28

2.9K 430 71
                                    

Para mi querido Nagisa:

He leído todas y cada una de tus cartas. Y he decidido responder cada una de tus preguntas, iniciando por nuestra separación.

   El primer día de clases fuiste la primera persona que vi y no porque destacaras por tu cabello o por esos preciosos ojos, sino porque parecías un poco pérdido, porque siempre has sido diferente, porque eres azul y yo rojo. Te esforzabas más que cualquiera pero no lo conseguías y no te dabas por vencido, tú solamente lo hacías posible. Soñabas aunque tu madre te cortara las alas, cada una de esas cosas hacía que pensara que eras genial. El día que decidí hablarte me di cuenta de que no solo eras genial sino que también especial: dulce, atento, comprensivo... Y luego, conforme pasó el tiempo, me di cuenta de algo: en serio necesitaba de ti para ser feliz, que a cada segundo me hacían falta tus risas y sonrisas, tu voz..., me di cuenta de que te amaba y tuve miedo, miedo a que alguien como tú me rechazara por el simple hecho de ser yo. Ahora sé que ese fue un error, el juzgarte aún sabiendo que eres diferente..., que me querías...

   Después de la suspensión supe que tenía que dejar de huir, que era momento de arreglarlo todo. Pero, aquel día, al verte, supe que habías cambiado, que eras diferente, que, probablemente, habías madurado más rápido que yo. Pensé que no debía interferir en el proceso, así que traté, digo traté porque no lo logré, de enamorarme. Ella era linda, sí, pero no era tú y ahí estaba el problema. Sabía que no te agradaba, lo siento por eso y también por obligarte a escuchar mis lamentos, por haberte hecho pensar que solo necesitaba de ti cuando estaba mal. Lo cierto es que siempre necesito de ti.

   Aquel día en el bosque... Claro que te quería besar, saber la textura de tus labios, el sabor de los mismos, la sensación de probar de ti, pero como bien sé hacer, huí. Puede que la disculpa no valga, pero perdóname.

   El día de San Valentín, uno de los mejores que he pasado.

   El último día de clase..., ese día..., me equivoqué. Aquel día quería decirte que te amaba, que te necesitaba..., que lo eras todo para mí. Aquel día mis sentimientos iba a confesar pero no pude porque tenía miedo, otra vez. Y cuando la lluvia inició grité lo mismo que tú, que te amaba, y la gente me miró raro pero no me importó porque esperaba que me escucharas. Resulta que ninguno de los dos escuchó nada.

   Y al llegar a casa todo pareció caer. Aquel día mi madre me informó que nos mudaríamos y juro que quería decírtelo pero me detuve, me detuve porque tal vez era mejor desaparecer de tu vida sin decir más y dejarte ser feliz.

   Los años pasaron lentamente y no me gustaba nada. No me gustaban las chicas y tampoco los chicos. Nadie era como tú, nada era igual sin ti.

   Luego, cuando terminé mis estudios, conseguí un trabajo y logré ser transferido a Tokio, te busqué, contacté a Rio y ella me contó lo poco que sabía de ti. Te habías convertido en un profesor exitoso y no tenías ninguna relación. Te encontré en una cafetería mientras leías un libro, a veces sorbias del café y subías tus gafas cuando se deslizaban, y cada que pasabas una página tu rostro cambiaba. Y me pareció genial... Pero esperé para hablarte, quería tener ya todo bien para volver a comenzar contigo.

   El día llegó, salías y yo entraba, tropecé contigo y tiré tus papeles, tú soltaste un largo "no" y yo reí. Te ayudé a recogerlos pero hasta el momento en el que nuestras manos se tocaron, me miraste y tu rostro perdió color, como si hubieses visto un fantasma. Luego exclamaste mi nombre y me abrazaste con fuerza y me sentí en casa. Aquella tarde hablamos todo lo que debíamos... Y luego llegó la noche, aquella noche, donde decidí tomar tu mano y verte bajo la luz de la luna, y pensé que te veías precioso. Que eras precioso, que esta vez debía de hacer las cosas bien por nosotros..., me di cuenta que realmente te amaba.

   Nagisa, claro que recuerdo aquellos besos que te robé esa noche en el bar y ese sabor a sal que tenían. Recuerdo a la perfección lo suaves que eran.

    Aquella noche cuando me dijiste que saldrías con un chico no supe qué hacer, así que inconscientemente me encontré siguiéndolos, esperando que aquel hombre cometiera algún error y yo pudiera entrar a salvarte. Y creo que Dios escuchó mis plegarias y él intentó besarte, y me enojé tanto que de un momento a otro ya lo tenía en el suelo y con su bella nariz rota. Creo que no exageras, tal vez si lo hubiese matado.

   Y a todas esas cosas llegamos a ese día. Cuando las encontré, las cartas, quiero decir. Al principio pensé que el destinatario era otra persona hasta que mi nombre apareció ahí, escrito con tu linda letra. Las leí y me sentí terrible, porque inconscientemente siempre te he hecho daño y tú siempre has estado ahí. Después de más de diez años me seguías amando y yo no lo podía creer, sigo sin creerlo, yo en tu lugar me odiaría, ¿sabes?

   Nagisa, lamento mucho haberte hecho sufrir, el haberte hecho creer que solo te necesitaba cuando me encontraba mal, pero la verdad no es esa, la verdad es que siempre te necesito, porque mi vida suele reducirse a ti y a todo tu alrededor, porque siempre ha sido así y lo será por el resto de mis días.

   Esta vez tú no harás nada, yo lo haré todo. Romperé y escalaré esos muros que no nos permiten estar juntos. Esta vez quiero ser alguien que merezca amarte, quiero ser diferente. Quiero estar toda la vida contigo.

   No sé si el anillo que esta dentro del sobre sea de la medida de tu dedo, tampoco sé si quieras volver, no sé si me perdonarás por ser un idiota, pero, Nagisa, te amo. Y te lo preguntaré aquí, porque no sé si quieras verme...

   Dime, ¿quieres casarte conmigo?, prometo esta vez jamás dejarte y hacerte el ser más dichoso.

Siempre tuyo,

Karma A.

Querido Karma ❝Karmagisa❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora