2. En el avicci, querido

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—Es usted realmente muy hermosa, la más hermosa en todo este mundo...—eso es lo que la persona que cuido de Liliam en su infancia dijo mientras cepillaba su cabello negro, si se dijera que esa persona no tomo cuidado de Liliam en todos los aspectos, ciertamente se estaría diciendo una gran mentira.

—...Yo no soy...—Liliam tenía su visión enfocada en el gran espejo del tocador—...yo realmente no soy para nada hermosa.

Ella no se sentía hermosa, nunca se había sentido hermosa. Se había aprovechado de que la consideraran como tal varias veces, pero en el fondo de su corazón jamás se había visto a sí misma como una joven hermosa.

—A mí me encantan sus rasgos delicados, sus sublimes ojos, su hermoso cabello negro... por lo que la considero muy hermosa...pero lo que más me gusta de usted es que es una gran persona, mi señorita.

—Tal vez...tienes razón...sí, Feli, tienes razón...—afirmó cruzándose de piernas. Probablemente, lo que ella había dicho sobre si misma era una mentira o al menos así es como ella lo consideraba.

"Que cara tan desagradable... ¿Por qué no luces más como ella? Deja de llorar, te ves realmente patética, ella jamás lloró por cosas estúpidas como tú...Tú...estorbo, realmente no deberías haber nacido."

—F-feli—su voz estaba quebrada y sus ojos se estaban poniendo acuosos—...¿Crees que me parezco a ella...?

—¿A quién, señorita?

—Si me parezco a...—tomó una profunda bocanada de aire—...esa persona, a ella... ¿No era ella muy hermosa? Hermosa como una rosa...

Liliam lo miró inquisidora mientras Feliciano pensaba en su respuesta, pronto, él sonrío mientras tomaba una de las flores de la vasija en el tocador.

—Mi señorita es la más hermosa por lo que mi señorita no puede parecerse a ella, en mi humilde opinión un lirio es mucho más bello que una rosa, así que la respuesta es no, mi señorita no luce como esa persona.

—Feli—su voz se había alegrado un poco y una sonrisa apareció en sus labios rosados—, tú realmente sabes cómo hacer que yo me sienta mejor.

Feliciano sonrió y Liliam se levantó lista para irse a la escuela junto con él, no es que ella fuera a caminar de todos modos, y es porque si lo hiciera llegaría tarde a la escuela, no sólo tarde, llegaría realmente tarde, al punto de que perdería una o dos materias.

—Para eso estoy, señorita—Feliciano dijo estas palabras con una amplia sonrisa y ojos amables detrás de sus gafas negras—, ahora, es mejor que nos apresuremos o usted llegará tarde a la escuela. Dígame, ¿No ha considerado seriamente el tomar clases en casa? Se ahorraría esta clase de percances...además, no tendría que usar un feo uniforme.

Liliam enarcó una ceja ante las palabras del hombre en traje, sin darle mucha importancia empezó a caminar con una sonrisa producto de la diversión de sus comentarios.

—Feli, realmente necesitas dejar de meterte en mis asuntos, oh, por cierto... ¿Cómo crees que reaccionará esa persona si tú dices que el uniforme de su escuela es feo? De todos modos, aunque sea feo, en mí, como todo lo que uso, se ve divino.

—Ah, señorita...realmente necesita dejar de ser tan vanidosa, ¿No lo cree? Sería más sencillo para usted.

Y así, ambos empezaron a hablar sobre los aparentes defectos del otro durante todo el camino a la escuela sin parar su charla ni un segundo. Por supuesto, no era que ellos se llevaran mal o gustaran de discutir, pero era su forma de demostrarse su mutuo afecto; para el momento en el que el lujoso auto se estaciono en la entrada ellos ya habían despotricado lo que pudieron ser infinidades de cosas sobre sí mismos.

—Señorita—Feliciano tomó la mano de Liliam antes de que ella terminara de salir del auto color negro—, ¿No está usted olvidando algo?

—Uh...—Liliam se quedó pensativa por varios segundos, con la cabeza en las nubes tratando de recordar lo que tenía que hacer—...Oh, sí, esto es justo lo que debo hacer.

Se inclinó con una gran sonrisa y ojos brillantes para estar más cerca de Feliciano, una vez que sus rostros estaban a centímetros de distancia puso un pequeño beso en su nariz.

—¡Listo~! —canturreó como niña pequeña en una dulcería, alargando innecesariamente la palabra y aplaudiendo—¡Un beso de despedida para Feli~!

—En realidad iba a decirle que estaba olvidando su violín, su almuerzo y hasta su bolso...pero el beso realmente se agradece.

—Uh...~—Liliam infló las mejillas en forma de puchero—...Gracias de todos modos, mi más querido cerebro de alpiste~.

Después de tal infantil despedida, Liliam tomó el estuche de su instrumento de cuerda junto al resto de sus cosas y empezó a caminar (más bien avanzaba en una especie de baile) felizmente hasta encontrarse en los pasillos de la escuela y posteriormente su aula.

—Soy una princesa...~ Lulilalulilala...~—cantó mientras ponía el estuche de su violín debajo de su asiento junto con su lonchera para luego sentarse sobre la mesa moviendo las piernas en una alegría aparentemente infinita. No es como que a ella le importara que las personas le miraran, de todos modos, era bastante popular pero casi nunca hablaba con nadie.

—Lily, bebé—una voz masculina perturbo su alegre canto, frente a ella estaba un muchacho rubio (eso era una mentira, ¿No? Él era rubio teñido), la persona que la interrumpió era Malcolm, un chico unos grados mayor que solía insistir en que saliera con él.

—¿Bebé? ¿En serio? —en su rostro había una realmente amplia sonrisa, pero la alegría no le llegaba a los ojos y su voz destilaba odio puro—...Malcolm, mi querido, no soy una recién nacida para que me llames bebé...y por lo que más quieras no me llames Lily, así sólo me llaman mis amigos.

—¿Insinúas que somos más que amigos?

—Nope—dijo girando un mechón de su pelo entre sus dedos—, insinúo que espero que ardas en lo más profundo del avicci...de cualquier manera, aunque yo estuviera interesada en hombres jamás saldría contigo, tengo estándares demasiado altos.

—...sólo dices que te gustan las mujeres porque no has encontrado al chico indicado.

—Se podría decir lo mismo de ti, que~ri~do~.

El lirio que creció en el inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora