Parte 2

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Hace 8 años, era la fea y la tonta del salón. Pero después del colegio me aleje de todo y de todos, hasta de mis supuestos amigos que me abandonaron y decepcionaron, simplemente nunca les importe. Alejarme fue lo mejor, encontré amigos que se nunca me abandonaran.

Él, era Xabiani, el chico más perfecto que había en toda la escuela. Como alguien gracioso, divertido, con una sonrisa y ojos increíbles, con esa voz que hipnotizaba, con palabras que endulzaban, siendo hermoso por dentro y por fuera, se iba a fijar en mí, la tonta, la que se dejaba hacer de todo por sus compañeros, a la que explotaban, a la que por tener los amigos que tenían, odiaban, a la que sus propios amigos aislaban, esa, la boba y aparte fea, como alguien tan increíble y eternamente perfecto, se iba a fijar en mí que ni existía para el resto del mundo.

Íbamos en mismo grado pero en cursos diferentes, me iba bien en último grado, no era la mejor, había mucha competencia y podrían pasar sobre todo solo por eso. Ya estaba cansada de los malos tratos, la competencia, ese salón que me hacía mal, hasta que no aguante más.

Yo: Señora directora.

Directora: Señorita Santamaría ¿Que la trae por acá?

Yo: Venía a hablar con usted, necesito un gran favor.

Directora: Si, dígame.

Yo: Me quiero cambiar de salón.

Y así tan fácil, sin razones de vida, sin explicaciones baratas, termine en el salón de Xabiani, habían 4 cursos y termine justo en el de él. Bueno no sé si fue fácil, luego me entere que necesitaban subir el promedio del salón y yo podía hacer eso.

A la semana siguiente estaba en el nuevo salón de clase, si creía que haciendo ese cambio, iba a cambiar algo, pues me equivoque. Era igual o peor, mis nuevos compañeros no me conocían y aun así me trataban mal ¿Y Xabiani? Nunca hacia nada. Creo que lo tenía en un altar pensando cómo podía ser y a la final no era como yo creía. Solo miraba como todos me insultaban y se reían de mí y nunca hacia nada.

Lo conocía de mi barrio, vivíamos cerca, nuestras madres eran mejores amigas, pero extrañamente nunca nos obligaron a convivir. Lo conocía por lo que hablaba su mamá, como lo describió. Sabía que era tierno, gracioso, bromista, encantador, y para rematar músico y así me fui enamorando, tan solo con las palabras de su madre. Pero esta última semana me había dado cuenta que quizás no era tan perfecto como había oído todos estos años, y que su mamá lo había sobrevalorado como hacen todas las mamás.

Un día mis compañeros se pasaron conmigo. Llegue al salón de clase y mi lugar estaba lleno de papeles, con los asientos volteados, me habían rayado todo. No aguante mas y me fui. Luego me di cuenta que no valía para nada la pena darles el gusto y volví. El resto del día estudie como si nada hubiera pasado. Al final sonó el timbre, me quede recogiendo todo, estaba tan concentrada en mis cosas que no me di cuenta que Xabiani también estaba ahí.

Xabiani: ¿Estas bien?

Yo: Súper bien, no me ves.

Xabiani: Jessica!

Yo: ¿Qué quieres?

Xabiani: ¿Saber si en realidad estas bien?

Yo: Pues no, no estoy bien, creí que en realidad eras diferente, pero me di cuenta que estoy equivocada.

Y me fui, no sé qué pretendía intentando hacer el que estaba preocupado, eso conmigo no iba a funcionar, aunque me muriera por él, todo lo que había pasado algo cambio. 

A 4 MIL KILÓMETROS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora