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Desde que sus padres murieron Sakura tiene la certeza dos cosas: primero, no es una persona normal; y segundo, sus padres se llevaron un gran secreto a la tumba respecto a su verdadera natural...
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Año 2016
13 de abril.
Tokio, Japón. Noche.
Cerró la puerta silenciosamente, sin intenciones de alertar a sus hermanos. Solamente tomaría las llaves de la pared, daría media vuelta y saldría con las mismas, esperando que sus dotes sigilosos sirvieran esta ocasión. No quería verlos y escuchar sus regaños, bastante tenía con su propio su humor huraño de estar cerca de Sakura porque provocaba sensaciones que creía muertas.
Y apenas tuvo contacto con ella.
El sonido de sus botas lo delató, el rechinido contra el azulejo —ese sonido desquiciante—. Cerró los ojos maldiciendo su suerte, el abrirlos se encontró con Itachi, de pie frente a él dirigiéndole una mirada severa. Mayormente Hikoro era la que estaba molesta, no él. Así que supo que está vez se extralimitó en su desaparición.
Suspiró incorporándose a medias y finalmente se adentró sin tomarse la delicadeza de quitarse las botas mojadas. Pasó de largo dirigiéndose al pasillo dispuesto a terminar la conversación próxima.
—Sasuke, sé muy bien que te vales por ti mismo. Pero ten consideración de Hikoro, ha estado muy preocupada —dijo Itachi andando detrás de él.
—Si pierdo la cabeza tendrá una preocupación menos.
—Sasuke.
La voz autoritaria de su hermano lo obligó a frenar en seco, lo miró duramente. Sus ojos se parecían mucho a los de él, dos perlas negras sin fondo, un espacio infinito. Solamente por eso se envolvió en negación. Lo sabía. La única diferencia: Itachi revelaba abierta sus emociones constantemente.
Sasuke no. Por eso no quería aceptar la preocupación reflejada en los ojos contrarios.
No quería confiar en ellos y luego ser traicionado.
—Mira, Itachi, no estuve haciendo nada fuera de lo normal.
—Base a cuidar a Sakura, vaya información que compartes —espetó entornando los ojos—. Sabes muy bien que estamos contigo en esto. No lo compliques más.
Sonrió sardónico a sabiendas que ese gesto crispaba los nervios de Itachi.
—¿Algo más hermano mayor? —inquirió con ironía.
Itachi endureció el gesto. Sasuke lo dejó con la palabra en la boca y se adentró finalmente al que era su dormitorio, dejándolo con la palabra en la boca.
Dejó de apretar los brazos y echó la cabeza hacia atrás.
Quería culpar a su hermano por el escaso avance de su relación fraternal, no lo hizo. Contuvo las ganas de reclamarle su ausencia y preocupar innecesariamente a Hikoro. En cambio, se quedó ahí, plantado en medio del pasillo observando la puerta cerrada de la habitación.