El fin de la eternidad

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Domingo, 10 de julio de 2016

Querida Princesa,

Por llamarte de algún modo, después de mucho buscar te encontré y no fue como esperaba. Estaba besando otros labios, como es costumbre en mi. Te quedaste mirando de forma descarada, y me pregunto que fue lo que inundó tu mente. Debo confesar que en tu situación se me habría roto aún más el corazón (si fuera posible), pero te noté indiferente.

Quizá es verdad eso que dicen que me has superado, pero cada uno tiene su tiempo de superación y no te culpo porque el tuyo sea más corto. Ha pasado ya un año desde que te fuiste y supongo que un año da para construir muchas cosas.

Puede que sea hora de aceptar que no volverás y que cada una tiene caminos distintos. Así que me rindo, sé feliz como te mereces. Porqué me he dado cuenta de que soy yo quien nunca te ha merecido, siempre buscando tenerte a mi lado sin ser capaz de asumir que igual tú necesitabas libertad, y conmigo nunca podrías ser libre, aunque yo si lo fuera.

Es probable que tú necesitaras ver eso para darte cuenta de que ya no soy nada para ti, igual que yo lo necesitaba como despedida. Esa despedida real que nunca tuvimos.

Me gustaría haber podido estar a tu lado, pero, ¿Quién sabe? Puede que volvamos a coincidir en otra vida y podamos ser buenas amigas. Que en esta dejaré de molestarte con mis lamentos y empezaré a pensar en mi y en tu felicidad. No te buscaré más y si por casualidades de la vida te veo acariciando otra mano, sonreiré con alegría al ver que almenos una de las dos es feliz.

Te quiere y siempre lo hará,
Kora

Cartas Que Nunca LeerásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora