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Levanté la mirada intentado procesar lo que me había dicho. Sabía demasiado bien que era popular entre las chicas, pero nunca, ninguna, había tenido el valor para esto. Si habían pedido alguna que otra cita, pero nunca habían sido tan directas, no al menos como Emiko-senpai.

Emiko-senpai es un año superior a nosotros, pero lleva a nuestro lado desde primaria. Al principio, venía con los mayores a ayudarnos en la clase y al final acabamos hablando.

Hubo una temporada en la que creí que me gustaba, puesto que con ella podía hablar con tranquilidad y de todo, bueno, casi todo. Luego resultó ser que era admiración, si, la consideraba una muy buena amiga, pero cuando pasó a secundaria, se olvidó de lo que había sido.

Y cuando nosotros entramos, nos pasábamos todo el rato metidos en el club de voleibol: hora del recreo, almorzar y al gimnasio; hora de estudio, repaso rápido y al gimnasio; hora libre, al gimnasio.

Hasta que un día nos la volvimos a topar, iba con un grupo de amigas que ¡Oh! Sorpresa, eran fans.

Volvimos a retomar nuestra relación de amistad pero sinceramente, nunca pensé que nuestra amistad acabara en esto.

Ya hacía casi un año que había empezado a salir con Emiko-senpai y no se podía decir que era de color de rosas.

Realmente estaba hecho un lío, en ningún momento volví a sentir nada por ella, pero tampoco me incomodaba, ¿Por qué si no, no me apartaba cada vez que me besa? Es cierto que tampoco hemos avanzado más que un ligero magreo por encima de la ropa y un par de besos subidos de tono.

Pero estaba el hecho de que no me importara que me besara o me tocara, puede que cuando recibiera todos esos cariños de su parte, el rostro de otra persona era la que se me venía a la mente, pero seguía sin serlo.

Ya no quedaba nada de lo que Emiko-senpai había sido en la primaria. Seguía con ese pelo rubio y esos ojos grises que gritaban a los cuatro vientos que era extranjera, pero ya no los llevaba igual; en la primaria llevaba siempre el pelo en dos trenzas por delante y unas enormes gafas de pasta cuadrada, ahora, simplemente era la copia de la copia. En este mundo solo hay dos genios y los demás copiamos.

Ahora llevaba el pelo suelto, corto y medio rizado, llevaba siempre lentillas y la falda más corta que de costumbre.

No, ya no quedaba nada de esa Emiko-senpai a la que admiraba, pero ahora que la tenía frente a mí y me hubo contado todo eso, me di cuenta que la chica con la que podía hablar de todo, bueno, casi todo, ya no seguía ahí.

Me quité las gafas y me pasé la mano por la cara intentando aclarar mis ideas.

-Si me hubiera dado cuenta un poco antes...-movió la cucharilla del café ensimismada, y una solitaria lágrima le resbaló por la cara, quedando tendida en la punta de la nariz, se la quitó rápidamente y me dio una sonrisa-, no sé como no pude darme cuenta. Sobre lo único que hablabas era de Iwa-chan, se te notaba cuanto lo admirabas, incluso-desvió la mirada- que lo amabas. Estuve demasiado ciega y te arrastré conmigo.

Yo la seguía contemplando, desde que habíamos llegado no me había dejado hablar en ningún momento y verla así me partía el alma.

-Y no sé porque no te puedo odiar-y fue ahí cuando las lágrimas empezaron a surcar su rostro, dejando manchas tras ellas, ella seguía con esa sonrisa y con la mirada perdida en cualquier parte que no fuera yo. Se las limpiaba seguidamente, mientras respiraba con dificultad-. He debido parecer muy tonta, pensando que te tenía conmigo cuando tu corazón pertenecía ya a otra persona-la voz no le tembló en ningún momento-, pero realmente te quería y te sigo queriendo. Tengo amor suficiente para que la relación siga, pero no te puedo retener. Al menos, si no puedo ser tu pareja, me gustaría ser tu amiga-volvió a sorber y se rascó la punta de la nariz, mientras se sonrojaba- pero supongo que no puedo. Espero que hablar tanto de Iwa-chan, se convierta en hablar tanto con Iwa-chan-me miró, me sonrió y se sorbió la nariz-. Me ha alegrado poder compartir este año contigo, Oikawa Tōru, espero que no haya sido tan malo como aparenta.

Se levantó sin hacer el mínimo ruido, se acercó para darme un beso en la mejilla y salió de allí.

La gente dice que no quieren ser mis amigos porque soy muy observador y rápidamente me puedo dar cuenta de los puntos débiles de una persona y aprovecharlos en su contra, pero sinceramente, durante un año, he estado rodeado de dos personas, que han sabido ver más de mí de lo que yo podía.

Pagué la cuenta y me fui de allí, me encontraba flotando en el mar que yo mismo cree, a la deriva y sin el salvavidas que me busqué.

Por favor perdóname, Iwa-chan, esto es lo mejor para ambos.

Lo que la verdad esconde (IwaOi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora