Capítulo 7 -El tercero en hablar-

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¿Alguna vez se han enamorado? Es como llegar al borde de un precipicio: al mirar hacia abajo sólo ves neblina, no sabes qué es lo que te aguarda, pero te dicen que si saltas podrías encontrar la auténtica felicidad. Es un salto que se hace sin miedo y con los ojos vendados, sin preguntas ni dudas, sólo saltas y esperas que, al llegar abajo, estés en la tierra prometida. De lo contrario, te encuentras en un infierno del que difícilmente logras escapar. Y aún si lo haces, después habrá otros precipicios por saltar y tendrás que tomar la misma decisión. Es una mierda.

Castiel había sido otro de tantos precipicios en mi vida. Sus ojos azules me prometían un mar en calma después de saltar, pero sólo eran una trampa hacia el abismo más oscuro e infernal donde me había encontrado jamás. Así es, después de todo, había decidido arriesgarme, cerrar los ojos y caminar a ciegas hasta el borde. Su mirada era una promesa, sus manos eran la guía y sus labios la puerta de entrada hacia la mentira más dolorosa y descarada que hubiera sufrido alguna vez. Me hechizó con su voz, me esclavizó con sus besos y luego, justo cuando había decidido abandonarlo todo por él, me desgarró el alma y el corazón. Me convirtió en una triste marioneta que baila al ritmo de su venganza contra mi propio hermano.

Aquella noche, mientras él se atrevió a robarme ese beso, Sam y Gabriel acudieron a su llamado luego de que les enviara un mensaje para pedirles ayuda, diciendo que estaba perdido en el recorrido de terror. Les dio una ubicación aproximada y, mientras ellos lo buscaban, él decidió hacer tiempo, besándome, para que mi hermano pudiera vernos y sentir en carne propia lo que él sintió cuando lo vio besando a Gabriel.

¿Qué clase de fría y retorcida mente puede concebir semejante plan? De todas las trampas, precipicios y demás misterios que he hallado en mi vida, Castiel ha sido, por mucho, el más peligroso. Si lo vieran, sabrían de qué hablo: tiene ese dulce aspecto de ángel, con esos enormes ojos azules, tan bellos, tan ingenuos; ese cabello siempre desordenado, ese caminar tímido y ese aire de inocencia. Jamás me imaginé que sería capaz de algo así. Jamás lo creí capaz de hacerme tanto daño, de humillarme de esa manera; pero no volverá a ocurrir.

Decidí renunciar a mis sentimientos por él y, en general, a cualquier sentimiento. Aparentemente, el mundo prefería que siguiera siendo un idiota, un patán, un hijo de puta, así que le daría gusto. Mi corazón era de roca, Castiel apenas había logrado arañar la superficie, estaría bien.

Así que sólo me puse de pie y emprendí mi camino, en búsqueda de la salida de ese infierno. ¿Qué hice? Jugué fútbol, realicé la mayoría de mis tareas, dejé a Lisa y salí con todas las chicas que tenía en lista de espera. Me divertí, besé, me acosté y olvidé todo al día siguiente, para volver a empezar. Cada día era una nueva aventura, una nueva chica y alguna nueva jugada que practicar. A veces llegaba tarde a casa, a veces no llegaba y papá se ponía furioso conmigo. Los peores días eran cuando llegaba ebrio y el viejo John Winchester ya me aguardaba con alguno de sus discursos. Yo no reñía con él, sólo pasaba directo hasta mi cuarto para tirarme a dormir hasta el día siguiente. No estaba haciendo nada malo, era un buen estudiante, un buen deportista y, en general, un buen hijo. No se podía quejar, tan sólo quería un poco de libertad.

Sam se mantenía al margen del asunto, sólo me observaba mientras pasaba por el pasillo, arrastrando los pies cuando llegaba ebrio. Una noche, tras una fiesta en casa de una chica, llegué muy tarde, papá ni siquiera me esperó en la sala. Sólo Sam estaba despierto, me esperaba sentado sobre mi cama, lo cual hizo que me sobresaltara cuando abrí la puerta y lo vi ahí.

-¿Qué haces aquí? -pregunté, arrastrando las palabras.

-Dean, basta -me dijo con seriedad; señaló un lado de la cama y me dijo- Siéntate, necesito que hablemos.

-Ahora no, Sam, estoy que me caigo de sueño.

-Tiene que ser ahora, antes de que esto continúe.

Juego SucioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora