Capítulo 8. Atrapados

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Tras el camino por aquella senda en medio de campos de labranza con vistas al mar, llegué a lo que parecía una cabaña abandonada.

(Tiene que ser esta)

En la entrada había dos personas, una de ellas era Pearl. La otra era una mujer a la que no había visto en mi vida.

-Señor Nick, ha llegado de último-dijo la pequeña sosteniendo una caja.- Ahora le toca llevar una caja más pesada.

-Si no queda otra...-suspiré pensando en el trabajo que me tocaba.

-Ah, por cierto, esta de aquí-señaló a la mujer de baja estatura y de avanzada edad.- Se llama...

-Bikini, la cocinera-interrumpió la mujer dándome la mano enérgicamente.

-¿Bi-bikini?-repetí confuso.- Pero no lleva...

-Jo, jo, jo... ¿Estás seguro?

-Mejor no lo averigüemos-sentí un escalofrío al imaginarme eso.

-Jo, jo, jo... La capitana ha hecho muy bien en añadirte al Saint-Várune-parecía que le agradaba.

-¿Verdad?-dijo la niña feliz.

-Bueno-la mujer interrumpió el silencio.- Voy a ir llevando esto al barco que la espalda me está matando.

-Yo también la acompaño-dijo la joven siguiéndola.- Señor Nick, dentro coja la caja que tiene pintada la letra L.

-Oído.

Cuando se alejaron, me acerqué a la cabaña. Todo iba bien hasta que al empujar la puerta noté que esta tropezaba con algo. Alcé la mirada y vi que le acababa de dar con la puerta en los morros a una chica cargada con una de las cajas. Traté de agarrarla antes de que cayese al suelo, pero todo fue en vano.

-¡Lo siento!-la miré tratando de comprobar si era Maya. Ahora que me paro a pensarlo, si llega haber sido ella probablemente ya estaría de camino a la quilla.

-Auch-dijo dolorida.- No se preocupe.

Cuando se levantó, comprobé que nunca antes la había visto. Por su atuendo, estaba claro que era otra pirata. Al incorporarse, me miró de arriba abajo. Sus ojos marrones penetraron en mi interior, como si tratase de analizarme el alma. Aquello me estaba molestando.

-¿Te encuentras bien?-agarré la caja que había tirado y se la di.

-S-sí, no ha sido para tanto. Estoy acostumbrada a cosas peores.

-¿Tú también eres del Saint-Várune?

(Menuda pregunta más estúpida, ¿de dónde va a ser? ¿de la taberna de al lado de mi casa?)

-Sí, permítame que me presente. Soy Iris, un placer-sonrió mientras me hablaba.

-Yo soy...

-Nick el aprendiz, ¿no?

(Ya veo que todo el mundo conoce mi alias)

-Puedes llamarme Phoenix Wright.

-Entendido.... Me gustaría seguir hablando con usted, pero tengo que llevar esto. Otra vez hablaremos, ¿qué le parece, Phoenix?

-Puedes tutearme.

-Perfecto. Nos vemos luego-salió de allí cargada con la caja.

(Bueno, en este barco también hay gente normal...)

Yo busqué la caja con la letra L, tal y como Pearls me había indicado. Cuando la avisté, me agaché para cogerla. Como la niña me había dicho, esta pesaba bastante. Como pude, la saqué de allí para volver al barco en el menor tiempo posible. A las puertas de la cabaña, algo captó mi atención. No me había fijado en ello cuando había ido hacia allí, pero, junto a la casa, parecía haber un pequeño sendero.

Crónicas Piratas. La historia que nadie supo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora