Lluvia de Meteoros

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De las cáscaras del huevo rodó un frasco metalico pequeño. El sonido alertó a los dinosaurios que se encontraban cerca, los cuales comenzaron a rugir y se giraron para atacar a Blink. Este comenzó a correr, asegurándose de tomar el frasco en su camino; ya tendría tiempo de leerlo después. Los dinosaurios se acercaban rápidamente y Swiftsight no sabía si era mejor idea tratar de combatir o huir. Colocó su cuchillo en su cintura y empuñó la espada con ambas manos mientras corría. Huir era el mejor plan, y luchar solo para defenderse. Uno de los dinosaurios que había visto primero, estando ya cerca de Blink giró sobre sí mismo para impactarlo con la cola, pero Blink logró agacharse a tiempo para evitar el golpe que sin duda lo habría matado. De nuevo escuchó otro Game Over. Siguió corriendo unos cuantos metros más, hasta que vio que ya los dinosaurios se retiraban. Seguramente no descuidarían su nido solo por un intruso.
Sin bajar la guardia sacó el frasco del huevo de una de las bolsas de su pantalón y lo abrió. Dentro había solamente un pequeño papel. "¡Felicidades, has pasado a la siguiente etapa! Vuelve a donde inició todo. Tu código es: 5689". Estaba muy sencillo, pero él estaba demasiado lejos de la cornucopia, y no estaba muy seguro de dónde se encontraba ésta después de haber sido casi que arrastrado por un dinosaurio.
Llegó sin problemas a la planicie y trató de ubicar el sol, pero había algo en el cielo que no cuadraba. No solo se veía el sol en lo alto, sino que varios otros puntos brillantes, y no sabía si era su imaginación o no, pero le parecía que se hacían cada vez más grandes. Se quedó mirándolos indirectamente unos instantes hasta que se dio cuenta que no era su imaginación. Aterrorizado comenzó a correr hacia el medio de la planicie, mientras un meteorito caía en las profundidades del bosque donde había tomado el huevo. El impacto sacudió la tierra y provocó el rugido de las bestias nuevamente. Los meteoritos colisionaban contra la tierra más veces de las que podía contar, y en todas direcciones.
A su espalda, los dinosaurios comenzaron a emerger del bosque en un frenesí de terror. Chocaban los unos con los otros, y los que caían eran pisados por los que salían después. Las crías eran aplastadas por sus padres, mientras que los más desafortunados eran impactados por los meteoritos que ahora caían sobre la planice. Blink corría en medio de las bestias evitando a toda costa ser aplastado, y esquivando los pedazos de piedra que volaban en todas direcciones con cada impacto de meteoro. Su cuerpo chocaba contra las piernas de algunos dinosaurios, mientras que sus pasos se veían torpes por el movimeinto del suelo. Le pareció escuchar unos tres Game Over seguidos, pero no sabía si era su imaginación. Ahora lo único que escuchaba claramente eran los impactos de los meteoritos a su alrededor y los rugidos de terror de los dinosaurios. Logró pasar entre los reptiles hasta una zona con menos dinosaurios y disminuyó el rítmo. Llevaba varios cientos de metros corriendo y ya no daba más.
Un meteoro cayó a unos cuantos metros de él, y la onda expansiva lo mandó volando. Blink se golpeó de costado al caer y rodó unos metros. Su corazón quería salirse de su pecho y un pitido en sus oídos no lo dejaba escuchar nada. Se puso de pie a duras penas y siguió corriendo. ¿Sería capaz de salir de esta con vida? Dirigió su mirada al cielo. Debía descubrir el patrón, siempre había un patrón. Cuando sus oidos comenzaron a escuchar nuevamente lo primero que oyó fue "Over". Otro caído. De pronto frenó abruptamente y comenzó a correr justo por donde venía. La reacción no fue tan rápida como él deseaba, y de nuevo la onda expansiva de un meteoro lo volvió a enviar por los aires. El aire era caliente y pesado. De nuevo se puso de pie y corrió rodeando la tierra en llamas donde había impactado el meteorito. Volteó su mirada una vez más hacia el cielo, y fue entonces cuando notó la clave de su supervivencia. Pero antes de que pudiera comprobarlo, un rugido diferente a los demás lo hizo girar la cabeza hacia atrás. A unos pocos metros de él, un tiranosaurio se estaba inclinando hacia él con la boca abierta. Blink sacó fuerzas de donde ya no tenía y aumentó su velocidad. El silvido de un meteoro cercano atrajo su mirada, y logró ver justo a tiempo cuando el tiranosaurio que lo perseguía era aplastado por la piedra incandescente. La onda de este meteoro lo impulsó hacia adelante y lo hizo estrellarse de pecho contra el suelo y arrastrarse unos metros.
Blink trató de ponerse de pie pero su cuerpo no respondía. Estaba demasiado cansado. Sus ojos se cerraron involuntariamente y ya no escuchaba nada.
Game Over.
Esta vez escuchó las palabras claramente. Abrió los ojos. Aún se encontraba tendido en el suelo, aún los dinosaurios estaban en estampida a su lado, aún estaba exhausto. ¿Cuanto tiempo habría pasado? Se volteó y, justo en ese instante, rodó hacia un lado para evitar ser aplastado por un dinosaurio. Se puso de pie con sus últimas fuerzas y observó el cielo nuevamente. Los meteoritos parecían provenir todos desde un mismo punto en el cielo, y no parecía que bajo este punto estuviera cayendo alguno. Se separó aún más de la estampida y comenzó a caminar hacia el lugar. Por un lado sabía dónde debía ir, pero por el otro no sabía como llegar. Estaba a varios kilómetros de distancia, y al menos en la planicie tenía la ventaja de poder ver si venía o no un meteorito, sin embargo, dentro del bosque los árboles, si es que quedaba alguno, impedirían que pudiera ver algo en el cielo.
Otro Game Over retumbó en el cielo casi al mismo teimpo que un meteorito impactaba sobre el grupo de dinosaurios frente a él. Caminaba lo más rápido posible sin agotar toda su energía, pues debía reservarla para caundo un meteoro se dirigiera exactamente hacia él. A los pocos segundos los dinosaurios se habían ido más lejos de lo que él habría podido llegar corriendo, dejando tras ellos una gran cantidad de cadáveres. Otro Game Over se escuchó entre los impactos de meteoro y los rugidos de los dinosaurios. Ya había perdido la cuenta de los caídos.
Tardó casi dos horas en llegar cerca de la cornucopia, donde había comenzado todo. Estaba muriendo de sed y cansancio. Los dinosaurios huían de los meteoritos en estampidas enormes, y tuvo que evitar tres más antes de llegar hasta donde se encontraba ahora. Además, desde la primera caida la botella de agua se había roto, y no lo había notado hasta que ya no podía más con la sed. Al llegar a la cornucopia observó siete maquinas colocadas una al lado de la otra formando un círculo. Tres de ellas tenían una luz roja en al parte superior, pero otras cuatro tenían una luz azul. Eran una especie de cápsulas, pero no podía identificar más detalles desde la distancia a la que se encontraba.
Un nuevo Game Over lo sobresaltó, al tiempo que una de las luces de las maquinas pasaba de azul a rojo. Solo quedaban tres. Estaba tan cerca de lograrlo que se había relajado un instante. Tal y como había deducido desde el inicio, en el área ya no caían meteoros, los cuales eran originados en el cielo justo sobre la cornucopia. Debía apresurarse. Sacó nuevamente el papel que había hayado dentro del huevo. 5689. Lo memorizó y corrió hacia una de las máquinas con la luz azul. Casi de inmediato, unas hojas se movieron a su izqueirda y el zumbido de una flecha pasó cerca de su cabeza. Era una emboscada. Volteó su mirada mientras empuñaba su espada. De entre la maleza salieron dos chicas, una de ellas con una ballesta, quien preparaba otra flecha para dispararle. Se alegró que ella no fuera Fur, o estaría muerto. Tenía en ese instante dos opciones. Devolverse y matarlas, o ver que hacían las máquinas. Aunque la primera opcion era tentadora, decidió irse por lo seguro. Dos contra uno no sonaba como una buena idea. Corría en zig zag para evitar que le dieran, pero no tuvo tanta suerte. Aunque les había ganado ventaja, una de las flechas se clavó en su pantorrilla derecha. Apretó la mandíbula por el dolor pero no se detuvo.
A medida que se acercaba logró ver con más detalle las máquinas. Tenían una puerta metálica y a su lado un pad numérico. 5689. Al llegar junto a una de las máquinas justo en frente de él digitó el código. La puerta de esta se abrió rápidamente.
Lo tenía.
Sin embargo no podía permitir que ellas también llegaran. Levantó su espada en el aire y la impactó fuertemente contra el pad numérico de la máquina de al lado. Justo en ese instante, la pareja de chicas se estaba asomando tras las máquinas. Blink les sonrió con malicia al tiempo que se metía de espaldas a su máquina y, en lo que las puertas se cerraban, arrojó su cuchillo directamente hacia la cara de la que no tenía la ballesta
Las puertas se cerraron y todo quedó a oscuras. Game Over. ¿Había logrado matarla, o habría muerto otro? Como sea, era un tributo menos. Aún a oscuras se agachó a palparse la herida. La flecha aún estaba insertada en su pierna. Si la sacaba podría provocar una hemorragia, así que optó por quebrarla. Ahogó un grito de dolor y quebró el pedazo de madera que sobresalía, luego se puso de pie nuevamente y buscó entre sus bolsas la pomada, estaba seguro que era para usar en esos casos. Pero la pomada no estaba, se había caido. Tampoco sentía la pistola eléctrica. Ahora solo le quedaba la espada y la cuerda, la cual la llevaba amarrada al cuerpo.
Después de unos segundos que se hicieron eternos las puertas por fin se abrieron. El brillo del exterior cegó momentaneamente a Swiftsight.










Terceros Juegos Del Hambre DoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora