Bienvenid@ a la vida de los signos.
Todo el Zodiaco en el mismo instituto.
Enredos, drogas, infidelidades, amor, sexo sin compromiso y más.
Porque la vida es un agujero del que no podemos salir, no todos vemos el mundo como un lindo lugar.
A veces...
Él no contestaba mis mensajes, él me evitaba en el aula y en los pasillos, se escondía detrás de Capricornio en el descanso y desaparecía rápidamente al acabar la jornada. Intenté ir a su departamento, pero él no me abre la puerta, tiempo después llega Capricornio diciendo: No-Te-Quiere-Ver.
¿Porqué? ¿Porqué lo besé? ¡Lo arruiné todo! ¡¿Verdad?!
Bueno... Se supone que no me debería importar, solo es un juego, ¿no? Igual sigo siendo un idiota. Tendré que salir con porristas de nuevo, andar de fiesta en fiesta, regresar a mi vicio de fumador y... Creo que necesito ayuda.
Me levanté de la cama, estaba cansado de... De descansar. Caminé un poco por la habitación mientras veía a Géminis con Aries jugando videojuegos y acaricié mi recién lavado cabello. Nunca madurarían, deberían dedicarse a su belleza y distraerse.
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¡Eso es! La solución estaba en centrarme en otra cosa, como en mi belleza. Corrí directo al baño y miré mi reflejo en su puerta, ya que el armario tiene un espejo de cuerpo completo en ella. ¿Cómo se puede ser tan guapo?
¡Ni siquiera yo lo sé!
Quizás soy un dios divino o algo así. Este mundo no me merece, Virgo no me merece. Nadie me merece. Así que... Me quedaré solo admirando eternamente mi belleza natural. Solo a mi me quedaban bien las gafas, y ni se diga de mis ojos brillantes y sensuales. Momento, había notado algo bajo mis ojos, algo feo. Me acerqué para apreciar bien lo que tenía y...
—¡Leo! —di un brinco del susto y me di un gran golpe contra el espejo.
—¡Agh! ¡¿Qué quieres, Aries?! —grité adolorido mientras me frotaba la nariz con mi mano. Su voz venía desde la habitación.
—... —silencio —¡Te amo! —y escuché las risas de mis amigos.
¿Solo eso?
Me miré en el espejo de nuevo, tenía ojeras... Casi, casi me desmayaba. Espera, está saliendo sangre de mi nariz.
—¡Que horror! —exclamé. La vista se me nublaba más poco a poco. Me desmayaba al ver sangre, pero tenía que aguantar esta vez. Odiaba ver sangre y me asustaba mucho, pero si caía al suelo como muerto podría hacerme más daño. Como un derrame cerebral o una contusión, podría fracturarme el cuello o la columna, no podría caminar bien y yo estaría arruinado y...
Bien, estoy siendo dramático de nuevo, ¿no es así?
Pues mi momento de drama fue interrumpido por segunda vez por la voz de mis amados amigos.