5.Gatito

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El sonido de la campana invadió los oídos de la princesa, su repicar tría un nuevo tiempo de libertad para ella.

Sonriendo, la princesa tomó el instrumento que tanto amaba tocar y era excelente en ello, porque como las princesas de los cuentos ella era talentosa; luego tomó su lonchera junto con su bolso, realmente mucha gente pensaba que ella era infantil, pero nadie se atrevía a contrariarla porque si alguien que no le parecía "lindo", se atrevía a hablarle, su rostro cambiaba completamente junto con su actitud.

—Lily...—diciendo esas palabras, alguien rodeó a Liliam por su delgada cintura—, ¿No ibas a ir a ver a tu novio antes de irte?

El cuerpo de la princesa sintió que alguien metía hielo dentro de su uniforme, o como era comúnmente llamado, "escalofríos".

—¿Qué...se supone que haces? —con una taimada y elegante voz, Liliam hablo lentamente—. Por favor, si tú valoras tu vida, debes soltarme inmediatamente.

El pie dentro de un fino zapato de charol de la princesa impactó contra el pie de Malcolm. Entonces un grito captó la atención del resto del salón, cuando dejaron sus asuntos para ver de qué se trataba, Malcolm estaba agachado sujetándose el pie.

—¿Eh? ¿A dónde se fue el tipo rudo? —Liliam murmuró eso mientras empujaba sus gafas—, si tú quieres al menos que yo te considere algo más que una...lapa pegada a la suela de mi zapato, por favor no me toques.

La princesa caminó hacia la puerta sin siquiera mirar al ogro detrás de sí, que se retorcía en el suelo.

Lo que Malcolm hizo le había molestado. Si ella era una princesa, entonces, ¿Por qué un sucio ogro había puesto sus manos sobre su delicado cuerpo? Aun siendo pequeña, a Liliam no le gustaba ser tocada por personas que no fueran Feliciano o su padre.

De niña, ella era una princesita obediente, recatada, siempre siguiendo a su padre con pasos demasiado ligeros, siempre luciendo hermosos vestidos que él le compraba, adornando su pelo con listones de colores...Todo era perfecto para ella y su padre, eran una familia feliz.

Sin que se dieran cuenta el tiempo iba pasando y ella se parecía cada vez más a su madre, hasta que un día, la mano que cariñosamente extendió hacia su padre fue ignorada...sí, lo recordaba muy bien...recordaba todo demasiado bien.

—Milady—la voz de Feliciano sacó a Liliam de su trance—, ¿Qué hace parada en la puerta? Se supone que debemos irnos ya, si llega tarde se perderá su merienda con el Amo.

Después de que la última palabra algo se sintió como si se astillara en el pecho de la princesa, pero, de todos modos, caminó hacia la salida con la persona que era casi su padre aparentando que no le importaba.

Después de que ambos salieran, Liliam se fijó en el largo auto negro estacionado frente a la escuela. Si la limusina estaba ahí, significaba que viajaría en compañía de su padre.

—Ah, ¿Esa persona vendrá? —con voz monótona, Liliam lo murmuró mientras sacudía polvo inexistente de su falda y alisaba arrugas invisibles. Entonces, la princesa por simple casualidad se giró y en su campo de visión se encontró con el hada de esa mañana, agachada con su teléfono en mano tomando foto de una caja de cartón...o al menos, eso le parecía a Liliam.

—¡Winter! —sin un segundo pensamiento, la princesa exclamó el nombre del hada y corrió a su dirección, olvidándose por completo de con quien estaba y que estaba haciendo—¡Hola~! —saludando con una enorme sonrisa, la princesa se inclinó para ver que estaba fotografiando el hada, resultó que era un gato muy pequeño, pero ya que la princesa apenas podía verlo entre todas las mantas, casi no supo lo que era—¿Eh? ¿Eso...? ¡Oh, un gatito!

La princesa no salía de su castillo, así que no estaba para nada acostumbrada a ver esa clase de cosas.

—Hola...—el hada habló en la misma voz baja de siempre—, u-uh, sí...

—¿Uh? Está muy pequeño...

De nuevo, la princesa demostró su poco conocimiento sobre esa clase de cosas.

—O-oh, bueno...es que no nació hace mucho, sus ojos todavía están cerrados, ¿Ves? Alguien lo dejó aquí esta mañana—con una sonrisa sincera, Winter miró a Liliam—, me lo llevaré a casa.

—¿Uh...? —con un rostro lleno de confusión, la princesa ladeó la cabeza sin saber que decir—...¿A casa?

—Sí. Cuando nacen los gatitos son ciegos, tampoco pueden hacer cosas como ir al baño solos...Así que, si lo dejo aquí va a morir, ¿No crees que es triste? —para cuando lo dijo, la chica con mejillas llenas de pecas estaba hablando un poco más alto y miraba a Liliam a los ojos, sin dejar su sonrisa amable.

"Uhh...¿Así es como sonríen las mamás...?" ese pensamiento pasó por la cabeza de la princesa mientras sentía su corazón volverse cálido por aquella sensación que estaba experimentando.

—Sí...¿Por qué alguien lo dejaría aquí?

—Uh...—el hada no supo que decir por unos segundos—, tal vez no sabía cómo cuidarlo...

—Pobrecito...Uh, Winter—la princesa hizo una pequeña mueca—, debo irme, tengo un asunto que atender con mi padre.

—¿T-tan pronto...? —en el fondo de su corazón, el hada sintió que la princesa se iba porque ella le estaba aburriendo—...A-adiós, ten un buen día....

—Adiós, Winter...uh, me preguntaba si querías almorzar conmigo mañana.

—¿Contigo...?

—Sí, te voy a esperar en el salón de música, cuando no estoy con Hiro o Lucian me la paso tocando allí, me gustaría hablar contigo.

—O-oh, claro...Te veo mañana, Lilia---...Lily.


El lirio que creció en el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora