Capitulo 2: Recuerdos

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La señora Delly estaba un poco mejor, en comparación a cuando llegue a trabajar a su casa ya varias semanas atrás.

Seguía enferma y aunque sus días estén contados, esta menos cansada que antes. Ahora puede bañarse casi sin mi ayuda, solo necesita que la ayude a meter al baño. Pasa un poco más de tiempo con la pequeña Annie.

Esa niña es una hermosura, tan tierna y bonita. Con terapia estoy poco a poco logrando que se exprese y hable. Es muy tímida y sensible.

El señor Mellark, Peeta, como le gustaba que le dijera. Pasaba toda la mañana en la panadería, venía al medio día y se llevaba a su hija para traerla luego en la tarde, y nuevamente se iba para regresar de noche. Eso era cuando tenía mucho trabajo o alguien de sus empleados faltaba. Pero casi siempre pasaba desde la tarde aquí, en la casa.

Sino jugaba con Annie, leía; sino leía, hacía uno de sus pasteles o dulces que aunque nadie sabía, a mi me encantaban; también de vez en cuando entraba al cuarto de su esposa, pero rápidamente salía.

Sinceramente no los veía como un matrimonio normal, obviamente ella estaba enferma, le daba tristeza, pero veía que a él no le daba ese dolor de perder a su pareja. Ese dolor que vi en mi madre al morir mi padre.

El señor Mellark era callado, conmigo. Me saludaba y se despedía, y una que otra vez me conversaba o preguntaba algo, peor yo, que soy muy tímida y callada.

Algunas veces cuando atendía a la señora Delly y el señor estaba ahí, sentía que me miraba y que seguía mis movimientos. Algunas veces lo atrapé mirándome, mas él nunca viró los ojos, más bien siguió mirándome. Yo era cuando lo atrapaba, la que dejaba de mirarlo. Dos veces me fijé que la señora Delly se dio cuenta. Pero en ningún momento me dijo algo, jamás. Otras veces también lo sentía mirarme. Cuando jugaba con su hija, cuando cocinaba, cuando estábamos solos en una habitación era peor. Ahí sentía hasta raro en ambiente, como a fuego. Además siempre él olía a pan, a pan recién salido del horno. Un olor que me atrapaba.

Y por más que quiere negarlo, el señor Mellark me atraía.

Me atraía su forma de caminar, de hablar y expresarse; la forma de tratar a su hija, de como la ama sobre toda las cosas. De su personalidad. Y sobre todo, de su contextura, su grueso cuerpo, su cabello rubio con pequeños pelos rizados que caen por su cara, sus ojos atrayentes y la masculinidad que el proyecta. Me sentía siempre con él cohibida. Sobre todo porque siento que él me mira.

Espero equivocarme, porque solo soy la enfermera de su esposa, ayudo en la casa y cuido a su hija. Por Dios, él es un hombre casado. Que pensará la gente, su esposa que tan bien ella me ha tratado y se de cuenta de las miradas que el me da, e incluso las miradas cuando el no se da cuenta que rara vez yo le doy.

Una tarde, la señora Delly habló conmigo, varios días atrás. Y desde entonces, supe que ella sabía como me miraba su esposo.

-necesita algo más, señora Delly?-

-si, Katniss. Páseme ese libro que azul que está en la silla-

Me acerqué y lo agarré el libro.

-siéntate en la silla un momento Katniss, quiero contarte algo-me dijo al entregarle el libro-antes cierra la puerta-

Hice lo que me pidió, una vez sentada en la silla, comenzó hablarme.

-eres una jovencita Katniss-

La Enfermera-TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora