Punto de reunión

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No había moros en la costa, o al menos eso quería pensar.
Cuando abrí la puerta de mi casa mire a ambos lados de el pórtico como un niño antes de cruzar la calle.

Cualquier medida de precaución era insuficiente con una elfa como huésped. Eso suena fatal. Pense para mis adentros, sin embargo y bajo todo pronóstico, Nuvia era real, yo misma me había cerciorado días atrás. Incluso aquel niño le había sonreído después de que está le obsequiase un dulce, no podíamos ser locos de a montón.
Aún así temía por ella, alguien podría ver su singularidad y querer sacar algún provecho de ella.
Por ello y bajo un poco de egoísmo, admito. Le sugerí quedarse en mi casa mientras pudiese demostrarle mi teoría, como ella decía, aún no estaba convencida y yo sabía que de alguna manera se lo debia. Por eso aquella tarde de verano mientras inspeccionaba los alrededores Nuvia me miraba con curiosidad como si el bicho raro fuese yo.

—Que estás haciendo?—Me cuestiona mientras busca ubicar que es lo que yo miro.

—Ah...no nada.

—Si saldremos verdad?

—claro, sólo que estaba pensando... has notado que tus orejas son bastante grandes a comparación de las mías?

—Vas a empezar otra vez?— reclama furiosa.

—No no, hablo enserio— le digo mientras me acerco lo más rápido que puedo y le meto el gorro de una vez.

—Que es esto?

—Luces adorable—le digo como tratando de convencerla de que se lo dejé.

—Por que tengo que usarlo? Y si es tan bonito porque no lo usas tú?

—Por que yo no tengo orejas como las tuyas—le susurró, en un intento por hacerlo sonar menos cruel.

—Es malo que sean así?— su tono de voz se ha suavizado parece dolerle no encajar.

—Claro que no— niego rotundamente— es sólo que la gente puede ser muy cruel si eres diferente.
Parece comprender y no insiste más en el tema. En cambio se ajusta el gorro y estira los brazos un segundo después.

—Es bueno estar afuera.

No tienes idea. Pienso mientras le miro dando pequeños saltos.

Ir de compras jamás tendría la misma connotación. Nuvia se lo había tomado al pie de la letra. El carrito del super ya estaba a reventar y yo solo veía mis ahorros esfumándose con cada cosa que ella metía. No quería privarla de nada pero eso era pasarse de la raya.

—Y esto también, luce delicioso. Exclama mientras agrega algo más a la ya de por si enorme torre de cosas.

—Nuvia...— empiezo y me detengo un segundo después al ver que no me ha escuchado.

—Tantas cosas que probar por primera vez, no suena eso a el paraíso?

Su nombre se me queda atorado en la garganta. Demonios no contaba con eso, es como una niña en una tienda de dulces sólo que en vez de caramelos Nuvia lleva frutas, verduras, cereal, galletas, pollo crudo y uno que otro producto de limpieza. Pienso en sacarlo pero la verdad esque si hace falta.
Cuando llegó a la caja registradora estiro el billete más grande que tengo antes de que pronuncie la cantidad total, confiando que este cubra el despilfarro. Por fortuna la cajera mete mi billete y a cambio toma unas monedas que deposita en mí mano. Jamás creí que así se acabarían mis ahorros. Comida chatarra al por mayor y jabón para trastes.

Vaya ganga pienso mientras cargo la enorme bolsa en la calle.

—Helena! Ten cuidado!—me grita la elfa, sin embargo ya es demasiado tarde, mi rostro choca con alguien por estar viendo que nada cayera de la bolsa. Cuando abro los ojos está vez estoy segura, Garret me ofrece su mano para ayudarme y yo la tomo sin reparo, se que es digno de fiar. Después de todo yo lo dibuje.

Si siguen aquí gracias infinitas y más allá, me encantaría recibir  comentarios. Que opinan? Gracias!

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