Dibújame una sonrisa

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CAPITULO 6: Dibújame una sonrisa

Han pasado 2 horas desde mi aislamiento, los síntomas de pavor han cesado, la estreches del ambiente ya no es gran problema y la falta de iluminación me es indiferente.

¿Cómo van las cosas con Cris?, la frase “es una cajita de sorpresas” le queda chica para describirla.

En estas horas, me enteré que hace un mes se a mudado a este edificio, vive con su hermana la cual da la casualidad es ingeniera también. Por lo que mencionó se llevan bien pero eso no evita que tengan sus desacuerdos semanalmente. Le encantan los perritos especialmente los pequeños, a pesar de ello nunca ha podido adoptar a uno.

Le apasionan los deportes y el ejercicio, habiendo ganado 4 maratones en su corta vida. Me pareció muy gracioso que se cae de la cama por lo menos una vez cada noche…hubo una ocasión que se fracturó el brazo al evitar caerse por tercera ocasión de la cama. Le tiene fobia a las hormigas y cuenta con una lista de 100 cosas que planea hacer antes que muera ¿no es muy cliché?

Es tan fácil hablar con Cris, le he contado tantas cosas de mi, como de mi afición por la escritura, que tengo un archivo repleto de historias cortas, libros inéditos y algunos versos; desde hace dos años que vivo sola. Mi falta de perseverancia le hizo gracia, cuando le conté que todos los días me levanto con las ganas de comenzar mi rutina de ejercicios y acabo tumbada en mi mueble jugando con el control remoto del televisor; las aventuras que había hecho…no eran muchas pero lanzarse de un puente seguro valía en la cuenta, aunque se rio como nunca al narrarle el haber entrado a un rodeo de toros y salir ilesa.

Puedo sentarme a tu costado – me habló de improviso.

Ah – Fue mi vaga respuesta. Al darme cuenta ya estaba a mi costado, riendo bajito.

Cris no me hizo una pregunta, sea cual fuera mi respuesta, ya tenia de por sí planificada su acción. Se plantó al lado mío sin darme tiempo a asimilar la propuesta.

Esta chica me esta preocupando; altera mis apacibles nervios, me provoca parálisis cerebral momentánea… ¡uhm! descerebrada pero contenta.

Me dibujaste una sonrisa con acercarte, gracias a mi cómplice no puedes saber eso, ni tampoco como trato de que mi cuerpo no tiemble ante tu proximidad. ¿Y quién es mi cómplice? Las sombras que nos rodean. 

Es hora de conocernos un poco más – deduzco cierta picardía en la voz de Cris - ¿no te parece?...

Parpadee repetidamente como si fuera presa de un tic nervioso, abrí la boca para replicarle pero ni la mas absurda idea se hacia audible.

Mi estado de estupefacción no paso desapercibido, no era capaz de formar una oración. Vi luz proveniente del celular de Cris, ella estaba muy entretenida sacando su linterna mientras que yo me rompía el cerebro para hacer que mis neuronas hicieran conexión, e interpretara las palabras de esta chica.

¿Quieres jugar un juego? – Me preguntó con una sonrisa en los labios; Además, me percaté que colocó la linterna entre las dos, para así, cada una reconocer el rostro de la otra.

Otras veces hubiera hecho un comentario sobre lo redundante que sonaba “jugar un juego”, era como que ya estaba implícito que debería ser un juego…

Se quedó como un pensamiento lejano, y simplemente contesté: ¿Qué quieres jugar? – Con la voz más angelical e inocente que podía pronunciar.

Bueno, se dice que conociendo el contenido de la cartera de una chica puedes saber como es…- me dijo sonriéndome y con unos ojitos que provocó que me perdiera por unos segundos para tratar de averiguar que color eran, marrones claros, canela, avellana, habría que inventar un nombre para ese matiz en particular.

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