Cartas Para Judai [Yu-Gi-Oh! GX] «YAOI»

Argumento

La prestigiosa academia de duelos, situada a unas millas de ciudad Domino, es el lugar al que cierto muchacho de nombre Johan Anderson ha sido asignado para llevar a cabo sus habilidades como duelista.

Muchas noticias han dado a conocer dicho recinto, como lo son sus estudiantes estrella que egresan a cada año, o la facilidad que tienen éstos mismos de labrar su propio futuro en grandes sitios de trabajo al salir.

De éste modo, aquel joven de cabellos azules toma, a tempranas horas de la mañana, su embarcación que lo llevará a la isla en la cual permanecerá por tres largos años, dónde aprenderá a ser un buen duelista profesional, tendrá muchos amigos, uno que otro rival, ¿y quién sabe? Tal vez encuentre el amor sin quererlo.

* * *

Estaba ya en aquel afamado lugar, sin embargo, ni en un millón de años hubiese imaginado que su llegada sería tan desastrosa.

No podía creer que se había perdido al separarse de su grupo por tratar de conocer de manera impaciente la academia.

Recorrió de un lado a otro.
Ninguno de los edificios en los que pisaba parecían ser el indicado.

Estaba a punto de darse por vencido y esperar a que alguien le diera una guía o una referencia, pero su curiosidad fue más allá y quiso ver un último edificio antes de dejarse vencer.

De arriba a abajo, recorrió cada salón pero nada le convencía, o al menos, hasta llegar a la azotea de este recinto.

Ahí, finalmente encontró a un individuo... Pero no cualquier chico.

Apenas le miró cuando estaba tendido en el suelo, mirando hacia el firmamento, sintió su corazón later con frenesí.

Debía de admitirlo.
Ese adorable chico castaño había logrado más que una buena impresión en él.

Apenas el castaño le indicó a dónde debía de ir, el de origen europeo agradeció con una sonrisa boba en los labios.

Pero ello no era habitual. Se sentía más feliz, más vivo.

Así pasó todo su día, emocionado por los excelentes compañeros que tenía, las instalaciones de primera, pero sobre todo, por aquel rostro delicado del japonés que no lograba sacar de su mente.

Apenas llegó a su habitación como Obelisco azul, tomó un pequeño cuaderno en dónde decidió que escribiría cada cosa que le provocara todo tipo de sensaciones en él
Que sus emociones quería preservarlas a manera de escritos breves.

Y si... Tal vez una mayoría de narraciones podían ser unas "cartas" para aquel muchacho del cual había quedado prendado esa misma tarde.