasas y los puntos y vuelvo a ponerme la sábana encima. Necesito un analgésico urgentemente. Haciendo acopio de todas mis fuerzas, consigo levantarme y llegar hasta el mando de la enfermera, lo que hace que me quede sin aliento aún sin haber hecho un gran esfuerzo. Justo en ese momento entran dos enfermeras e Ian. Al ver que me he levantado y que la herida me esta sangrando, los tres, ponen cara de susto y se abalanzan sobre mi.

- Vuelve a la cama ahora mismo - me ordena Ian mientras las enfermeras me ayudan a tumbarme.

- Hay que cambiarle el goteo, y ponerle analgésicos. También habrá que ponerle puntos nuevos, María dile al doctor Díaz que prepare el quirofano 3, le cambiaremos ahi los puntos.

Todos iban de aquí para allá a toda prisa. Me empecé a marear y a encontrar mal. Sacaron mi camilla al pasillo y me pusieron una mascarilla con oxígeno.... ¿Qué estaba pasando?

Entonces perdí el conocimiento.

****

Me desperté en la UCI, dolorida. Me dolió que mis padres no estuvieran ahí y que no hubiera nadie conocido allí, esperando a que abriera los ojos. A lo largo de la mañana vinieron varios médicos a verme, todos con cara de preocupación, cosa que no me tranquilizaba nada. Finalmente, me subieron a la habítación. Gabi estaba esperando allí, pero ni rastro de mis padres, el miedo volvió a apoderarse de mi, aunque su presencia me aliviaba. Cuando hubieron acabado de instalarme, las enfermeras se fueron y Gabi se sentó a mi lado.

- Cómo te encuentras? - preguntó con preocupación

- Estoy bien, cansada, pero bien. Soy yo la que tengo que preguntar si estas bien, tienes un aspecto horrible - dije intentándo tranquilizarle y esbozando una media sonrisa.

- Por lo menos conservas tu buen humor. No he dormido nada, no podía dejar de pensar en ti- dijo sonriendo.

- Yo estoy bien, parezco un robot, pero por lo demás todo bien de verdad

Él soltó una carcajada. Me gustaba oír su risa

- Deberías descansar, ha sido un día muy duro y debes estar cansada- dijo acomodándose en la butaca

- ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? - pregunté.

Se acercó a mi y me dio un beso.

-Sí, me quedaré lo que haga falta- me susurró al oído.

Me desperté de madrugada, Gabi estaba dormido apoyado en el lateral de mi cama. Sonreí al verle dormir tan tranquilo y me alegró saber que podría descansar, por que me daba la sensación de que llevaba varios días sin pegar ojo. Intenté volver a dormirme, pero mi cerebro se había puesto en marcha, y había algo que me inquietaba y no me dejaba dormir. Volví a mirar a Gabi y, como siempre, me invadió esa sensación de alivio y tranquilidad, pero recordé que lo que había entre los dos se había roto hace tiempo y, aunque albergaba la esperanza de que volviera a florecer algo entre nosotros, sabía que nada volvería a ser lo mismo. Volví a cerrar los ojos y desee con todas mis fuerzas que volvieran los recuerdos que había perdido, necesitaba saber que había pasasado, no soportaba vivir con esa laguna en mi mente, sin que nadie me dijera que había ocurrido. Cogí el mando de la cama y elevé un poco la parte de atrás para poder mirar por la ventana. Las vistas eran alucinantes, se veía toda la ciudad, iluminada en la noche. Era gracioso ver mil lucecitas encendiéndose y apagándose por toda la ciudad, aunque si te quedabas un rato mirándo acababas por marearte. Me cansé de mirar por la ventana y decidí hacer algo más entretenido. Encendí una luz y busqué algo con lo que distraerme un rato. Encima de la mesilla había varios libros, pero desde mi posición no conseguía llegar a ninguno de ellos y no quería repetir el episodio de la noche anterior, por lo que comprendí que me tenía que quedar quietecita donde estaba, mirando al techo. Gabi se despertó al rato, cosa que me alegró bastante por que me había cansado de contar los puntitos del techo.

Everithing is OkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora