#8

168 48 2
                                    

Gerard no veía a Frank. Solo vería a Bert a pesar de que no quería lo quería ver. No había remedio: ni chicle no tareas ni leer ni tele ni sus discos compactos de música triste. Estaba desesperadamente enamorado de Bert. Lo sabía. Era lo único que sabía. Y Frank lo sabía: Gerard quiere a Bert y no puede hacer nada.

Desde entonces no había más flores frente a la puerta de Gerard. Nada de corazones el el buzón. Nada de papelitos con "Tuyo para siempre" "Siempre estás en mis pensamientos" o "Mi corazón es tuyo" Gerard se lamentó, desesperado, tremendamente triste, completamente destrozado. ¿Qué hice? pensó ¿Qué es lo que no hice? ¡Bert, oh Bert! Te quiero. Pero nunca podría decírselo. Ni iba a tener la oportunidad. Gerard sabía que nunca olvidaría a Bert.

Frank no dejaba de pensar en Gerard. Cuando se miraba al espejo deseaba ver un estomago duro y pequeño, antebrazos grandes, piernas rectas, robustas. Pero no soy como Bert -suspiraba tristemente- y nunca lo seré.

Frank y Gerard (y Bert)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora