Fuego

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Trago saliva fuertemente, jamás en su vida se había imaginado presenciar una situación más erótica.

Petunia se encontraba en la cama, su cabello estaba esparcido sobre la almohada con su peinado deshecho debido a las veces que había refregado su cabeza contra esta.

Aun llevaba su lindo vestido rosa pastel, incluso llevaba las bragas, que desde su posición él podía ver perfectamente, eran también rosas, de encaje. Su miembro punzo, con dolor. La necesitaba. Ahora. Y la tendría.

Su mano estaba debajo de las bragas masajeando su parte más sensible.

Su miembro volvió a latir con fuerza. Le exigía tomarla en ese preciso instante.

Imágenes llegaron a su cabeza de nuevo.

Él se encontraba sobre ella, sobre su espalda, montándola tan rápido, tan fuerte, tan profundo, mientras ella a gatas no paraba de gemir. Severus pensó que llegaría al clímax solo por verlo.

No pudo contener un gemido que se deslizo por su garganta. Las imágenes pararon, se desvanecieron tan rápido que él casi perdió el equilibrio.

Petunia lo miraba desde la cama con las mejillas sonrojadas, no tenía idea de si era por la práctica que acababa de realizar o por vergüenza. Esperaba que por la primera opción.

-Severus, oh Dios santo, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? Tenía el seguro.

Severus levanto una ceja, la puerta no había opuesto resistencia alguna. Había escuchado de algunos casos en los que la magia salía de los magos sin que siquiera lo notaran o pudieran controlarlo, pero en casos en donde dichos se encontraban bajo mucha presión o en situaciones extremas. Si, esto era una situación extrema. Para él al menos. A decir verdad, era de vida o muerte.

Petunia estaba sentada sobre la cama, con las piernas juntas y estiradas sobre el colchón. Severus quiso cambiar eso de inmediato y regresarla a la posición en la cual la había encontrado.

Ella parecía una muñeca de porcelana, graciosa, delicada, perfecta.

Se acerco a ella despacio, oh, debía lucir como un enorme felino asechando a su presa, pero no le importo, después de todo, era algo muy parecido.

-Severus ¿Qué... ha...ces?

Se detuvo hasta que estuvo frente a ella, nariz con nariz. No entendió, ni entendería jamás como logro contenerse y no lanzarse sobre ella como una bestia. Pero lo hizo. Espero un momento, solo un momento, quería que ella hiciera el primer movimiento, que ella se lanzara a su cuello y lo atacara como una felina, con todo y garras.

El momento pasó, ella aprecia petrificada. Él decidió que la había hecho esperar demasiado, después de tantos años, no la obligaría a rogar ahora. Se acerco más a ella algo decepcionado, después de las fantasías que ella había estado creando esperaba que al menos le diera alguna muestra de deseo por él.

Sus labios se rozaron, espero otro segundo tortuoso y entonces... metió su lengua en su boca entreabierta. Ella la recibió sin quejas y comenzaron una batalla legendaria por la superioridad.

Casi no podía respirar, le costaba bastante pensar, sentía que ardía, tenía que liberar el fuego. Ya.

Soltó sus labios tan deliciosamente dulces y probo su cuello, tan terso, tan dulce.

Lo probo hasta que estuvo seguro de haberlo recorrido completamente, entonces bajo a sus senos. Su preciosos, delicados, perfectos senos.

Eran tan grandes y suaves, tan deliciosamente perfectos.

El vestido todavía estaba sobre ella ¿Por qué el vestido aun estaba sobre ella?

Comenzó a jalarlo, desabrocharlo, romperlo, no importaba, no lo quería cerca, era en lo único que podía pensar.

Al fin... la molesta tela salió de su vista y se encontró viendo los senos de Petunia completamente desnudos. El paraíso. Estaba en él.

Tal vez ese maldito de Karoj había logrado matarlo después de todo. No, eso era improbable porque de ser así, estaría en el infierno ahora, y esto... esto era lo opuesto.

Lamio, chupo y mordió hasta que la escucho gritar. Hasta que la sintió retorcerse bajo él. Hasta que sintió sus caderas rozarse una contra la otra.

Bajo hasta el abdomen, tan terso como el resto de su piel, pálido y níveo. Perfecto.

Recorrió con su lengua el camino que lo llevaría directo al cielo. Ya casi podía escuchar un coro de ángeles.

Más tela, la detestaba. Ahí estaban, la bragas que tanto el habían gustado hacia unos momentos, ahora las odiaba.

Pensó en romperlas también pero eran tan pequeñas y delicadas que pensó que unos momentos más sobre Petunia no dañarían a nadie.

Mordió la parte más sensible de la rubia sobre las bragas, lo que ocasiono presión, pero no dolor. Ella se retorció y gimió. Él tuvo que hacer puños las manos para no arrancarlas de una vez.

Podía sentirlas tan mojadas. Tan propuestas a retirarse.

Al fin, después de un tortuoso jugueteo, las deslizó lentamente por las piernas de Petunia y las lanzo lo más lejos que pudo.

Su aliento se corto de nuevo. Estaba ahí, justo frente a la cosa más bella que jamás hubiera visto, quería hundirse en ella y jamás salir, pero antes jugaría un rato.

*********

No tenía idea de lo que ocurría realmente, ¿era esta otra de sus fantasías? No, era demasiado vivida, demasiado ardiente, si, sentía que ardía.

Lo tenía justo allí, donde lo quería, como lo había soñado tantas veces.

-Oh, oh Severus...

Estas palabras salieron de su boca sin que siquiera las pensara.

El mago gruño y la tomo con más fuerza. Con más pasión. Ella se retorció y araño su espalda.

Severus se levanto un poco y se posiciono entre sus piernas de nuevo. La beso, ello sintió que podría gritar hasta que su garganta se desgarrara. Al fin, al fin lo tenía para ella y solo para ella.

Sintió la cálida mano del mago recorrer desde su cuello, bajar por su pecho, apretarlo un momento, continuar su camino por su vientre y llegar hasta su centro. Sus caderas se arquearon sin que ella lo pensara, su cuerpo actuaba por sí solo.

Él comenzó a masajearla mientras la besaba con pasión, sentía sus dedos dentro de ella como su lengua dentro de su garganta. Estaba en el paraíso.

Severus sabia justo que hacer, donde tocar, donde lamer. Ella solo podía jadear, se mordía la lengua para no gritar.

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El porqué de Petunia, historia completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora