Capítulo 2 -Gabriel debe morir-

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Sammy era un cursi cuando de relaciones serias se trataba. Mi hermano siempre se había distinguido por ser educado, caballeroso e incluso romántico. Era detallista, recordaba fechas y eventos importantes y siempre estaba dispuesto a escuchar a su pareja, para luego emitir un juicio o una opinión relevante. Por si eso fuera poco, era un chico fiel, leal y confiable. La mayoría mis relaciones habían terminado porque yo engañaba a las chicas con otras. A veces me decía a mí mismo que si fuera la mitad de fiel y confiable que mi hermano, al menos una de todas esas relaciones fallidas hubiera durado más de un año.

No lo envidiaba, más bien lo admiraba, aunque no estaba dispuesto a cambiar para ser como él. Castiel era lo único que me hacía cuestionarme si de verdad no era una mejor idea dejar de ser quien era para convertirme en la clase de hombre que él necesitaba.

Castiel podía ser lindo como una chica, tierno y de apariencia frágil, sobre todo cuando iba a las prácticas de baloncesto para mirar a mi hermano jugar. Lo imaginaba en un sexy traje de animadora, con ese delgado cuerpo bien podía pasar por una chica o sólo verse como el adorable chico de ojos azules que era. Su mirada inocente en combinación con lo anterior, hacía que se me levantara algo más que el ánimo

Decidí que debía continuar sobre la línea que había trazado ese pensamiento de apartarlo de los brazos de Sammy. En el fondo, la idea no me gustaba y me causaba incomodidad siquiera tener pensamientos sucios con respecto al novio de mi hermano, pero eran mis deseos los que llevaban gran ventaja y ellos me exigían que hiciera algo cuanto antes.

Desde el día en que nuestros dedos se rozaron, anhelaba su contacto una vez más. Incluso me decía que, si un beso era lo único que podía conseguir, valdría toda la pena del mundo. Ya vería cómo arreglar las cosas con Sam después.

-Dean, Dean, Dean...

Gabriel me había encontrado en la puerta del gimnasio, observando hacia las gradas, a donde se encontraba su hermano pequeño disfrutando del juego. Cuando me volví a mirarlo, vi que traía una paleta de caramelo en la boca, lo cual le hacía ver bastante inmaduro.

-¿Qué quieres, Gabriel? -pregunté de mala gana.

-Acabo de advertirte hace poco que te mantengas alejado de Castiel y mira dónde te encuentro: espiándolo, mientras que él, inocentemente, observa jugar a su novio.

-Bueno, en primer lugar, a ti te importa una mierda lo que yo haga -Gabriel soltó una risa burlona y se sacó la paleta de la boca- En segundo lugar, ¿cómo sabes que vine a espiarlo? Vine a ver a mi hermano.

-¿Desde aquí? -se rió con incredulidad- No seas ridículo, Dean. Si tanto te gusta, por qué no vas y te sientas a su lado, ¿eh? Seguro a Sam le hará mucha gracia cuando te vea hablándole al oído.

-Me largo.

Di la vuelta, Gabriel me siguió de cerca, hasta que llegamos a mi casillero. Tras darle varias lamidas a la paleta, la sacó de su boca y me dijo:

-Dean, ¿recuerdas ese episodio secreto que tuvimos tú y yo?

-Trato de no hacerlo -le respondí mientras sacaba mi mochila del casillero.

-Es por ese episodio nuestro que no te permito acercarte a Castiel.

-¿Porque te pondrías celoso? -pregunté con maldad.

-No -negó con una sonrisa un tanto amarga; volvió a meterse la paleta a la boca- Es porque sé qué tan lejos estás dispuesto a llegar con alguien para conseguir lo que quieres y luego botarlo.

-Yo no hice eso contigo -negué, riendo con algo de picardía al recordar nuestro "episodio".

-No, pero igual conseguiste lo que querías y perdiste todo interés. Yo puedo ser un hijo de puta igual que tú, pero Castiel es otro asunto. Él no es como nosotros. Por eso debe estar con Sam.

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