Duelo de Egreso (2/3)

282 28 11
                                    

Jim se acercaba sigilosamente mientras veía a su querido novio escribir una nueva misiva.
No se necesitaba darle muchas vueltas al asunto cómo para saber hacia quién era dirigida.

Una vez estando dentro de la habitación, a la mitad de ella, Jim se dispuso a alargar su brazo hasta la altura de cierto muchacho que aún no se daba cuenta de una presencia ajena en su dormitorio.

Entonces, Jim rodeó el frágil cuello blanquecino con un brazo y Johan se exaltó enseguida.

—¿¡Q-qué...!?–Susurró el más bajo, obviamente asustado.

Jim entonces mostró una sonrisa en sus labios.

—¡Amor!–Exclamó cálidamente, abrazando a su pequeño –¿Es que estás preparando ya tu baraja para el duelo de egreso?

Johan apenas y lo miró.
No soportaba seguir en esa situación y fingir ante Jim que lo amaba.

Suavemente se zafó de su agarre al momento en que su novio se ponía cariñoso y le comenzaba a hablar en el oído.

Era repugnante él mismo, aunque también sentía asqueroso el hecho de dejar que el moreno continuara con su cortejo.

Johan tomó a su pareja de las manos y lo hizo mirarle a los ojos.

—Jim, ¡ya no aguanto más! Debo de confesarte algo muy importante.

Cook apenas lo miró tan serio y con sus mejillas encendidas, le depositó un rápido beso en los labios mientras sonreía.

—Será después, nene. Ahora debo preparar mis cartas y será mejor que tú también alistes...

Pero el chico no pudo continuar gracias a las palabras de Johan Anderson:

—Lo hice con Judai ayer.

Sólo esas cinco palabras bastaron para congelar el ambiente de inmediato.

Jim lo miró atónito.

—¿C-como...?

El joven de cabellera azulada se sentía sucio, pero a la vez orgulloso de sí mismo como para afrontar lo que había hecho.

Es verdad, estaba atemorizado por lo que el mayor pudiese hacerle, pero no importaba.
Al menos se había quitado un peso de encima.

Johan volvió a ver a su pareja y cerró los ojos cuando vio los puños del otro cerrarse de inmediato.

Se tensó por completo.
Apretó la mandíbula.
Estaba listo para recibir un impacto que jamás llegó.

Los segundos pasaron y nada había lastimado a Johan aún.

En su lugar, un par de brazos fuertes le sostuvieron en un cálido y reconfortante abrazo.

Anderson, como era de esperarse, abrió demasiado sus pupilas.

—Jim...

El más alto no omitió sonido alguno y se limitó a negar.

—No me importa, ¿lo entiendes? Un desliz lo comete cualquiera. Además, yo te amo, y desde un inicio te aseguré que iba a hacer todo por ti sin importar qué.

Aquellas palabras tan sinceras no causaron otra reacción en el chico escandinavo que no fuera una tremenda culpa y asco por su persona.

—Pero Jim, yo ya no quiero...

Y nuevamente, el otro interrumpió a su pareja.

—Ya, ya. ¿Sabes? Lo dejo pasar por alto porque sé que ese idiota te gustaba. Es normal que cedieras; pero mi consuelo es que luego de eso podremos estar sólos tú y yo en Europa, sin que ningún terco como él nos impida estar juntos.

"Juntos".

No había palabra más aborrecible para el pobre Johan que aquella que Jim mismo había soltado sin cuidado.

—Bueno, cariño, tengo qué ir a arreglar mi baraja. Esta tarde te daré un regalo especial como símbolo de aniversario. Si quieres hablar, te espero nuevamente a las afueras del bosque a las dos en punto.

El muchacho de ojos jade ya no se molestó por terminar con aquella relación.
Prefirió ver cómo Jim por fin se largaba de su habitación.

Se golpeó un par de veces la sien y negó gracias a que eso no era lo que había planeado. ¡En absoluto lo era!

Pero debía de calmarse; después de todo, aquel día sería el más importante de su estadía.

* * *

Eran ya las cinco para la hora acordada para la cita entre Jim y el pequeño Johan.

Éste último ya estaba esperando a su pareja sin siquiera haberse arreglado un poco.
Seguía despeinado, vestido como de costumbre y aun con el punzante dolor de haber perdido su virginidad.

Los minutos pasaron y Jim jamás se apareció.

Resignado por no haber podido terminarlo tampoco ahora, con sumo desagrado, el lindo Johan volvió a los dormitorios azules para arreglar lo necesario (nuevamente) para ofrecer un duelo perfecto contra su amado Judai.

Quería demostrarle lo mucho que había aprendido a su lado y cuanto su castaño le había aportado a su vida.

Pero no pudo seguir con rumbo a su habitación gracias a un fuerte golpe que recibió en la nuca antes de caer desmayado, faltando menos de una hora para el duelo decisivo.

Cartas Para Judai [Yu-Gi-Oh! GX] «YAOI»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora