Capítulo 2. Un Maestro del Vacío

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Ella lo miraba desde la puerta de su habitación bastante molesta, a punto de escapar en aquel fino camisón que dejaba ver sus formas mientras Frank no perdía detalle de aquella delicada silueta.

–¿Ayudarme?, ¿cómo?, ¿de qué hablas?

Se percató de aquella mirada y sonrojada brinco hacía su closet jalando una pesada bata que se colocó amarrándose una cinta, cubriéndose por completo.

Frank sonrió un tanto apenado, sabía que había sido invasivo, pero no pudo evitarlo, quería estar cerca de ella. Fue entonces que noto aquel libro sobre la mesita de noche del lado donde Louise dormía.

Se estiró tomándolo y se levantó.

–¡Eh!, ¡deja eso!

Él sonrió divertido, amaba ese tono imperativo de Louise.

–Lo conozco, es un antiguo libro, pertenecía a mi familia, bueno, a la familia de mi madre –un poco melancólico al recordar todo lo que había pasado como bastardo– y de esto te hablo cuando digo "ayudarte", vengo de una familia que tiene como antepasados instructores del vacío, no dominamos esa magia, pero entendemos los conjuros y hechizos concernientes, se cuenta que... mmm... hace 2000 años uno de mis antepasados se casó con un mago del vacío y por amor aprendió a dominar este oscuro y destructivo poder.

Había captado la atención de Louise y aprovechó la situación para acercarse a ella, ya el día anterior lo había dejado hacerlo, por lo que no tuvo empacho en hacerlo nuevamente; tocando el hermoso rostro de la joven con delicadeza.

–¿Estás consiente de lo hermosa y poderosa que eres?, pequeña.

Louise se sonrojo más que antes, y sentía que su cuerpo temblaba, Frank nuevamente se acercó a besarla, esta vez al verla vulnerable aprovechó para tomarla por la cintura rodeándola con sus manos.

La joven cerró los ojos y en unos instante estaba abrazada a él, sus cuerpos se frotaban delicadamente uno con el otro, y el beso se hacía más profundo más íntimo, las manos de él no se quedaron en la cintura, se desplazaron a la espalda baja.

Ella dejo salir un sonido agudo de su garganta, lo cual la hizo reaccionar, puso sus manos en el pecho del mago presionando para alejarlo un poco.

–Lo siento... no puedo... no puedo hacer esto... yo –su cara escondida mirando al suelo estaba roja y su corazón la delataba.

–Entiendo... Gandalfr

–Saito, su nombre es Saito Hiraga

La voz de Louise antes avergonzada, vuelve a ser dura e imperativa.

Francoise levantó el rostro de Louise con dos dedos acariciándole la mejilla.

–Louise, mmm, ¿qué pasa con él?, confía en mí.

La voz profunda de aquel hombre la estaba haciendo temblar nuevamente, se estaba volviendo un habito mostrarle tal nerviosismo, mirarlo a los ojos era sentir un escalofrió en todo el cuerpo, y sin embargo, aquellos recuerdos de la infancia, aquel sentirse protegida por alguien, y la sinceridad que no había en Waldo, si, a estas alturas la joven heroína había aprendido a distinguir a la gente honesta, de la que no lo era.

–Te... contaré... –susurró apenas– pero primero –levantó la voz y lo saco de su habitación a empujones– ¡primero debo cambiarme!, ¡fuera de aquí!,¡y prepara el desayuno!

Los gritos hasta cierto punto histéricos de Louise lo hicieron reír, y obedeció sin problemas.

Pocos minutos después ella salió con una vestimenta de noble, pero hasta cierto punto sencilla, era el quinto día, faltaban dos días más para que las mucamas volvieran, así que seguía a cargo de la casa.

GIRO DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora