Historia N°3: Cicatrices.

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—Eres hermosa... —susurró el pelirrojo besándole debajo de su oreja, el punto débil de la chica, ella jadeaba, el pelirrojo sonrío por la respuesta de ella.

—Max... —dijo casi sin aliento, sus respiraciones se entrecortaban y las caricias del chico seguían, llevando a aquella chica de cabello largo al cielo.

Era su tercera cita y él decidió invitarla a su casa, cenar y ver películas. En medio de la película sonrió con picardía y empezó a provocarla con lentas caricias.

Ella suspiraba, jadeaba y contenía gemidos, sentía las suaves manos del chico acariciarla como nunca antes lo hayan hecho, su pasado era un agujero negro lleno de desgracias, dolor y tristeza, pero todo lo dejó atrás cuando encontró a este chico, un chico que la quería y, por primera vez, pudo sentirse amada.

Los tentadores labios carnosos del chico rozaron su cuello, haciéndola estremecer.

—Tus suspiros me vuelven loco, Amanda —susurró en su oreja provocando que se le erizara el vello corporal de la chica, al oír su nombre salir de los labios del chico sintió mariposas en su estómago, la forma especial en que lo decía, pensaba que por primera vez su nombre sonaba bonito porque salían de esos labios tan carnosos y de esa voz profunda que lo caracteriza.

Amanda no pudo más y estampó sus labios con los de Max, sus labios juntos hacían una perfecta combinación, el pelirrojo mordió suavemente el labio inferior de la chica y ella contuvo un gemido, entró su lengua en la boca de Amanda e hicieron una batalla de lenguas, el contacto debilitaban a la chica y sentía que podía desmayarse allí mismo.

Amanda rodeó el cuello de Max con sus brazos y él la tomaba de la cintura, atrayéndola más (si eso era posible), ella abrió los ojos sorprendida por la erección del chico.

Max río por la sorpresa que reflejaba en sus ojos Amanda, se veía tan inocente y tierna, como un osito de peluche.

—No te preocupes, si no quieres hacerlo, no lo haremos, lo prometo —murmuró tranquilizándola, tomó un mechón de su largo cabello y se lo colocó atrás de su oreja.

Ella asintió aliviada, nunca había experimentado algo así y estaba muy nerviosa por todo eso, pero al escuchar sus palabras y ver esa sonrisa de tranquilidad en el rostro del pelirrojo, supo que tenía tiempo para pensarlo y cuando estuvieran listos los dos sería una experiencia maravillosa.

—Te quiero —dijo Amanda tímidamente, sonrojándose.

—Y yo más —dijo él dándole un besito casto en sus labios.

Volvieron a acomodarse en el sofá y siguieron viendo los pocos minutos que quedaban de la película.

Max observó con cautela a Amanda, posó la mirada por sus ojos verdes, sus labios tan tentadores, su camiseta negra manga larga y su jean negro, su aspecto no combinaba con su personalidad, su ropa era demasiado apagada y antes de que la conociera tenía una mirada matadora y seria, pero al armarse de valor e invitar a salir a la chica pudo saber que ella escondía un alma dulce y cariñosa detrás de esa máscara fría.

La siguió observando hasta que su mirada se posó en su muñeca izquierda, lo que sus ojos presenciaron lo asustó, pensó que era un sueño, que lo que ella tenía en su muñeca izquierda no era real.

Respiró y trató de tranquilizarse y, con miedo a lo que ella pudiera responder, preguntó:

—¿Qué tienes ahí? —habló y tomó su muñeca, la chica vio a lo que se refería y apartó bruscamente su brazo del agarre de él, cubriendo esa área que pensaba en nunca mostrársela al chico, pensaba que si sabía la verdad, saldría corriendo, alejándose de ella y abandonándola.

—No lo toques —murmuró con vergüenza, temía de lo que él diría.

—Cuéntame, confía en mí, no te juzgaré, lo juro —dijo tomando su muñeca y mirándola, la chica dio un respingo cuando él tocó sus cicatrices, sus autolesiones que se hizo cuando su vida era dolor y más dolor, recordó cuando ella estaba harta del mundo y de la gente que la rodeaba que decidió terminar con su vida, lo que resultó un fracaso, su hermano mayor le «salvó» la vida, la chica había consumido pastillas de más y las marcas en su muñeca en ese entonces estaban a rojo vivo, el hospital hizo un gran esfuerzo para salvarla, «un milagro» dijeron los doctores.

La chica suspiró— Me empecé a autolesionar hace un año y medio, mi ex pareja me había dejado, no sé por qué me entristecí tanto, debió ser porque lo quería mucho, aunque siempre me engañaba, me hería mis sentimientos y decía que era una basura para el mundo y debería no haber nacido... —lágrimas saltaron de los ojos de ella—. Pero yo le quería. Me tomaba las cosas que decía muy en serio y me autolesionaba sin remordimiento. Él me pegaba y me sentía indefensa a su lado.

»Me dejó cuatro meses después, me sentía estúpida por dejarlo ir y seguía autolesionándome. Sus maltratos me seguían en mis pesadillas y despertaba sudorosa pensando que él todavía estaba conmigo. Sus insultos hacían eco en mi cabeza, transformándome en una persona insegura y miedosa, no lo podía soportar. 

» Un día me harté de mi vida, me tomé unas pastillas y me autolesioné por última vez, a ese punto ya quería morirme, pero mi hermano me salvó, me llevó al hospital y los médicos me auxiliaron.

» Mi hermano decidió llevarme a un psicólogo para superar mi «problema», él me ayudó mucho, ahora ya he llegado a superar (la mayor parte) de mi «problema»

» Y, cuando te conocí, tú fuiste mi luz de esperanza, me ayudaste a tener una «vida» y te lo agradezco muchísimo, ahora sólo quedan estas pequeñas cicatrices, pero no son obstáculo por el amor que siento por ti.

Las lágrimas corrieron por el rostro de la chica y él la consoló, ella sonrió ante su gentil gesto y le dio un beso dulce, pareció durar horas y horas para el chico, no se quería separar de los labios de ella, pero tuvieron que hacerlo para tomar aire.

—¿Me sigues queriendo? —murmuró Amanda con la respiración entrecortada.

—Ahora y siempre Amanda, no lo dudes —dijo dándole un beso casto en sus finos labios.

Conversaron y conversaron dejando esa triste historia atrás, Amanda pensó que por fin encontró al amor de su vida, alguien que la quería, que la cuidaba y ayudaba en todo, porque  después de la lluvia siempre hay un arcoiris.

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Holi! Esta historia terminó con un final feliz, no todo es malo y triste, a veces las cosas pueden terminar para bien, lo hice para variar, igual espero que les haya gustado 😊

Nos vemos en la próxima historia.

Besos 😘

Joshefita.

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