Historia N°2: Hospital.

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Llegué al hospital apenas me avisaron.

Dios mío, no puedo creer esto está pasando, nunca me lo imaginé, sólo pensarlo me deja la piel de gallina.

Llego corriendo a la entrada del hospital y la abro con fuerza, haciendo que casi toda la atención venga dirigida a mí, pero no me importa, sólo quiero verla.

—¿Dónde está? —digo lo más tranquilamente que puedo (que no es mucha).

Mis ojos van desde una mujer de cabello rizado que está retocando su labial rojo hasta la enfermera de manos temblorosas.

Mis manos igual tiemblan, así que para disimular el temblor me agarro un extremo de mi falda.

Por favor, que no sea lo que estoy pensando, por favor.

—¿Alguien de este maldito hospital me puede decir dónde está mi hermana? —digo impaciente y ocultando mi voz temblorosa, todo mi cuerpo tiembla de miedo, mis manos, mi voz, mis piernas, mis labios, TODO.

—Señorita, tranquilícese... —habla la enfermera que tengo a mi derecha, es pelirroja y de tez blanca.

—¡Cállese! ¿Qué le pasó a ella? ¿Alguien me puede decir qué mierda le pasó a Clarissa Sullivan?

—Clarissa Sullivan... —repite—. Sala 5A, está en el segundo piso.

Asiento en silencio y a paso firme me dirijo a los ascensores, las puertas se abren con un chirrido agudo y entro.

Mientras el ascensor sube pienso en mi hermana, mi linda hermana, no me imagino verla... verla... Sería terrible.

Ella... ella que me ayudó a superar mi primera ruptura, ella que me preparó esa gran fiesta de cumpleaños para mis 18 años, ella que se quedaba hasta las 3 a.m. enseñándome matemáticas (esa maldita materia que siempre me atormentaba en la escuela), ella... ella hizo todo por mí, me cuidó, amó, mintió por mí, me ayudó y me consoló cuando tenía mis días grises, pero ahora no me puede ayudar en este día tan gris, todo se derrumbó para mí cuando oí  por mi teléfono «Clarissa está grave» y partí hasta este hospital esperando el peor de los casos.

Las puertas del ascensor se abrieron de nuevo sabiendo que ya es la hora, es la hora de la verdad y con sólo percibirlo hace que me ponga tiesa.

La brisa fría me da la bienvenida. Me enderezo y camino con mis piernas temblorosas, pienso que me caeré rendida en cualquier momento, pero ese momento aún no llega.

Una mujer de cabello castaño y corto me saluda con un gesto de cabeza y apunta la habitación donde debería estar Clarissa.

Se me forma un tremendo nudo en la garganta e intento tragar saliva.

Doy el primer paso y ya siento que me voy a desmayar.

Tranquilízate Rebeca, no seas estúpida, sólo camina a la maldita habitación.

El suelo cruje bajo mis pies y el olor a medicamentos y sábanas limpias inunda mi nariz.

Los hospitales son deprimentes.

Asomo la cabeza y me quedo helada al presenciar lo que mis ojos ven.

—Lo siento señorita Sullivan, ella está en coma —dijo la señora al entrar a la habitación.

Y con esas ocho palabras, mi mundo se fue abajo.

Caigo de rodillas y lloro desconsoladamente, lágrima tras lágrima, no lo puedo controlar, salen sin parar y me inundo en la tristeza y dolor.

—¡¿Qué le pasó?! Por favor dígame... —gimoteo de dolor y un sollozo se escapa de mi boca.

Siento como si me hubieran quitado una parte de mi corazón, como si se me hubiera formado un agujero negro en mi interior y no sé cómo revertirlo.

—Señorita Sullivan... su hermana sufrió un ataque de shock y lesiones graves en la zona del cráneo, los vecinos del lugar dijeron que un lunático entró en la casa de ella muy violentamente y la golpeó, especialmente en el área del cráneo, los vecinos estaban aterrados por los gritos descomunales de la individua que llamaron rápidamente a la policía y la ambulancia, llegamos un poco tarde, la chica estaba gravemente herida... Lo lamentamos mucho...

La tristeza desvanece en mi interior para darle paso a la furia, la venganza. La sangre hierve por mis venas y lo único que quiero es que venga ese desgraciado para asesinarlo.

Mi cuerpo se tensa, desde mi mandíbula hasta los músculos de mis piernas. Quiero venganza, quiero ver sufrir a ese imbécil, esto no se ve a quedar así.

Me levanto del frío suelo de la habitación.

—¡¿Dónde está el desgraciado?! ¡¿Dónde?! —grito llena de furia.

—Señorita Sullivan, tranquilícese... A él se lo llevaron la policía, estará varios años en la cárcel el desgraciado.

—¿Quién era? Por el amor de Dios, ¿quién era? —suplico.

—Oliver Thomson —masculla la mujer.

Oliver Thomson... me suena familiar...

Me quedo pensativa hasta que un recuerdo fugaz viene en mi mente.

«—Rebeca, déjame estar con tu caliente hermana —dice acercándose a mí.

—Ni en tus sueños Thomson, eres un lunático —digo corriéndome para que no me toque.

—Sí no quieres que esté con tu hermana, déjame estar contigo... —dijo tomándome de la cintura y atrayéndome hacia él, su aliento choca con mi oreja, aliento a alcohol, un alcohol repugnante.

—¡Alcohólico de mierda, aléjate de mí! —digo y le doy una patada en la entrepierna, él gime de dolor y me alejo corriendo.

—Perra, me vengaré de la forma que más te duela... —fueron sus últimas palabras antes de que doblara la esquina de la calle.»

Oh Dios mío, ese alcohólico tocó a Clarissa, maldito, me las pagará.

—Disculpe —digo ocultando mi enojo—, usted sabe si él, cuando hizo... eso, ¿él estaba ebrio, tenía alcohol en su organismo?

La chica torció el gesto, frunció el ceño levemente y asintió bajando la cabeza.

—Maldito desgraciado... —maldigo por lo bajo.

Me vuelvo hacia mi hermana y me acerco a su cama, veo unos tubos rodear su cara, como serpientes sigilosas y ubicarse en sus fosas nasales.

A simple vista su expresión es pacífica, veo como su pecho sube y baja lentamente, como si estuviera en un dulce sueño.

Una lágrima desciende hasta mi barbilla y un pequeño sollozo sale de mis labios.

Toco sus manos y, para mí sorpresa, están tibias, sus manos son tan pequeñas y suaves, veo te tienen un color esmeralda en sus uñas.

Veo su frente y la raíz de su cabello lleno de moretones teñidos de azul y morado. Otra lágrima pasa por mi cara. Su pelo está lleno de ondas, no como el mío que es liso, muy liso. Otra lágrima. Paso la mano suavemente por su pelo, lo hago con cuidado porque no quiero hacerle daño aunque sé que ella no puede percibir el dolor.

—Clarissa... —sollozo y me quedo horas y horas viéndola y deseando desde lo más profundo de mi corazón que se recupere pronto.

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Holi! Esta historia fue más larga, espero que les haya gustado 😊

No olviden votar y comentar que les pareció la pequeña historia, me gustaría saber si les gustó o si debería mejorar en la redacción, coméntenlo.

Nos vemos en la próxima historia.

Besos 😘

Joshefita.

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