Historia N°10: Cobarde.

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—Eres una cobarde.

Lo que él le dijo fue la gota que colmó el vaso.

Se acercó y le pego una bofetada. Sentía un pequeño dolor en la mano, pero eso no se comparaba con el dolor que tenía en su corazón, su estúpido e ingenuo corazón.

La adrenalina corría por sus venas. Ella estaba rota, pero eso no era excusa de dejar de ser fuerte. Sus sentimientos cegaron su mente, su forma de ver las cosas con lógica.

Sus sentimientos se apoderaron de su cuerpo y alma.

Abrió los ojos, pero se sentía como si le hubieran sacado su máscara, ya no se sentía falsa, no se sentía como la persona que fingía sonrisas cuando en realidad estaba llorando por dentro, sentía como si le hubieran sacado esa parte, esa parte que fingía todo el tiempo, esa parte que nunca debió pertenecerle.

Ahora ella era como siempre debió ser. Ahora era esa parte que sólo la dejaba salir cuando estaba sola, donde nadie pudiera oírla ni verla, sólo ella.

Era como en realidad era.

Una persona vulnerable, triste y rota.

Una persona que con verla daría lástima.

Y ella odiaba que le tuvieran lástima.

Un destello de furia cruzó sus ojos e hizo al muchacho estremecer, nunca la había visto así, nunca.

Abrió la boca y dejó salir todo, todo lo que tenía atorado en su garganta, todo lo que estaba atrapado en su corazón.

Y, sin que ella lo creyera, él fue la llave que abrió su corazón.

—Ni te atrevas a llamarme cobarde, hijo de puta. Ni siquiera me conoces, ni siquiera sabes lo que me pasa, ni siquiera sabes que es lo que pasa por mi mente, lo que me atormenta cada puto día, ni atrevas a llamarme así de nuevo, ¿oíste? —escupió con enojo, lágrimas salían por sus ojos inconscientemente y ella no podía detenerlas.

Él chico no iba a quedarse callado, ella no tendría el privilegio de salirse con la suya, muchas chicas le hacían lo mismo: Hacían que tuviera lástima por ellas y después le rompían el corazón en mil pedazos. Esta vez no iba hacer así.

Se aclaró la garganta y habló, su voz salió fría, como si las palabras de aquella chica fueran una mierda, como si no le hubieran afectado, aunque lo hicieran.

—No voy a cambiar de opinión, Madison, para mí eres una cobarde, mírate, siempre evitando los problemas cuando estos son tan inevitables, estamos en la realidad, Mad, no en tu estúpido mundo de hadas y ángeles, está es la vida real, y tienes que enfrentarla.

Sus palabras le herían, pero su cara no reaccionaba de la misma forma, estaba tan acostumbrada a fingir que su expresión no reflejaba nada, como si sus palabras fueran una simple brisa, mientras en su mente era como un huracán.

Se limpió el sudor de sus manos en los pantalones.

Una chica rota y un chico roto.

Transmitían odio en sus miradas.

Pero el dolor inundaba sus almas.

DREAM. [Historias cortas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora