Let's do it

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—¿Qué?— Preguntó Asano algo confundido mientras le miraba con atención.

Karma respiró hondo, se aseguró de que la puerta de la habitación estaba firmemente cerrada, tragó saliva, apretó los puños, intentó esconder su bochorno y repitió las únicas palabras que había dicho desde que había entrado en la habitación de Gakuhsuu.

—¿Cuándo vamos a tener sexo?

Los ojos violetas de Gakushuu le observaron algo anonadados, examinando su figura de arriba a abajo y con un brillo de desconcierto en ellos. El chico mantuvo una expresión abrumada mientras asimilaba la proposición que le acababa de hacer, haciendo que un silencio tenso les envolviera y les incomodara.

Karma miró al suelo durante un momento e intentó no darle importancia a la intensidad de sus ojos, pero le era bastante difícil teniendo en cuenta lo que acababa de decir y lo que había venido a hacer allí.

No tenía excusa, la verdad, no iba a mentir. Quería hacerlo, quería tener sexo con Gakushuu y había ido expresamente a exigírselo. Aún si eso significaba que tendría que dejar atrás parte de su orgullo y toda su dignidad.

Aunque en su defensa, diría que estaban solos en su casa, llevaban meses saliendo juntos y había tenido fantasías y sueños nada inocentes con él desde que le conoció.

Sí, era cierto, estaban saliendo. En realidad ninguno sabía ni cómo, ni por qué, pero lo hacían y no estaban descontentos con el resultado. Además de eso, cuando decidieron ser más que amigos/rivales/lo que fueran, Karma pensó que a las dos semanas ya habrían acabado en la cama varias veces. Pero se equivocó. Y cuando empezaron a salir y Gakushuu no mostró interés en querer hacer tales cosas inmediatamente, respetó su decisión por completo, ya que pensó que podría ser paciente y esperar a que el chico estuviera preparado. Después de todo, él ya había esperado más de dos años para darle un simple beso y Gakushuu le había tolerado todo ese tiempo, podrían aguantar más ¿Verdad?

Pues no.

Es que Karma no podía más, de verdad que no podía. Había llegado un punto en el que al ver una mandarina ya pensaba en él, en su perfecta cara, su increíble cuerpo y su irritante personalidad que tanto le intrigaba. Y al pensar en él, pensaba en otras cosas, como los besos que solían darse, esas caricias que podrían llegar a más y las tardes perezosas en las que solo querían comerse a besos en el sofá. Y esas cosas le inducían a pensar en otras no tan puras como deberían.

Así que así había acabado. En casa de su novio y exigiéndole que se pusieran manos a la obra si no quería que explotara y empezara a quemar contenedores o a romper los escaparates de las fruterías.

Aunque ni de esa manera Gakushuu parecía darse por aludido.

—E-Eh...— Balbuceó el chico algo indeciso mientras paseaba sus ojos por la habitación.— ¿A qué viene esto?

Karma sintió que le explotaba una neurona del disgusto, pero aún así se contuvo y decidió hablar con tranquilidad.

—Viene a que quiero tener sexo contigo.— Explicó sin rodeos.— Así que venga, hagámoslo ahora.

Asano le volvió a mirar abrumado, intentando comprender la situación, así como pensar una respuesta válida. Finalmente subió los hombros, giró la cabeza a otro lado y contestó fingiendo desinterés.

—No tengo tiempo para esto.

La poca paciencia que Karma había conseguido reunir, se esfumó de un plumazo.

—¿Qué?— Preguntó el pelirrojo al borde del colapso.

—Karma, estoy ocupado.— Replicó Gakushuu como si aquello fuera una ofensa para él.— Este tipo de cosas hay que planearlas y yo tengo una vida muy ajetreada. Como mucho necesitaré un mes para incluir esto en mi agenda.

Karushuu Week IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora