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Camino por el pasillo instintivamente cuento las puertas, hasta llegar a la indicada, pienso dos veces antes de tocar el timbre, doy un par de vueltas, juegos con mis manos y me abrazo a mí misma, hasta que me decido y toco el timbre.

Klein abre la puerta después de un par de minutos con el torso al descubierto, me gustaría decir que tenía un cuerpo bien trabajado, lleno de abdominales pero NO, en realidad era un poco pálido, plano casi en su totalidad, si no fuera que es guapo no tendría ni una sola gracia.

—¿Jade? ¿Qué haces aquí?, es tarde —restriega sus ojos.

Era cierto son la una de la mañana.

—¿Puedo pasar? —pregunto insegura.

—Sí, claro —se hizo aun lado.

Doy unos cuantos pasos hacia adentro, Klein estaba como a un metro de mí.

Con mis bazos cruzados me acerco más a él y me inclino hacia adelante apoyando mi frente en su pecho.

—¿Qué sucede? Has estado todo el día extraña.

Me abraza pero yo no lo abrazo a él, solo a mí misma.

—Odio este día, siempre me tiene mal y... Tuve una pesadilla —me aparto rápido de él y lo señale con el dedo— No te vayas a reír, lo tienes prohibido.

—No me reiré lo juro —alza una mano y la otra la lleva a su corazón.

—Tonto.

—¿Que te tiene tan mal? —acaricia mi mejilla unos segundos.

—¿Crees que pueda dormir aquí esta noche? Me quedare en el sillón —ignoro su pregunta.

—¿El sillón? Claro que no, dormirán en mi cama.

—¿Tu dormirás conmigo?... Eso es muy cliché ¿No crees?

—Bueno no dormiré en ese sillón y tú tampoco, a menos que quieras terminar con dolor de espalda horrible.

—Cierto.

—Anda vamos ¿Tus padres siguen de viaje?

—Sí.

Caminamos hasta su cuarto y nos acostamos.

Nada de abrazos por la espalda, ni respiración en el cuello, ni besos o algo parecido, solo dormir plácidamente hasta el día siguiente.

Si buscan un cliché AQUÍ NO VAN A ENCONTRARLO.

Cuando despierto al día siguiente Klein ya no está acostado a mi lado, sino en el sillón tapado con una frazada y sus pies apoyados en la mesa de centro.

Hace un frió de muerte.

Voy rápido hasta a él y me siento a su lado, en la misma posición que el cubriéndome con la frazada.

—¿Llevas mucho rato despierto? —enredo mi brazo con el de él.

—No tanto.

Apoyo mi cabeza en su hombro.

—¿Podemos hablar de anoche?

—Mis verdaderos padres fallecieron cuando tenía seis años, ayer se cumplían catorce años.

—No entiendo ¿Tus verdaderos padres?

—Cuando mis padres fallecieron sus mejores amigos me cuidaron y adoptaron.

—Tus padres actuales.

—Aja, han sido como mis padres y los amo como tal.

—¿Y tú pesadilla?

¡PORRISTA EN APUROS! /1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora