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Ezio estaba confundido, pensó que se tiraría a sus brazos a abrazarlo, no esperaba esa reacción.

Subió hasta su habitación mirando todos los cuadros... Era un poco tétrico, pero a la vez romántico que tuviera tantos cuadros suyos, lo había estado recordando...

Escuchó cómo ponía seguro a la puerta y tocó suspirando.

— Está vez no te dejaré escapar, abre— Murmuró

— No! ¡Vete! ¡Idiota! ¡Es propiedad privada! — Gritó Leo mientras se cubría con una almohada.

— ¡No me iré!, ¡no te dejaré de nuevo! ¡Abre! — Siguió tocando con insistencia.

Ezio miro como Salai subía y con una sonrisa maliciosa sacaba unas llaves, Ezio las tomo y abrió la puerta, Leonardo se sobresaltó mientras se cubría con las almohadas.

— ¡SALAI SUCIO TRAIDOR! — Gritó al momento que Ezio abría la puerta.

Ezio se acercó a él, miró como temblaba y se abrazaba a la almohada escondiendo su rostro, apartó el cabello de su mejilla y se acercó a dar un suave beso, miró como se relajaba lentamente, se sentó en la cama y lo tomó en sus brazos sentandolo en sus piernas mientras miraba como aún abrazaba la almohada.

— Preferiría que me abrazaras así a mi... — Murmuró acariciando su mejilla

— Cállate, bastado... Me dejaste plantado por tú ex... — Dijo temblando

— Tú me dejaste por dos años... — Suspiró

—No quería hacerlo... Pero, debía — Murmuró

—Me dejarías ver tu rostro mejor?... — Dijo Ezio intentando quitarle la almohada.

Leo negó, no quería que viera la aberración que era, se abrazo más a la almohada mientras se hacía bolita, Ezio suspiro.

— El juego debe acabar. Quiero verte... Quiero ver mi premio... — murmuró — resolví el misterio ¿no?
— No idiota... Vete... — Murmuró
— No me iré hasta probar tus labios — Sonrió

Leonardo se quito la almohada rápidamente para darle un corto y dulce beso en los labios y volver a cubrirse, Ezio rió y se acercó a atacar su cuello a mordidas y besos, Leo soltaba pequeños jadeos hasta que logró apartarse, Ezio se había quedado con la almohada.

Leo era precioso, su piel blanca hacia resaltar el sonrojo de sus mejillas, sus labios gruesos que Ezio deseaba devorar y no hablar de sus preciosos ojos azules, era como mirar el cielo, simplemente divinos.

— Soy horrible... Lo sé... — Dijo el pintor bajando la cabeza

— ¡Eres preciso! ¡Lo más hermoso que he visto en mi vida! — Dijo sonriendo y se acercó a dar un beso en sus labios.

Uno lento... Con amor y ternura, uno que recordarian hasta la eternidad, moviendo suavemente sus labios sobre los del contrario, mordiendo y succionando de vez en cuando, aquel beso era simplemente perfecto.

«Amor de Tinta» || EzioLeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora