Parte 3

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Llegue a casa pero decidí no decirle nada a mamá, me sobreprotegía mucho y no quería que se preocupara por una situación que yo ya había manejado.

Mama: Tienes visita – con una sonrisa en su rostro –

Yo: Pero si no hay tareas ¿quién es?

Mama: Sube y lo averiguas – se veía muy contenta, aun así yo no tenía la menor idea de quien era.

Subí a mi cuarto, y cuando entre, lo vi, era el, Xabi.

Yo: ¿Qué quieres? ¿A qué viniste?

Xabiani: Te quería pedir perdón, y preguntarte una cosa.

Yo: Dilo rápido que quiero descansar.

Xabiani: ¿A qué te referías con que creías que yo era diferente, si tú y yo nunca hemos hablado?

Yo: Son cosas mías, nada de tu incumbencia ¿sí? Y estas en lo cierto, jamás hemos hablado, no somos amigos ni lo seremos, ni compañeros si quiera, ¿Contento? Vete.

No sé por qué sentí que se fue decepcionado, pero simplemente yo era la decepcionada, no aguantaba más este peso, pero no podía decírselo, no podía decírselo a nadie, era un secreto solamente mío.

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Un día de esos en que mis compañeros amanecen con ganas de molestar, estábamos en clase de educación física corriendo y todos iban detrás de mí, diciéndome cosas que es mejor no recordar, cuando menos pensé me cogieron el brazo.

Yo: ¿Qué haces?

Xabiani: Vamos a arreglar esto ¿ok? – hablándole a todos – Ya me canse de todo esto, compórtense como chicos grandes, como lo son, parecen de 5 años, con sus ganas de tratar mal, se aprovechan de ella, métanse conmigo que se me defender y mejor de lo que creen, así que el próximo que se meta con ella se las verá conmigo, estamos claro.

Todos se quedaron callados.

Yo: Gracias.

Xabiani: De nada.

Y luego de eso, preferí pensar que nada había pasado.


A 4 MIL KILÓMETROS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora