Con esta introducción que doy por finalizada, pasó a hablar de mi. Me llamo Olivia Marlleris y a mis 20 años de edad puedo asegurar que me gusta el café sin azúcar y la gente que te mira a la cara para decirte la verdad. Nací en México pero mi papá trabajaba en una empresa de turismo asique no tuve un hogar fijo hasta los 12 o 13 años, cuando nos quedamos viviendo en Rosario, Argentina. Pero sin mi papá. Falleció cuando tenía 10 años por una enfermedad que yo no sabía que él tenía hasta el día de su muerte, nunca termine de entenderla y nunca me la terminaron de explicar. Cuando preguntaba sobre su problema, mi mama y mi hermano mayor me decían que era demasiado chiquita como para comprender los problemas en la salud de mi padre. Asique me limitaba a asentir con la cabeza y cambiar de tema. La muerte de mi padre afectó mucho a mi madre, al punto de que pasaba semanas y hasta meses tirada en la cama, llorando, durmiendo, deprimiéndose. Como resultado, mi hermano de 17 años tenía que ir a la escuela y trabajar al mismo tiempo, por lo que casi nunca estaba en la casa.
Creo que por eso es que me aferré tanto al deseo de casarme con un hombre y formar una gran familia a la cual mantendría siempre unida, siempre encaminada, y lucharía contra cualquier cosa para sacarla a flote.
Y cuando conocí a Benjamín, sentí que él era ese hombre.
Todo empezó un viernes común hace cuatro años. Mi amiga Lourdes cumplió años e hizo una fiesta enorme en la casa de sus abuelos, en Funes. Literalmente toda la cuidad estaba invitada. Nunca fui fan de salir, y menos cuando sabía que iba a haber mucha gente mirado qué tenía puesto, qué tomaba, si bailaba o no, si hablaba con alguien o me quedaba sentada. No me gustaba sentirme observada, aunque menos me gustaba saber que me sentía observada en vano ya que nadie reparaba en mi presencia. Pero Lourdes era una de mis mejores amigas en nuestro grupo de siete, y estaba algo obligada a asistir.
El lunes fueron repartidas las invitaciones, y la semana pasó tan rápido que llegó el viernes a la mañana y yo todavía no sabía que ponerme.
-Ponete el short rojo ajustado, con alguna remerita. Tenes lindas piernas, aprovecha a mostrarlas!- Camila siempre alagaba mis piernas (las cuales yo consideraba totalmente normales)
-Para mí tenes que ponerte alguna pollera larga con un top, tiene toda la onda- Aldana siempre sabía lo último en la moda, y para ese momento se usaban muchísimo las polleras largas, particularmente negras.
-Ya veré más a la tarde- respondí, dando por finalizada la conversación.
Esa tarde llegue después de la escuela y lo único en lo que me centré fue en prepararme para la noche. Me probé literalmente todo mi placard (varias veces) hasta que por fin logré un conjunto con el cual me sentía "conforme": un short de colores suelto, un top blanco, una campera de jean y unas sandalias, también blancas. Me di cuenta de que no había seguido el consejo de ninguna de mis amigas (Ups).
-Oli, me voy a trabajar- me dijo mi hermano Tomás desde la puerta- ¿A dónde vas tan bien vestida a las cinco de la tarde?
-Esta noche Lourdes festeja su cumpleaños y estaba probándome ropa. ¿Te gusta? ¿Estoy linda?
-Sos mi hermana, siempre vas a estar fea- Tierno, como siempre era mi hermano.
Hice un gesto con un dedo el cual no puedo nombrar y luego él dijo:
-Estoy jugando, te queda muy bien.
-Gracias Tomi. Con respecto a hoy... A qué hora llegas?
-A las 11, mi jefe me pidió que me quede un tiempo extra en la fábrica, ¿por qué?
-Porque no tengo quién me lleve, pero ya veré como me arreglo.
-Perdón Oli, te diría que le pidas a mama pero..
-No, a mama no. Andá, se te está haciendo tarde.
Se acercó, me dio un abrazo y se fue.
A mi mamá no le pedía nada hace mucho. En realidad, ni siquiera hablaba con ella. Como ya dije, se la pasaba en la cama.
La única que podía llevarme era Clarisa, me lo había dicho a la mañana; asique le mande un mensaje para confirmarle que aceptaba su oferta.
"10:30 paso por tu casa. Nos lleva mi primo, el de 17, con un amigo. Lourdes los invito. No preguntes por qué, yo tampoco lo sé. Un beso"
No me extrañaba de Lourdes que invite a chicos, y menos si eran más grandes.
El primo de Clari iba a nuestra escuela, y Lourdes lo conocía de los recreos. Pero no sabía quién era el amigo. Y no sabía lo que ese amigo iba a significar desde ese día en adelante.
Dicho y hecho, 10:34 estaba recibiendo el mensaje de Clari, "Salí". Maquillada y con perfume, agarré mis llaves, grité un "Chau mamá" el cuál no obtuvo respuesta (nunca la tenía) y me fui.
Cuando me subí al auto, me quedé impactada. Por supuesto que conocía al primo de Clarisa y sabía que era hermoso. Pero, ¡Por dios, el amigo! Parecía alto porque su cabeza casi chocaba el techo del auto, morocho con pelo largo pero no tanto, ojos bien marrones y piel morena. Tenía una camisa y un jean, pero no alcanzaba a ver sus zapatillas.
-Qué linda estás, Olivia!- me dijo Clari apenas me subí al auto.
-Gracias! Vos también!
-Hola Oli- me saludó el primo, que hasta el día de hoy no me acuerdo si se llama Alejo o Alejandro- El es Benjamín, un amigo.
-Un placer- dije, pero nadie respondió. Eso ya me molestó. ¿Por ser lindo vas a ser un estúpido?
En fin. Estuvimos todo el camino escuchando música, y cuando llegamos, nosotras nos fuimos para un lado de la casa, y los chicos para el otro. Ninguno cruzo palabra antes de "despedirnos".
-Qué le pasa a ese chico? - le pregunté a Clarisa.
-Es algo... Especial.
-Especial? Más bien idiota.
-No sé si idiota es la palabra correcta. Es buena persona, pero Benjamín sabe que es lindo, y bueno, se aprovecha.
-Benjamín, así se llama...
-No me vas a decir que no te pareció un bombón.
-Por supuesto que sí Clari, pero no me interesa hablar con una persona a la cual saludo y no me responde.
-No seas tan mala onda, Olivia. Podría ser tu objetivo esta noche...
-No digas pavadas y entremos.
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Y por eso cortamos
Novela Juvenil¿El amor todo lo puede? ¿Juntos por siempre? ¿Final feliz? No. No me gustan los finales. Prefiero una buena historia.