Prisionero... ¿Libre?...

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El sonido de un aullido le despertó de su ensueño no deseado

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El sonido de un aullido le despertó de su ensueño no deseado.

Fire miro hacia la ventana de enfrente de la cabaña, descubriendo que el sol había bajado su camino por el cielo. Debían ser las tres de la tarde, más o menos. Gruño al sentir la punzada que se instaló en su costado y en su pierna. Su costado se sentía entumecido y dolorido. Gruño, no le gustaba sentirse indefenso. Los pasos de Slade en el pórtico le advirtieron de sus inminente entrada. Estaba mareado. ¡Maldición! Vociferó en sus adentro. ¡Esos malditos hijos de puta! Pensó. No, no le gustaba nada.

Slade no recibió respuesta. Al principio creyó que el macho solo había desaparecido como en otras tantas ocasiones. Luego olió la sangre, la frustración y la ira del macho. Estaba más que claro que algo estaba muy mal..., no estaba de acuerdo en que el lobo fuese dado de alta. Pero no estaba en su naturaleza obligar a uno de los suyos a hacer algo y menos si aquello era permanecer en un centro médico cuándo podría recuperarse desde casa. Gruño... no confiaba en el macho. Les ponía los pelos de punta a todos. Nadie sabía nada sobre él y se había negado a hablar con los psicólogos. No lo quiero cerca de mi compañera, pensó. Su cuerpo se puso en tensión, listo para el ataque.

-No quiero su ayuda-. Gruño Fire con ira. Slade no le respondió. –Dígale a su compañera que se marche. Usted también puede irse-. Dijo. No pediría ayuda. Ni siquiera a uno de los suyos.

-Hay un frontera estrecha entre el orgullo y la estupidez, Fire. Usted está herido-. La puerta de la entrada se vio invadida por el cuerpo de Trisha. La mujer abrió mucho los ojos cuando vio las vendas del semidesnudo macho manchadas de sangre. Corrió hacia él aún bajo los gruñidos de protestas de su compañero.

-¡No necesito...!-. Un dolor hiso que el macho perdiera el aliento. La médica lo detuvo apuntándole con el dedo de forma reprobatoria.

-No necesita el orgullo en este momento-. Dijo con un tono de valentía... el macho le gruño. Slade le gruño de vuelta. -No hay nadie aquí que le esté juzgando por ello. Yo solo haré mi trabajo y Slade hace el suyo. Le dije muy claro que aún no estaba listo para salir del centro médico. Me gustaría sedarle y llevarle allí aunque tenga que atarle-. La mujer empezó a cambiar las vendas. Uno de los últimos puntos de sutura de la operación de dos días atrás se había soltado-. ¿Qué es lo que ha hecho para terminar así?-. El macho gruño. Slade le gruño de vuelta nuevamente. Ambos se miraron como en un duelo a muerte.

-Solo me he quitado la ropa-. Dijo entre gruñidos sin dejar de ver al macho frente a él. No le gustaba que estuviese en su territorio. La médica asintió.

-Debe tratar de moverse lo menos posible por el momento. De usted depende el volver al centro médico nuevamente, Fire... no me gusta obligarlos a estar allí. Sé que no les trae buenas memorias, pero haré lo que sea necesario para mantener a salvo y sé que los demás me apoyaran...-. El macho lo dudaba. Ellos no podían sacarme lo suficientemente rápido del camino de los otros... me temen... y no les culpo... pensó.

Fire. Nuevas Especies. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora