Capítulo 15

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Se puso de pie, andando con cuidado hasta quedar junto a Carl mirando esa enorme pared. El chico tenía la vista perdida, un poco vacía y decepcionada. Los músculos de su cara se notaban tensos, sus manos estaban apretadas en puños a sus costados.

Prestó atención, encontrando casi al instante una frase bastante agría hasta para ella.

Casa de Rick. Quemada.

- Nuestra casa... ya no está – Catherine solo atinó a colocar su mano en el hombro ajeno, apretando con suavidad y firmeza en un gesto que pretendía ser reconfortante.

- ¿Venías para ver la casa? – sintió la voz de Rick tras de ellos. Dejó marchar al niño sin voltear. Se quedó ahí, memorizando las calles desde su posición hasta la casa incinerada. Carl ni si quiera respondió - ¿También nos comemos su comida? – la castaña volteó de inmediato con una sonrisa pequeña y observando divertida como la de rastras devoraba una barra de cereales.

- El tapete decía bienvenidos – Catherine negó divertida, atrapando en el aire la barrita que Michonne le ofrecía.

Mordió su labio inferior, tenía que salir y encontrar esa casa. Jugaría bien sus cartas a partir de ese día. Se acercó a tomar sus cosas, cargando sus flechas tras su espalda y levantando el arco, sintiendo lo reconfortante del metal entre sus manos.

- Papá, voy a salir – las balas se le resbalaron de las manos con torpeza, pero guardó silencio, quedando a la expectativa del chico.

- ¿A dónde?

- Pensé, que lo único que nadie robaría sería una cuna. Y Sarah, la amiga de mamá; ella tenía una tienda de bebés en la otra esquina – Rick negó despacio con la cabeza, dispuesto a rechazar la salida de su hijo – por favor, es a la vuelta. Judy la necesita y además, estan las trampas para caminantes.

- Necesitarás ayuda con la caja – un foquito en la mente de la arquera se encendió.

- ¡Si! Las cunas son bastante pesadas – apoyó de inmediato, dándose vuelta sobre su eje y mirando a la morena cómplice.

- Si quieres una cuna, debes llevar la caja. Es grande y pesada – el chico guardó silencio, serio, enfurruñado, pero considerándolo.

- Por qué vas por la cuna, ¿Verdad? – entrecerró sus ojos bicolores, acercándose un par de pasos para presionar a su respuesta.

- Fue lo que dije –

- Iré con él – siguió Michonne.

- Iremos. Conmigo ahí ahorraremos balas y ruido – aseguró la chiquilla, reajustando sus cosas de un salto e irguiéndose en su lugar.

No le extrañó en lo absoluto, que nada más pisar la banqueta el niño tratara de tomar la delantera para huir. Catherine lo retuvo por el cuello de la camisa y volteó su vista a la mayor de los tres.

- Tomaré un rumbo diferente – dijo al instante. Los ojos de cristal se abrieron con horro. Con un poquito de tristeza.

- ¿Vas a dejarnos en medio de esto? – la arquera suspiró profundamente, juntando la fuerza que necesitaba para dar a conocer su decisión.

- No. Pero necesito cambiar mi ropa. También buscar un par de cosas. Los alcanzaré en la tienda para bebés – miró con un semblante firme a ambos, sus labios estaban hechos una línea tensa y seria en su rostro – lo digo de verdad. Nos veremos en un rato.

Comenzó a caminar, dando por el rumbo contrario a donde ellos se dirigían. Los observó quedarse de pie en una puerta de cristal abierta, pero no se entretuvo demasiado en ellos, tenía algo por hacer.

The girl with strange eyes. ||Carl Grimes||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora