Silencios. 7

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Silencios

by

Shiga san

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Nunca había pensado seriamente en lo que era un hogar.

Uno de esos como los que salen en las películas, en los anuncios de comida en los que una familia estándar sonríe frente a comida, bebida o cualquier artículo en venta.

Para Worick ese concepto de familia era totalmente irreal, y como tal, la palabra hogar distaba mucho de lo que él conocía.

En su casa nadie era feliz, ni familia, ni mucho menos su lujosa mansión podía considerarse un hogar.

Después llegó Nicolas, y con él la realidad. Dura, cruel, despiadada. Dos niños en un mundo de adultos que no les quería en el. Adultos que les usaban sin consideración para sus fines. Cada uno en un mundo igual de terrible y descorazonador.

Por suerte para él todo terminó, o quizá solo cambió el rumbo de sus destinos.

Solos, en un mundo hostil... al menos las palizas de sus padres desaparecieron de sus preocupaciones diarias.

Después sus vidas se convirtieron en una sucesión de días en los que buscarse la vida era el punto número uno a tener en cuenta.

Gracias a Bigmama consiguieron un poco de estabilidad, orden, trabajo.

Su casa.

Por un tiempo Worick vivió con él como si se tratase de un hermano, un amigo, un confidente, un compañero; el mejor compañero que podía soñar.

En lo bueno y en lo malo, siempre juntos. Salvando las distancias y cuidando las espaldas contrarias.

Era una buena vida, rutinaria, loca y siempre llena de sorpresas.

De un modo casi accidental se convirtieron en una especie de solucionadores de metidas de pata y recaderos a tiempo casi completo; excepto los sábados. Esos eran sus días para jugar con las clientas siendo gigoló.

Incluso ahí, volver al apartamento le relajaba, se sentía a salvo... pero no era un hogar.

Lo sentía como un reducto de paz donde nada podía perturbarle.

Nada excepto ella. Alex sentada en el callejón se le antojó poco mas que una parte del mobiliario hasta que se dio cuenta de que Nico la observaba mas allá de lo estrictamente necesario.

En cierto modo se sintió de lo mas estúpido al darse cuenta de que su amigo podía sentir ese interés por las mujeres tan tarde. Como él había empezado tan joven a tontear con ellas no había reparado en ese detalle.

Y Nicolas tampoco había dado muestra alguna de ello. Salvo a su inseparable espada, no le había visto ponerle dedicación de ningún tipo a nada... ni a nadie. Al menos no del tipo que podía considerarse romántico; no del modo en que la miraba a ella.

Y eso le alegró.

Desde la primera vez que le vio se formó la idea de que Nicolas era incapaz de sentir nada por nadie... en realidad creyó que no sentía nada y punto.

Le había visto lleno de heridas que harían gritar al mas fornido totalmente impasible.

Y se alegró, por él... y por ella... estaba claro que esa chica necesitaba ayuda, y rápido.

Después de todas sus vivencias ahora puede mirar alrededor y decir en voz alta que eso era un hogar; su hogar.

La escena ante él le hace sonreír, aunque lo hace tan despacio que casi ni se nota.

Nicolas y Alex discuten en silencio. Sus manos interpretan las palabras que quieren decirse a tal rapidez que no está muy seguro de que ninguno de los dos las entienda, pero a él eso no puede importarle menos.

El pequeño bebé dormita en sus brazos, limpio, alimentado, en paz.

Le mira, con ternura. La responsabilidad de esa nueva vida es enorme, aterradora, y al mismo tiempo una oportunidad de comenzar de nuevo.

Ninguno de los tres sabe lo que es una familia, un hogar lleno amor, de esos que salen en la tele... pero ¿a quien le importa?

Mientras sus padres discuten, ahora sonriendo como un par de tontos enamorados, Worick le hace una promesa para que solo el pequeño bebé la escuche.

Hará de su vida una felicidad constante. Será su familia, su sustento, su apoyo... su confidente cuando lo necesite, cuando los años le hagan preguntarse cosas que sus padres teman responder.

Él será la voz de esa familia, las risas de ese hogar y el árbitro de ese par de locos que son sus padres.

Porque está claro que esos dos necesitan ayuda, mucha ayuda...

y Worick siente que por fin ha encontrado su lugar en el mundo.

Y es ahí, con ellos.

Con su bizarra familia disfuncional. En esos silencios que tanto les llenan.

Aunque debería ir pensando en encontrar una mujer y sentar la cabeza, formar su propia familia, su hogar...

Pero eso es lo menos...

El pequeño Nicolas tiene hambre y sus padres están ocupados dándose besos.

Worick sonríe.

Está claro que no va a poder dejarles solos nunca.

Y ahí está, su familia.

No es la mejor ni la mas apropiada, pero es la mejor que podía desear alguien como él.

Sonríe, mas abiertamente, de píe frente a ellos, feliz de que el destino les haya reunido.



Fin.




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Se acabó.

Gracias por leer esta historia y espero de corazón que la hayas disfrutado tanto o mas que yo escribiéndola.

Besitos y mordiskitos

Shiga san

Silencios. Gangsta fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora