Homo homini lupus

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Suspiro cansada por el esfuerzo extra que he tenido que hacer para llegar a tiempo al tren, me abro paso por el vagón buscando un sitio libre para poder sentarme y descansar, y no tener que hacer una hora y media de viaje de pie sujetando unos libros que pesan como piedras.

Mientras camino pensando en el día tan largo y cansino que tengo por delante me topo con alguien que hace que todos mis libros se caigan al suelo, suelto un gruñido enfadada.

-Ya está el gilipollas de turno. -Suelto con enfado. Levanto la mirada hasta clavarla en el chico que me mira con las cejas arqueadas y con una cara bastante seria.

-Ya está la estirada de turno. -Me replica en respuesta, se agacha, coge los dos libros que se le han caído a él en el choque y pasa por mi lado y se aleja sin dignarse a recoger mis libros.

Borde.

-Idiota. -Le grito a sus espaldas, la gente me mira curiosa y sorprendida por mi arrebato, pero no les hago caso, y me dedico a recoger mis libros que el imbécil me ha tirado en el suelo.

Lo recojo todo renegando por lo bajo lo imbécil que era el tío.
Me doy dos vueltas por el vagón hasta ver un sitio libre, cuando me siento en él, y levanto la mirada de los libros que he colocado en mi regazo, me encuentro con el chico idiota del principio.

Lo que faltaba para terminar de tener un día redondo.

Le miro, él mantiene la mirada en su teléfono, con los auriculares puestos, de pronto se me pasa el enfado cuando me doy cuenta de que es bastante guapo.

El pelo negro lo lleva despeinado, y sus ojos azules miran fijamente la pantalla de su teléfono, mientras que sus dientes juguetean con su labio inferior, lleva unos pantalones tejanos y una camiseta negra de manga corta, la chaqueta de cuero que llevaba antes cuando le he visto está en una de las sillas vacías que tiene al lado. Me fijo en su brazo izquierdo que contiene más tinta que piel.

Muy guapo.

Levanta la mirada y me pilla mirándole, se quita un auricular y me mira.

-¿Te apetece una foto? -Me pregunta arqueando las cejas y sin perder su compostura de seriedad.

Egocéntrico.

-Eres tan sumamente irritante. -Le replico en respuesta apartando la mirada de él y dedicándola a la ventana viendo como pasamos el paisaje a toda velocidad.

-No, si quieres te pido perdón por lo de antes, te sonrío y nos enamoramos... -Responde con sarcasmo devolviendo la mirada a su teléfono.

Sarcástico.

No es posible, en menos de tres minutos acaba de cumplir mi lista de chico ideal.

A pesar de haberme pillado una vez, me importa una mierda y sigo mirándole fijamente durante unos diez minutos más hasta que vuelve a levantar la mirada hacia mí.

-¿Qué? -Me replica de nuevo. Me encojo de hombros.

-Nada. -Le respondo tranquila.

-Pues deja de mirarme. -Me espeta. Sonrío.

-¿Te pongo nervioso? -Cuestiono. El chico me mira arqueando las cejas.

-Se necesita más que la mirada de una chica guapa para ponerme nervioso. -Responde tranquilamente mientras guarda los auriculares en los bolsillos de su pantalón junto con el teléfono.
¿Me acaba de llamar guapa?
Oh sí, el chico guapo cree que soy guapa.

-No te había visto nunca. -Expreso en voz alta para dejar de pensar que piensa que soy guapa.

-Yo a ti sí, siempre sentándote tan estirada, con ese uniforme de niña pija. -Me responde con el mismo tono neutro y serio que ha estado usando conmigo todo el tiempo.

Sentimientos enfermosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora