Pequeñas batallas ganadas...

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Rose frota de manera amable la herida sangrante del macho

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Rose frota de manera amable la herida sangrante del macho. Un Fire poco anestesiado le gruño a la mujer que tenía enfrente. La amaba, pero en ese momento tenía ganas de hacerla a un lado e ir a cazar a su propia gente. Volvió a gruñir. Este es el día más largo de mi vida, pensó Rose, y lo era. No había pasado un minuto sin que hubiese algún incidente. Fire seguía resistiéndose al anestésico, esto le cabreó aún más a Rose. Te lo mereces, Gran tipo, pensó.

-Ya basta de tantos gruñidos. Deja de ser niño. Tú te lo has buscado, tipo grande. Si no le hubieses tratado de arrancar la cabeza al pobre doctor Harris, ellos no habrían tenido que drogar tu culo. No puedo ayudarte si te comportas de esa forma-. Le dijo apretando la gaza un poco más de lo debido en la herida, un poco después sonrió y le beso cerca del lugar. Había pasado el susto de su vida después de que el doctor entrase en el cuarto justo en el momento en que el macho intentaba arrancarle la ropa de un tajo y follarla sobre la camilla. -Ya terminó tipo grande, ya lo hago-. Dijo pero se dio cuenta que finalmente el macho estaba cerrando los ojos.

-Yo debería hacer eso-. Dijo una voz desde la puerta. Rose volvió el rostro y se encontró con la imagen impresionante de una mujer especie. Aún no se había acostumbrado a mirarles. Monarc era impresionante, esta mujer lo era también. -Ese es mi trabajo, Humana-. Rose alzó una ceja a su dirección.

-¿Y tú eres?-. Pregunto. Midnight ya había escuchado hablar de la humana. Todos estaban más que impresionados con ella. Las hembras le admiraban y los machos querían acercarse pero sabía que Fire les matarían si lo hiciesen. La hembra se acercó a Rose. Fire gruño y esta se detuvo. -Ya está bien de gruñir, tipo grande-. Le dijo Rose al macho recostado en la cama. Este le frunció el ceño a la hembra. No le gustaba que ellos estuviesen cerca de su mujer y menos aún que su cuerpo estuviese a punto del colapso sin poder defenderse, cuando salga de aquí, te llevaré a mi casa y no dejare que salgas de mi cama, prometió el macho a la Rose con la mirada adormecida. Rose volvió prestar atención a la hembra especie en la puerta -Disculpa ¿Decías?-. Dijo mirando hacia la hembra, esta sonrió.

-Soy Midnight, este es mi turno de guardia. Mi compañero es el doctor Harris, el joven-. Apunto al pecho del macho. -Has hecho un buen trabajo-. Rose asintió.

-Tengo un hermano de quince años. Siempre se está haciendo esta clase de heridas. A ninguno nos gustan los hospitales, así que me forcé a perder el miedo a la sangre y aprender primeros auxilios, sutura, canalización, cura..., en fin, todo lo que pudiese hacerse con un niño que le gustaba meterse en problemas-. Dijo Rose mientras se levantaba de la silla y enfrentaba a la hembra. Ella asintió con una sonrisa.

-Le conozco. Todas las hembras lo hacemos. Nos agrada-. Le dijo. Mierda Johnny ¿Qué has está haciendo? Pensó ella mientras veía a la mujer.

-¿Eres la princesa?-. Una voz infantil y chillona se escuchó tras de las mujeres. Rose se volvió para encontrar la imagen de una niña de no menos de cuatro años. Tenía, abrazaba a un oso de felpa como si la vida dependiera de ello. Rose volvió a sonreír. -Eres la princesa-. Volvió a insistir la niña. Rose no sabía qué contestar. Miro a la hembra que sonreía a la niña de forma tierna.

Fire. Nuevas Especies. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora