Aliquando et insanire iucundum est

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—Mis padres se volverán locos, si no aparezco. —Le replico a Allen intentando encontrar una buena excusa para que su idea de pasar la tarde en la playa no me parezca tan tentadora.

—Pues les envías un mensaje cuando salgas del instituto. —Replica él tan tranquilo.

—No lo sé. —Admito finalmente.

—Si lo sabes. —Replica finalmente. — Aliquando et insanire iucundum est. —Dice con tono serio.

De vez en cuando es agradable hacer una tontería...

Asiento.

—Vale. —Termino aceptando finalmente.

—Quedamos en la estación a las ocho. — Me dice.

—Perfecto. —Digo, el tren se detiene en la estación donde suele bajar Allen y él después de recoger sus cosas se levanta.

—Nos vemos después, Audrina. —Se despide de mí.

—Nos vemos, Allen. —Digo antes de verle salir del vagón y bajarse al andén donde se enciende un cigarrillo y se pone a caminar mientras el tren coge velocidad y lo pierdo de visita.

—¡Venga! —Chilla Janell mientras camina rápidamente, hemos pasado toda la tarde juntas después de salir de clase, y cada una ahora se dirige hacia su propio destino.

Ella tiene prisa porque debe de estar en la cafetería antes de que Jared termine su turno, porque por fin se ha decido a invitarle a salir.

—Tienes más prisa tú, que yo de llegar a la estación donde he quedado con Allen. —Digo con burla. —No me puedo creer que después de tanto insistir por conocerle, ahora que puedes, vas y me dices que no. —Janell delante de mí, mientras me arrastra, se encoge de hombros.

—Si no lo hago hoy, no lo haré nunca, cuando las dos estemos con nuestros chicos podemos tener una cita doble. —Hago una mueca de asco ante su cursilería.

—Como le diga eso a Allen me envía a la mierda, él pasa de citas de mierda y sinceramente yo también. —Replico. Janell me dedica una mala mirada.

—Pues tú verás, pero a lo que estás acudiendo ahora mismo es a una cita, no sé como lo ves tú. —Me dice soltandome la mano, y bajando un poco el ritmo para terminar andando a mi lado.

—No es una... —Janell no me deja terminar porque me interrumpe.

—Él tío que te gusta, y el que ha confesado estar enamorado de ti, ha querido que fueras con él a la playa, no a bañaros ni nada por el estilo, sino para "pasar el rato" según tus palabras... —Me dice con burla. —... no, claro que no, no es ninguna cita. —Dice con total sarcasmo.

Ruedo los ojos.

Llegamos donde nuestro camino se bifurca, ella tiene que tomar la salida de la derecha par ir a la cafetería donde trabaja Jared, y yo la izquierda para dirigirme a la estación.

Me despido de mi mejor amiga y camino hacia donde Allen me espera.

Cuando llego me encuentro con que Allen ya está allí esperándome con el teléfono entre las manos y fumando.

Dedico unos segundos en admirarle sin advertirle de mi presencia, su pelo negro destaca teniendo en cuenta que hoy lleva una camiseta de color blanco debajo de la chaqueta que lleva que es negra, sus ojos azules concentrados en la pantalla, mientras que se lleva la mano con el cigarrillo a los labios, y le da un lenta calada, y ese simple movimiento hace que me parezca el doble de guapo que ya de por si es.

Sentimientos enfermosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora