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Vaya, en serio no puedo creer lo cobarde que se ha vuelto. Y estúpida. Ella se acuesta en la calle, en esa oscura calle fría y húmeda que ni siquiera un drogadicto usaría para dormir, cierra los ojos y comienza a dormitar. ¿Tan rápido? En ese momento recuerdo el efecto que tengo en ella cuando estoy molesto. La pongo tensa y aparte de eso, le causo una especie de sueño hipnótico o algo así. Ella no puede evitarlo. No me siento culpable, siento que es correcto que sienta un poco de remordimiento pero estoy tan molesto que no me importa nada. Llevo días así. No puedo evitarlo, lo odio, odio lo que están haciendo en esa casa. Y también odio que no pueda ayudarle. Decido ponerme a su lado, recordando que quizá solo me tiene a mi. Ella abre sus ojos repentinamente y comienza a temblar. ¿Qué sucede? Me pongo alerta inmediatamente pero aparte del olor a mierda, no siento nada más.
Espera... ¿Es por mi? ¿Carajo, es en serio? Vuelvo a ponerme de mal humor y le suelto un fuerte gruñido que ella se traga con los ojos abiertos como platos.
—¿Agnes? — dice una voz.
Lo veo a él. Ese chico asqueroso, Dummon? Donnatelo? Duriano?
—¿Dorian?
Eso.
—¿Qué haces aquí?
Se acerca en la oscuridad, sus zapatos brillantes empapándose por la lluvia.
—Agnes, por Dios, es tarde, está lloviendo, ¿tienes frío?
No lo tiene, por algo estoy aquí, imbécil.
—No... No recuerdo cómo llegué aquí. — su voz tiembla.
Vamos, Agnes. Ten más valentía. No sobrevivirás a lo que viene después con esa actitud.
—Vamos, te llevaré a casa.
Él se acerca a ella y yo gruño pero él lo ignora. Decido empujarlo, fuerte. Él se va dos pasos atrás y se pone pálido. Luego recupera su color normal y vuelve a recogerla. Ella está atenta a mi, como si esperara que los matara o algo así. Podría, tengo poder ahora. Pero no lo haré. Al final de cuentas, él va a darle algo de comida y le hará parecer menos esquelética.

Él es cruel. Puedo sentirlo siéndolo. Puedo sentir el enojo y el odio que siente, todo el tiempo. Está molesto. Nunca lo había estado tanto. De hecho, recuerdo que en un tiempo incluso había sido dulce conmigo. Ja, como puedo decir eso de un fantasma. Lo puedo sentir cerca, muy cerca. Dorian me abraza y comienza a calentarme con sus manos, su suéter parece no hacer efecto en mí muerto cuerpo y todo es tan confuso. Llegamos a una casa grande, escondida entre los árboles de un bosque. Hay un pantano. Me doy cuenta que Dorian es millonario. ¿Quién tiene una casa así en medio de la nada? Con un pantano.
En ese momento dejo de sentir dolor de cabeza y presión en la espalda. Mis oídos se destapan y todo está bien ahora.
Todo está bien ahora.
—Vamos. — me dice Dorian.
En ese momento me doy cuenta que me he dejado llevar, otra vez. ¿Qué no puedo tener mando sobre mi vida? ¿Por qué Dorian me lleva a su casa? ¿Está la policía ahí?
—¿Vas a entregarme?
—Seguro.
En vez de sentir enojo, solo me siento indiferente. Me doy cuenta que eso me alejaría de esa estúpida secta.
Caminamos por el jardín y le pregunto a Dorian por el pantano. Él se queda tieso y me mira con el ceño fruncido.
—¿Estás...? ¿Estás drogada?
—Dorian, ¿Que tiene de malo que te pregunte por tu pantano?
Él me mira con el ceño fruncido y me hace entrar a la casa, me lleva a una habitación en el primer piso con vista al pantano. Me acerco a la ventana, mis ojos abiertos de par en par, observando el pantano oscuro. ¿Qué hora es?
—Puedes quedarte aquí, por hoy. Llamaré a las autoridades para que vengan a traerte entre hoy y mañana. Estarás mejor así, Agnes, es lo mejor y lo sabes.
Asiento con lentitud, aceptando la derrota.
La puerta se cierra en silencio, dejándome sola en el cuarto, la ventana rechina, no sé si por el aire o por el fantasma. No sé cuánto tiempo me quedo ahí parada viendo el pantano, pero estoy segura que ha pasado bastante. Entonces veo una sombra. La misma sombra que estaba siguiendo por la tarde, era como si estuviera caminando cerca del pantano, al igual que yo. Entonces veo mi propia sombra cerca de la de él. Y me asusto. Giro lentamente mi cara para ver al lado mío si hay alguien pero no veo nada. Las sombras parecen alejarse, no caminando ni nada por el estilo, simplemente se vuelven grises y grises lentamente. Abro la ventana y salgo con rapidez, caminando hacia el pantano. Las sombras ya no están cuando comienzo a acercarme, sé que no pueden estar lejos.
¿Será que sí estoy drogada? Al principio creí que era mi propia sombra junto a la de alguien y ahora estoy persiguiendo dos sombras. Me toco la frente sudada y noto que está fría. ¿Estoy enferma? ¿Me enviaran a un manicomio? Comienzo a respirar con rapidez, asustándome de mi propia imaginación. Podría estar loca. Podría estarlo. Me acerco a la orilla del pantano, mis piernas temblando. Entonces me acerco a la orilla, mi cara quedando cerca del agua. Siento un fuerte empujón en mi espalda y caigo al agua.
—No! — grito y salgo a la superficie, tratando de mantenerme fuera de esa sucia agua. Un fuerte empujón de nuevo, esta vez en mi pecho que me hace caer de nuevo.
—NO... NO! — grito y me pongo a gritar, no queriendo que me haga esto.
Pero me hundo y el pantano parece convertirse en un lago, profundo y frío. Cierro mis ojos y decido qué es mejor rendirse.

Estoy sentada en el jardín, esperando a mi madre para que me llegue a traer. Faltan cuarenta minutos para que ella salga del trabajo y son treinta para venir a la escuela. Empiezo a escuchar risas a mis espaldas pero decido no voltear. Sé quienes son. Ellos dos se acercan a mí y me sonríen con amplitud, el mayor viéndome con intensidad y una linda sonrisa en sus labios. Él es el chico más lindo de la escuela. Bueno, para mí. Él es tierno y amable. Y guapo. No tanto pero es lindo.
—Agnes, ¿Aún aquí? ¿Y tú madre? — me preguntan el menor, Edmund.
—Sí. — murmuró con miedo.
Edmund me sonríe y se va de nuevo a la escuela, moviéndose con la agilidad de un tigre. Daniel me sonríe y se sienta a mi lado.
—¿Quieres compañía?
No contesto, solo siento que me sonrojo. Él sonríe y comienza a juguetear con sus manos. —Agnes, deberías saber que...
—¿Agnes? — la voz de una chica llama mi atención.
Cuando la veo, me doy cuenta que es Gina, la novia de Dorian. —Gina!
—¿Quieres que te lleve? Voy cerca de tu casa, podemos comprar un helado de camino.
Ella señala su bicicleta doble y yo asiento con la cabeza. Me pregunto dónde estará su mejor amiga, Julieth.
—Adiós, Daniel. — le digo, lanzándole una tierna sonrisa.
Él solo me observa serio y un poco molesto pero luego me agita la mano y yo me voy.

—Agnes, ya basta. — me dice Dorian.
Abro los ojos y veo luz del sol, una enorme cama y cortinas color marfil.
—¿Qué...?
—Estabas gritando. Muy fuerte. Despertaste a mi padre.
—L-Lo siento. — susurro.
—Esta bien. — murmura él y se pasa una mano por el pelo. — son las seis de la mañana. ¿Quieres comer algo?
Niego con la cabeza pero él no se da cuenta y sale del cuarto. Pronto escucho que comienza a cocinar y siento el aroma de su comida. Mi estómago gruñe.
Entonces recuerdo todo y me asusto. ¿Estaba muerta? ¿Qué pasó conmigo? ¿Dónde estaba? ¿Fue todo un sueño?
Recuerdo ver mi propia sombra huir con la de un hombre y luego caerme en el pantano que luego se convirtió en un lago y luego... Nada.
Me levanto corriendo para ir al baño y observo mi cara. Estoy drogada. Debo estarlo. Jamás había teñido alucinaciones así. Y luego ese sueño... Era un sueño, no? Se sentía tan real. Pero hace tanto que no voy a la escuela que sé que era un sueño. O un recuerdo...
Comienzo a pensar, viendo mis ojos grises con horror. Y qué si morí? Morí por unos segundos y recordé cosas. Tal vez.
Comienzo a asustarme de mi misma. Estoy demente.
Pero... La sombra junto a mí anoche...
Mi sueño...
Todo parece relacionarse. Fuera de mi demencia, ¿Por qué me mostró ese recuerdo? ¿Por qué mi propia sombra estaba a su lado?
Diablos, creo que me volveré loca si no llego a entender esto de una sola vez. ¿Qué es todo esto?


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Yo creo que ya van entendiendo 😳

P.K Martínez

Mi Novio El FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora