El hombre es bueno por naturaleza

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Me despierto por el ruido que hace el coche de mi madre saliendo del garaje.

Me muevo y noto el brazo de Allen rodeándome la cintura desnuda, ya que la camiseta se me ha levantado.

Me doy la vuelta entre sus brazos y le miro la cara que se mantiene seria y serena, mientras respira lenta y suavemente.

—Allen. —Susurro con una sonrisa, saco la mano de debajo de las sabanas y le toco la mejilla suave, y careciente de bello.

—A mí tampoco me gusta que me molesten cuando duermo. —Murmura manteniendo los ojos cerrados y haciendo referencia al comentario que hice anoche cuando dije que no me gustaba que me molestaran cuando dormía.

—Eres adorable. —Me burlo mientras sigo toqueteándole la mejilla.

—Hay otra parte de mi cuerpo que es adorable, ¿quieres tocarla también? —Pregunta con una sonrisa deslizándose por sus labios.

Me río por su perversión. Este chico es muy pervertido.

—Eres un guarro. —Le replico.

—Solo con la chica que me invita a dormir con ella, medio desnuda. —Me responde, abriendo sus ojos y dejándome ver el precioso color azul que contienen.

—Esto es tan peculiar... —Murmuro mirando fijamente a sus ojos, hipnotizada y cautivada por ellos.

—¿El qué? —Demanda paseando sus dedos por mi espalda. —¿Estar con un chico en tu cama? —Pregunta arqueando las cejas en tono de burla.

—Estar con un desconocido. —Enfatizo.

—No soy un desconocido, llevamos tres semanas y algo más de amistad muy buena. —Se burla, guiñándome un ojo. Sonrío sin poder ocultar la sonrisa que se me forma. —Sé muchas cosas de ti. —Me habla. —Sé que por el uniforme que llevas, es que vas a un instituto de estirados, de gente que le importa sus estatus. —Se ríe. —Qué tienes una mejor amiga que está colada por un camarero. —Arqueo las cejas por saber cómo sabe que Janell le mola Jared, ya que nunca se lo he comentado. — Lo sé porque una vez te oí hablar con ella por teléfono. —Arqueo las cejas por eso.

—¿Cuánto tiempo llevas observándome? —Pregunto sorprendida, Allen suelta una carcajada que se me antoja la mejor melodía para mis oídos.

—A ver...—Se hace el pensativo. —¿Cuándo dices que has empezado el instituto? —Pregunta con burla, me río por su idiotez, mientras le doy un golpe en el pecho desnudo, notando la dureza de su pecho, bajo mi puño.

—Fuera coñas. —Le replico. Él me dedica un guiño.

—Bueno, tampoco ando muy desencaminado, llevo mucho tiempo observándote, me llamaste la atención desde el primer minuto que te vi entrar en el vagón. —Me explica.

—¿Y eso desde hace cuándo? —Se encoge de hombros.

—No sé... ¿quizás seis meses? —Pregunta, dudando. —¿Ocho? —Pregunta de nuevo, volviendo a encogerse de hombros como si no fuera importante.

—Eso es mucho tiempo. —Me sorprendo.

—¿Y qué? —Pregunta despreocupadamente y sonriente.

—Eso es la definición de acosador. —Me burlo, Allen se encoge de hombros.

Me levanto dispuesta a ir a preparar el desayuno, mientras rodeo la cama veo como Allen se pone cómodo y me sigue con la mirada sin levantarse.

—¿Cuándo vuelven tus padres? —Me pregunta Allen desde la cama mientras yo rebusco en mi armario por ropa que ponerme.

Sentimientos enfermosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora