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Hago rodar una roca con mi bota y Dan la sigue con la mirada, como esperando saber qué es lo que quiero que haga.
—Dan, qué estúpido nombre para un gatito. — me dice Jo.
Dan se lanza hacia sus pies y comienza a rasguñarla, ronroneando enojado y mordiéndola. Lo tomo entre mis brazos y él me pasa las patas sobre la cara, sus uñas apenas rozándome.
—No querrás lastimarme, Dan.
Él me mira fijamente y yo me voy a sentar al lado de Jules, sintiéndome cansada mentalmente. Jules me ha molestado tanto estas últimas dos semanas, pero tanto, que creo que voy a matarlo. Ni siquiera me deja salir, y no me preguntes cómo es que él puede mandarme ahora.
—Aleja a ese maldito animal de mi! — me alega.
—Oye Jules! Cállate! Déjame en paz un momento...
Dan se baja de mis piernas y se va al pasillo, por donde está el cuarto de Jules. Oh, ya lo conozco. Ya lo hizo dos veces en estas semanas, él se orina sobre las cosas de Jules. Pero esta vez no me importa ganarme una buena regañada, lo dejo ir. Nos quedamos ahí sentados, viendo a los gemelos cocinar y hablar apresuradamente, enojados. Estamos sentados afuera, en el sucio patio de la casa.
Me pongo a pensar en Dorian, en que hubiera pasado si lo hubiera dejado delatarme. Seguro no estaría aquí y sería mejor que cualquier cosa. Dan regresa dando pequeños saltos y lamiéndose, Jo viene detrás de él, con rostro asustado. Me asusta que ella se asuste, ya que ella es bastante tranquila. Será que sacó sangre en sus orines mi pobre gatito? Comienza a llorar y Jules se para y le pregunta qué le sucede. Siento un rasguño en mi tobillo y veo a Dan haciéndome como un masaje con sus dos patas, como... Como si estuviera impregnando su olor ahí.
—¡Estoy embarazada! — chilla Jo.
Me quedo tiesa, al igual que todos en la casa. Lentamente, muy lentamente, elevo mi mirada de Dan, quien también se ha quedado quieto, y veo a Jo. Ella está pálida y las lágrimas llenan su rostro. Jules entra a la casa y le dice algo con rapidez, por lo que ella asiente y luego la puerta se cierra frente a nosotros. Mi gato se sube por mis pantalones hasta mi suéter de lana y se engancha ahí, sus ojos estando abiertos y asustados.
—¿Embarazada?
—Me hice una prueba. La deje en el baño desde hace un rato, no quería verla. Estaba completamente segura. Y... Lo estoy. Leí las instrucciones mil veces y es un sí. — susurra con ojos asustadizos.
Siento un gran dolor en el estomago. Y sé que no debería sentirlo. Es algo bueno. Embarazada! En hora buena. Pero esto me da una mala impresión. Algo no está del todo bien. Quizá es porque odio tanto a Jules o algo así. El hijo es de Jules, ellos son algo parecido a una pareja, es más que obvio. Corro por el patio hasta mi ventana y veo por las persianas hacia adentro. Mi gato esta enganchado en mi espalda temblando y ronroneando como retando al mal. Mi ojo se asoma por un agujero de las persianas y veo a Jules escarbando en el armario del fantasma. Así lo llamo ahora. Mi gato comienza a morderme la oreja enojado y yo sólo lo empujo ligeramente. Mis ojos se abren ampliamente cuando veo que Jules se vuelve loco y comienza tirar todo por ahí. Algo golpea con fuerza la ventana frente a mí y mis piernas tiemblan. Me escondo, agachándome para alejarme de la ventana y mi gato se va corriendo, lejos del patio.
—Dan! — susurro.
Él me ignora y se va corriendo lejos. Me pego a la pared, miedo invadiéndome. La ventana está sonando tan fuerte, tengo la idea que Jules está tirando cosas en la ventana con furia.
—JULES! — escucho un grito.
Se volvió loco!
—JULES!
Comienzo a asustarme esta vez más que otras veces y lo que hago es entrar a la casa. Busco a los gemelos pero ellos están en el cuarto deteniendo a Jules de hacer todo el desastre. Jules tiene cara de maniaco.
—Esta embarazada. Embarazada. — comienza a reír mucho, sin parar. Lo que hago es alejarme lentamente del cuarto y sus ojos se fijan en mi, locos.
—Y tú, perra, vas a colaborar. — respira. —No sé qué pensaba Jo al traerte. Lastimosamente no me puedo deshacer de ti ahora.
No entiendo nada de lo que en dice. Solo puedo comenzar a caminar lejos. Él se ríe ligeramente y sale detrás de mí.
—Agnes, ven acá.
—No, no me junto con gente loca. — le digo y me siento en la mesa, tratando de lucir tranquila aunque por dentro me muero de... No sé, no sé si es miedo. Pienso que es más como desconcierto. Me parece que todos están locos aquí. Jules se sienta frente a mí y comienza a comer de un plato que estaba ahí. Yo no puedo evitar fijarme en el suelo de la sala, lleno de cera y tiza por todos lados. En ese momento es donde me doy cuenta lo estúpida que soy. ¿Qué hago aquí?
—Necesito que me ayudes, Jules. — le digo.
Él eleva la mirada y me mira cuidadoso. —¿Por qué lo haría?
—Porque soy fastidiosa, porque me odias, porque no me quieres ver de nuevo y porque necesito salir de aquí y tú también lo quieres.
—¿Salir de aquí? ¿De qué hablas?
—Quiero irme.
Pienso en Dorian y qué hubiera pasado si me hubiera ido con él. Si hubiera dejado que me entregara a las autoridades.
Jules niega con la cabeza y se va sin contestar. Y no le puedo volver a hablar después de eso. No me deja acercarme. Ni a ajo, ni a nadie. Y lo peor es que mi gato ha desaparecido. Una semana sin verlo. Y el amigo que tenía, el fantasma, se fue también. Así que no tengo a nadie. Estoy preocupada por él, era solo un bebé. Odio este lugar. Ahora las reuniones se han vuelto más y más frecuentes. Hacen reuniones en las mañanas y en las noches. Jo se ha unido a ellos o algo así ya que siempre asiste a las reuniones. Y dejó de trabajar, se mantiene en el cuarto de Jules y no me habla. Quiero irme de aquí. No sé cómo pude aceptar venir a una casa extraña a vivir. ¿En qué estaba pensando? Muchas veces he considerado irme. Pero entonces pienso en mi gato. Es lo que más me importa de todo, es lo único que tengo. Pero el que las reuniones se hagan cada vez más grandes, cada vez más ruidosas y más terroríficas me hace querer dejarlo todo e irme. Solo espero aún vivir cuando mi gato regrese.

Mi Novio El FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora