AMY

822 141 22
                                    

AMY

Sigo a Derek a toda prisa hasta ponerme junto a él. Tengo que hacer algo, no puedo permitir que mate al guarda. ¿Cómo puedo ser tan horrible? Le he dado licencia para que mate a una persona. Mientras observa por el cristal de la puerta para comprobar que el pasillo está vacío tiro de su camiseta.

—¿Qué? —pregunta irritado mirándome de refilón.

—No le mates —susurro en voz baja.

—¿Qué dices? —vuelve a preguntar con cara de desconcierto.

—Que no le mates. Seguro que tiene familia. Cómete una pierna.

—¿Prefieres que le deje agonizando? —pregunta con cara de horror—. ¿Quieres que me vaya comiendo una pierna mientras él grita? —Hace un gesto de asco—. Eso es muy sádico.

Me quedo meditando lo que acaba de comentar mientras él sigue poniendo cara de asco. Después de unos segundos afirmo de forma segura:

—Creo que él lo preferirá a morir.

Derek sacude la cabeza de un lado a otro.

—Amy, estás enferma. Lo más probable es que después se muera desangrado. Ahora quédate aquí hasta que yo vuelva.

Abre la puerta y sale al pasillo de forma sigilosa. Ignorando su orden le sigo. Como es más rápido que yo no vuelvo a alcanzarlo hasta que está acechando a su víctima.

—Vale —susurro junto a él—. Y,  ¿que te parece si haces lo de Dexter?

Suspira algo desesperado.

—¿Quién es Dexter?

—El de la serie del asesino que quiere ser bueno y mata a otros asesinos. Mata a gente mala. ¿Por qué no haces tú lo mismo? Cómete a gente mala.

—¿Qué te gusta más la carne orgánica de animales felices o la carne de animales infelices?

—La de los infelices —digo de forma rápida.

—Buen intento Amy —dice poniendo su mano en mi cabeza y despeinándome. ¡Oh mierda! ¿Por qué nada funciona con él? No quiero volverlo a ver comiéndose a alguien, es muy desagradable y asqueroso. De repente una idea se me pasa por la cabeza. Me vuelvo acercar a él que sigue observando a el guardia que ahora está enfocando con su linterna una de las aulas del segundo piso.

—¿Y comerte a gente feliz pero ya muerta? —me mira confundido.

—¿Eso existe?

—Claro, la gente de la morgue. Gente que ya ha muerto. Yo no voy comiéndome a ternerillos vivos —digo esperanzada.

—¿Comerme gente enferma?

Suspiro con frustración.

—Pues te comes sólo a los de los accidentes de coches, para eso es una de las primeras causas de muerte ¿no? —Se queda callado meditándolo. Eso me da esperanzas así que continúo hablando para convencerlo—. Si lo haces te prometo que no vuelvo a comer animales, me volveré vegetariana.

En su cara se dibuja una sonrisa de incredulidad sin dejar de observarme.

—¿Te volverías vegetariana? —La idea parece gustarle bastante.

–¡Claro! —digo sonriéndole.

—Está bien —dice por fin dándose por vencido—, probaré eso de la gente ya muerta.

Me pongo a saltar de alegría y sin pensarlo me lanzo a sus brazos para darle un fuerte abrazo. En seguida noto cómo su cuerpo se pone en tensión.

—Aléjate de mí, humana. —Oigo su amenaza junto a mi oído. Doy un salto hacia atrás mientras farfullo unas disculpas. Sus ojos brillan de la misma manera que cuando estábamos en el armario, pero pronto su respiración se calma y su mirada vuelve a ser cálida—. Vayamonos a casa —dice volviéndome a despeinar.

Me pongo a su lado sin tocarle y nos vamos caminando tranquilamente en dirección a la salida. Me siento genial, creo que he conseguido algo bueno. Hasta puede que con esto consiga que Derek no vaya al infierno. Aunque lo veo difícil, a saber cuantos años lleva comiendo gente. Aun así me siento satisfecha con mi logro, al final quizás no soy tan monstruo como pienso.

—¿Sabes? —digo en un ataque de felicidad—. Si estuviéramos atrapados te dejaría morderme para que no te murieses de hambre. —Me paro para reflexionar—. ¿Te puedes morir de hambre?

—Me estoy muriendo de hambre —asegura con media sonrisa en su rostro.

—Pues te daría un trocito de mí —digo continuando nuestro camino—. A ver, sólo un poco para que no te mueras.

—¿Así que me darías un trocito de ti? —Vuelven a brillarle los ojos, pero no de la misma forma que antes, parece divertido y de buen humor. Y no puedo evitar sentir un calor en el pecho.

—Sí, quizá una pequeña parte de mi trasero. ¿Puede morirse uno desangrado por faltarle un trozo de culo? —medito en voz alta. Su risa me devuelve a la realidad y me empiezo a reír con él.

Estamos bajando entre risas cuando escuchamos la orden.

—¡Vosotros dos! ¡Quietos!

En cuanto me giro veo al guardia apuntándonos con un arma. Derek es más rápido que yo y ya está en posición de ataque. No soy la única que se ha dado cuenta por la cara de pánico del guarda. Sé lo que van hacer ambos y tengo que evitarlo como sea. Derek no debe matar a nadie más, me ha costado mucho convencerle para que ahora todo se vaya al garete. Sin pensarlo me lanzo encima suyo para frenarle en el momento que un sonido ensordecedor retumba en el recinto. Noto un fuerte quemazón en el costado y cómo caigo como si fuese un peso muerto encima de Derek.

En AyunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora