Son las cinco de la mañana y yo sigo sin poder conciliar el sueño, me encuentro dando vueltas en la cama sin saber qué hacer, mis ojos no se van a cerrar, tal y cómo mi memoria no se va a callar. Me mantuve toda la noche recordando a Tom, más bien sus recuerdos se mantuvieron invadiendo mi cabeza y atacando a cualquier otro recuerdo que no se relacionara con ellos. Tengo miedo de olvidar, quizás esa es la razón por la cual no quiero dejar de recordar. Él no era un simple chico que olvidas, sin embargo nada en él era simple, como tampoco era común. La originalidad le emanaba por cada uno de sus perfectos poros, ubicados con mucha exactitud en su muy perfecto cuerpo, y la mejor sensación que te daba estar ante su presencia era la idea de cómo tú también podías llegara a ser un poco más original, pero jamás como él.
El día que lo conocí por primera vez fue en diciembre 12 de 2012 cuando tan solo teníamos 12 años de edad. Nosotros solíamos llamarlo los 12 de coincidencia, porque de entre todos los lugares del mundo, de entre todos los sitios de este país y de entre todas las casas del pueblo, nosotros terminamos uno enfrente del otro, teniendo la misma edad, coincidente con el año y con el mes. Ambos creíamos en el destino y como podía afectarnos, eso era en lo único que nuestra fe estaba puesta, lo demás parecía demasiado surreal como para llegar a creerlo.
-Ya es la hora, ¿estás despierta? -pregunta como si hubiese sido posible conciliar el sueño con un suceso tan importante por ocurrir.
-Si... -me limito a responder con mi vista aún perdida contra la pared de al lado de la cama.
No quiero ir, no deseo verlo por última vez, siento que todavía nos faltan demasiadas veces por volver a encontrarnos, que simplemente el destino está jugando conmigo o que en uno de sus más estúpidos momentos cometió un error, uno tan grande que hizo que uno de los pilares más importantes de mi vida se derrumbara.
Vencida ante los acontecimientos, me levanto de mi cama, es decir, sí este iba a ser nuestro último encuentro, en verdad no puedo faltar. Tengo la necesidad de ver su rostro aunque sea por una última vez en la vida, antes de que una fría tumba y un montón de tierra nos separe para siempre. Voy al baño y mientras estoy delante del espejo no puedo dejar de notar mis ojeras, la más pura señal de una mala noche, pero no tengo por qué preocuparme de mi aspecto, después de todo a Tom nunca le interesó como lucía y por eso estoy mucho más que agradecida. Esa era una de las 12 cualidades de Tom Radswell "el físico no es todo lo que le importa" y viniendo de una persona que no cree en las cosas metafísicas y mucho menos en un lugar después de la muerte, era bastante asombrosa su forma de pensar.
La ropa negra es necesaria, aunque no es de mi gusto en lo absoluto. Estoy rompiendo una de las 12 reglas que teníamos "Llena tu vida de colores no de dolores", pero ahora, solo es una regla para mí y no me interesa cumplirla para mí misma. Necesito usar el negro, demostrar que en verdad todo el mundo ha perdido su color y que se ha llenado solo de dolor con esta pérdida, por más de que la gente siga viendo los colores, jamás los llegara a experimentar como nosotros dos lo hemos hecho en nuestro corto camino entrelazado.
Cuando termino de vestirme me doy cuenta que solo falta lo que es la corona del vestido, los anteojos más oscuros que tengo, el marco y los vidrios son como la mismísima noche, pero sin las estrellas para aportar la luz. "Solo niega el color de las ventas de tu alma al mundo cuando sea inapropiado que las vean", una regla y una señal, cuando uno de los dos usaba los anteojos entendíamos que era el peor momento para el otro. No mostrar los ojos era una señal de haber pasado un momento tan horrendo que ni siquiera puedes mantener la vista en lo positivo. En mi memoria solo mantengo un recuerdo de Tom usando los anteojos negros, en uno de sus peores días. Hoy no quiero recordar lo malo, solo me centraré en el lado positivo de su vida, porque eso es lo que se merece.
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¿Quién conoció a Tom?
Teen FictionTras la muerte de Thomas el derrumbe de todo es inevitable, Tessa siente que todo esta perdido, que la vida jamás volverá a tener colores y que nada va a mejorar. Recordar a Thomas es como una droga y ella es sumamente adicta a sus recuerdos, pero ¿...