"Cuando me abrazas y me aprietas como si quisieras romperme, en verdad me está arreglando"
-"El chico que nunca notaste"
Cálido
Esa era la palabra que representaba lo que sentía en ese momento, me estaba decidiendo entre cómoda o agradable pero al final me decidí por cálido porque era como me sentía en sus brazos
Tan caliente, tan tranquila, tan especial y solo él me podía hacer sentir tanto con algo tan sencillo como rodearme con sus grandes brazos.
-Hola- me susurró, mientras se despertaba y habría sus lindos ojos poco a poco.
-Hola- respondí con una sonrisa mientras mirando su rostro y seguía sin separarme de él.
-¿Estás lista?- me preguntó sin dejar de tocarme ni un momento.
-Jamas- le dije con bastante rencor.
-Vamos, tenemos que levantarnos- dio la última palabra antes de besarme la frente y por fin separarse de mi lentamente.
Odiaba esa sensación, ese momento en el que despertaba y se separaba de mi después de haber pasado toda la noche junto a él, me parecía simplemente cruel, era como si me partiera en dos todas las mañanas.
-Jean, no quiero que te vallas... Hoy no- lo solté, justo lo que tenía que decir.
-Vamos preciosa, solo serán unas horas- dijo mientras besaba mis labios -luego de eso seré todo tuyo.
Se dirigió hacia el baño de la habitación y desapareció de mi vista dejándome sola con mis pensamientos de arrepentimiento por haber venido a este viaje con el, la situación no era nada satisfactoria para mí, Jean estaba casado y yo no era su esposa esa mujer estaba a kilómetros de distancia creyendo que su esposo está en un viaje de negocios justo ahora, la realidad es muy diferente a eso, por una parte él tenía que irse todas las mañanas para comunicarse con ella y el resto del día pasarla conmigo no sabia como sentirme al respecto
No sabía si estar feliz por estar al fin con el o realmente destrozada por ser la otra...
Al fin y al cabo el se termino yendo otra vez y yo extrañándolo como ya era costumbre, decidí salir y explorar un poco las calles de la ciudad.
Miraba la gente pasar de un lado a otro todo, los envidio tienen un lugar a donde ir y un propósito que cumplir mientras que yo solo debo esperar todo el día, todos los días para que esa razón de vivir vuelva a mi.
-¿Disculpa?- una mujer de largos cabellos negros se acercó a mí.
-¿Sabes dónde queda este hotel?- me preguntó señalando un folleto del mismo.
- Claro que si- le respondí con una sonrisa -De hecho es mi hotel, Puedo llevarte si quieres- le conteste con amabilidad, ella me miró contenta y asintió mientras me agradecía.
En el camino al hotel hablamos mucho, me había parecido una mujer sensacional no teníamos mucho en común pero su personalidad no me parecía nada desagradable en cambio me gusto conocer a alguien como ella.
-Es este, solo tienes que recordar que debes dar la vuelta en la calle principal y así llegarás más rápido-
-muchas gracias, te lo agrádese mucho y me dio gusto conocerte-
-A mí también-le respondí sinceramente
- Me recuerdas mucho a una persona muy especial- me sorprendí al escucharla eso pero dejamos ahí la conversación porque ella se tenía que ir.
-Adiós- le dije mientras la veía alejarse entre los pasillos del hotel, mire mi reloj y vi que todavía faltaban dos horas para que Jean regresara lo cual me pareció una eternidad que tenía que seguir sufriendo, suspire pesadamente y me dirigía de nuevo a la calle hasta que unos enormes brazos me atrajeron hacia uno de mis lugares favoritos, un abrazo de mi persona especial, Jean estaba aquí.
-Regrese- me susurró al oído mientras sonreía, no lo podía ver pero lo sabía.
- Jean, te extrañe- dije mientras me volteaba para mirarle la cara y volver a perderme en sus brazos.
-Yo también, no sabes cuánto me haces falta, aunque sean unas pocas horas estar lejos de ti es un pesadilla- me tomo de la cintura y me alzó con sus grandes brazos mientras me daba vueltas y al final me tomo la mano y corrió conmigo hasta la habitación donde nos esperaba otra tarde de estar juntos toda la noche como si fuéramos uno, como si hubiéramos esperado toda las mañana por volviéramos m a unir y ser uno.
