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Era jueves, Lucas dijo que me vería el lunes, pero ha estado faltando a clase. ¿Es que a caso dije algo malo? ¿No quería verme más? Podía entenderlo, pero no tenía que desaparecer de ese modo tan cruel, sin avisar.

Cuando era pequeña, fui a casa de la abuela, ese día me dio un trozo enorme de chocolate y me pidió que lo devorara antes de que mis padres pudieran verme. Por la noche, cuando ya debía regresar a casa la abuela me dijo: "Promete venir mañana, y habrá más chocolate de donde salió este". Al día siguiente regrese a su casa, y me lleve la sorpresa de que había ido al hospital. Al parecer había contraído una especie de neumonía, así que le pedí a mamá que me llevase a verla. Cuando entre a su cuarto, estaba dormida, de modo que decidí salir de ahí para dejarla descansar. Antes de cerrar la puerta la abuela susurró: "Sabía que volverías".

Me asusté un poco, pero la abuela me llamó a su lado; sacó la mano de debajo de la manta que la cubría y me extendió un trozo de chocolate. "No digas nada a mamá, te veo mañana pequeña Amanda". Regresé al día siguiente con mamá, y los doctores dieron la noticia de que la abuela había muerto. Fue ahí donde supe que lo que mas odiaría para siempre sería que alguien se fuera sin avisar.

-¡Amanda! Te llaman en la puerta.- Gritó mi madre desde abajo

Baje a un paso moderado, sonará raro, pero esperaba que fuera Lucas.

-¡Jones! ¿Llegué en mal momento?- Preguntó con sus enormes ojos azules abiertos de par en par y esa sonrisa tan terroríficamente agradable. Lucas.

-¡No! Está bien...- cerré la puerta tras de mi.- ¿Porqué no has ido a clase los últimos días? Tendremos exámenes pronto y....

-Me voy...Amanda.- Un breve silencio de apenas 30 segundos se convirtió en algo que pareció ser horas.

-¿Te mudarás?

-Algo parecido querida, ayudaré a papá con unos negocios fuera, y....solo serán un par de días, en fin, quería hablar contigo sobre algo.

-Bueno, dime.- Dije un poco nerviosa.

-Pero no aquí, tal vez podemos ir a un café.

-Claro, ¿a que hora pasas por  mi?.- Sonrió un tanto apenado y agacho la mirada.

-No Amanda, es ahora, necesito hablarte ahora.

Caminamos un par de calles, llegamos al café y nos sentamos en una de las mesitas de afuera.

-Y bien, ¿Qué querías decirme?

-Es...complicado Jones. No quiero que lo tomes a mal.

-Bueno solo dilo, prometo no enfadarme o algo.- Sonreí.

-Bien, bueno. Tu padre le dijo al mío que tenía una hija, tu por supuesto. Le dijo que eras un tanto.... extrovertida, que casi no salías de casa y que le preocupaba que tuvieras una clase de depresión femenina...- Agacho la mirada y balbuceó.- Mi padre me ofreció, como carnada para invitarte a salir y bueno, heme aquí. Yo quería llevar las cosas tranquilas desde un principio para no ilusionarte o algo más. Eres hermosa Amanda...-Me tomó por las manos.- Pero simplemente no puedo hacer algo por la fuerza. Y tarde o temprano terminaría por enterarte y...

Quité las manos lo más rápido posible, traté de asimilar unos segundos las palabras de Lucas pero mi cuerpo estaba siendo invadido por la ira. No pude contenerme y cuando noté, mis ojos estaban llenos de lagrimas. Lucas no tenía la culpa del todo, pero me sentía decepcionada de que accediera a ser la carnada.

-Debo irme...- Tomé mi suéter y comencé a caminar.

-Espera, Amanda, al menos déjame llevarte a casa...

- ¡NO! ¡Ya basta Lucas! Deja la farsa aquí, por favor.

Caminé tan aprisa como mis pies me lo permitieron. Miré la hora y caí en cuenta de que papá ya debía estar en casa. Así que entre bastante alterada.

-¡PAPÁ!...¡PAPÁ!

-Basta, aquí estoy, ¿a que se debe tanto grito?

-¿Así que también negocias con tu hija?...- Intentó tomarme por el hombro, pero le retiré la mano en seguida.- ¿Qué clase de hombre eres? ¿Por qué lo hiciste? Y no me digas que porque querías que saliera con gente, ¿me crees tonta e incapaz de poder socializar? ¿Cuánto dinero estuvo de por medio?.-

-Amanda, yo...

-¡TU NADA!..- Lo miré con lagrimas en lo ojos.- Me decepcionas Edward Jones, si es que ese es tu nombre.- No dijo nada, y subí directo a mi habitación.

Por favor, quédate. - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora