AMY

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AMY

Unos días después...

La luz blanquecina del cuarto hace que cierre de nuevo los ojos. Tengo sed, mucha sed. También me duele el costado. Gruño con la esperanza de que alguien me oiga.

—Eh, pequeña... —Es mamá. Vuelvo a intentar abrir los ojos y está vez tengo éxito—. ¿Cómo te encuentras?

—Sed —consigo graznar.

—Espera, voy avisar al médico.

En la siguiente hora el médico me chequea mientras mis padres me van contando lo que pasó en el instituto.

—¿Dónde está Derek? —pregunto a mis padres una vez han concluido de relatarme lo sucedido.

—Está en la sala de espera —dice mi madre con una sonrisa de complicidad en el rostro—. Se ha quedado todos estos días aquí.

—¿Podéis decirle que pase?

—Claro. —Me dan cada uno un beso y se marchan de la habitación.

Pocos minutos después aparece Derek en mi campo de visión. Su aspecto ha empeorado desde la última vez que le vi. Parece más cansado y delgado.

—Tienes un aspecto horrible —le digo con una sonrisa débil.

—Mejor que el tuyo, humana —contesta con otra sonrisa. Nos quedamos en silencio un rato hasta que al fin hablo.

—Me ha dicho mi madre que va haber un juicio contra el guardia por dispararme. —Derek gruñe y aparta la mirada hacia el ventanal. No parece muy contento con el tema—. ¿Por qué no le mataste?

Derek se queda mirándome con un gesto de superioridad muy típico de él.

—Porque tú me lo pediste. —No puedo evitar el sentimiento de alegría que me invade.

—Gracias —consigo murmurar llena de emoción.

—No es nada, pero no te acostumbres. Ha sido un caso especial, te estabas muriendo —dice serio.

—Claro —digo apartando una lágrima que se me ha escapado.

Luego comenzamos a hablar de cosas tontas. Derek me insiste en que tengo que comerme una cucaracha, que se lo debo. Yo me refugio en mi nueva faceta vegetariana, ya no como animales.

—¿Has comido? —le pregunto pasado un rato. En el momento su tripa suena respondiéndome— ¿Cuánto llevas sin comer?

—Dos semanas, un día y... —Levanta su brazo para mirar el reloj—. Creo que unas ocho horas.

—Woow ¿Seguro qué te mueres si no comes? Porque se te ve bastante bien.

—Seguro —dice muy serio.

—Pues será mejor que te vayas a comer.

Afirma con la cabeza pero no se mueve del sitio.

—¿Estarás bien? —pregunta por fin. Tiene un gesto diferente en su rostro, parece más vulnerable que cuando le conocí.

—Sí, no te preocupes.

Cuando está a punto de abrir la puerta le vuelvo a llamar.

—¿Derek?

—Sí, sí —dice con tono resignado—, me voy a la morgue. No voy a comer a ninguna persona viva.

No puedo evitar reírme al oír su tono desganado.

—No era eso lo que te iba a preguntar —digo todavía entre risas.

—Ah... ¿Dime? —pregunta mirándome con sus ojos negros.

—¿Por qué no me comiste?

Hace una mueca de horror antes de contestarme.

—Tú tampoco te comerías a tu perro —dice como si fuera lo más lógico del mundo.

—¿Qué? —pregunto sin entender nada, pero Derek ya se ha marchado. ¿Qué tiene que ver Toby en todo eso? Poco a poco mi cabeza va atando los cabos sueltos. Cuando me doy cuenta de lo que está pasando mis ojos y mi boca se abren de indignación—. Será cabrón.

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