Like a cat

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El timbre sonó dos veces, haciendo que resonara por toda la casa y aquel que se encontraba allí resoplara con fastidio.

La primero que Karma pensó al oír el timbre, fue que no pensaba ir a abrir la puerta. Porque fuera quien fuera, tendría que apagar su partida del Mario Kart, bajar las escaleras y hacer un esfuerzo en girar el pomo. Y si había algo de lo que estaba muy seguro, era de que no estaba dispuesto a dejar en pausa su partida del Mario Kart.

Por lo que ignoró el timbre, se acomodó sobre su cama y sonrió mientras seguía jugando.

Sin embargo, la persona que estaba en la puerta no pareció sentarle bien que le ignoraran, por lo que el timbre sonó otra vez. Y otra. Y otra más. Empezó a sonar más veces, de forma más continua, taladrando la cabeza de Karma y fastidiándole su querida partida del Mario Kart.

Cuando empezaron los golpes en la puerta, Karma ya no pudo más.

Apretando los dientes con enfado, acabó dejando el juego en pausa, se levantó de la cama y empezó a bajar las escaleras de forma agresiva.

-Ya voy.- Dijo mientras bajaba los escalones con rapidez.- ¡Ya voy!

Cuando la persona de detrás de la puerta escuchó su voz, inmediatamente dejó de tocar el timbre y tocar la puerta. Dejando un inesperado y tenso silencio tras sus acciones.

Karma bufó enfadado y llegó hasta la puerta con mal humor. Luego la abrió sin contemplación y hablando de forma borde.

-¡¿Qué?!- Preguntó enfadado.

Su plan era amenazar a la persona que estuviera allí, independientemente de quién fuera. Y si odiaba mucho a esa persona en concreto, pretendía meterle un puñetazo. El problema es que, quién estaba allí, era el último ser sobre la tierra que esperaría encontrarse en la puerta de su casa.

Los ojos violetas de Gakushuu le miraron desde la entrada de forma rencorosa y fría, con una expresión seria y que le daba a entender que no estaba para bromas. Entre sus brazos, parecía abrazar una toalla grande, peluda y algo abultada, la cuál agarraba firmemente y estaba enrollada de forma sospechosa, pero que guardaba celosamente.

Karma se quedó callado y expectante, sin saber qué decirle o cómo actuar. Nunca se habría imaginado que Asano aparecería en su casa tan de repente. Eran rivales, era verdad, pero no se odiaban tanto como para ir a la casa del otro a arruinarle el día. Porque eso era lo que quería Gakushuu ¿Verdad?

Intentó abrir la boca para preguntárselo, saber por qué estaba allí. Pero antes de hacerlo, fue Gakushuu el que habló con rapidez.

-Toma.- Dijo con seriedad.

De una forma brusca y repentina, Gakushuu le lanzó la toalla al pecho sin dejarle reaccionar. Sorprendiéndose ante esto, Karma no tuvo más remedio que extender los brazos y coger la toalla en el aire mientras dejaba escapar una exclamación.

Se extrañó al darse cuenta de que la toalla pesaba de una forma anormal, dándole a entender que había algo enrollado en ella, pero no sabía qué era. Cuando consiguió sostener la toalla con firmeza en su pecho, levantó la cabeza para mirar a Asano y replicarle. Pero todo lo que vió, fue su figura alejándose a paso rápido.

-¡Ey!- Le llamó con enfado.- ¿Qué haces? ¿A dónde vas? ¿Qué es esto?

Ninguna de esas preguntas fue respondida.

Gakushuu ni siquiera se giró a mirarle, simplemente siguió andando y se fue. Ignorándole por completo y sin hacer caso a sus dudas, como si no le hubiera tirado una toalla sospechosa a la cara hace unos segundos.

Karushuu Week IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora